Movido e inspirado por las leyendas de su tierra natal y conmovido por presenciar el amor puro de una pareja de negros oprimidos, se embarca en una empresa más peligrosa que lucrativa y de recompensa más moral que económica. Es su forma de "hacer algo" digno con su vida (solitaria, errática, violenta), de dejar "huella", de pasar a la posteridad, de convertirse él mismo en una de las leyendas que tanto admira. Sabe que se hace mayor y que el tiempo se le acaba. Ha aceptado en cierta medida que ha escapado demasiadas veces del destino, de la muerte y por eso, a la enésima pasada por el aro (el apretón de manos), hasta la polla de interpretar su propio papel (el que él mismo escribe, a medida, para tales fines, obra del literato fustrado que también es) lo da todo por perdido y estalla, generando suficiente confusión con su sacrificio para que sus intenciones puedan germinar en DJANGO, y, de alguna manera, vivir, "resucitar", a través de sus hazañas futuras. El tío apuesta fuerte por "su negro", vaya