Nuevos peligros han acechado al Estrella Polar. La tontería se adueña del Primer Oficial, y como buen Bonilla que es saca cualquier cosa de contexto para hacerse su película y liar algo para ocupar minutaje del capítulo. De igual forma, Alejo Sauras Piti ha sufrido un accidente cuando trataba de pescar una trucha, lo que le ha provocado cierta inmovilidad que le impide manejar su sardina para miccionar. Gracias a ello tenemos de nuevo al secundario cómico en plena forma para aliviar la tensión en los momentos más dramáticos.
Resulta que un pedazo pez abisal se ha puesto bajo la cubierta, zampándose toda posibilidad de merienda a los habitantes del Barco. Eso puede plantear problemas de inanición para la tripulación, alguien tiene que hacer algo para alejar a la bestia... ¿Quién será el elegido? Pues no es otro que Ulisses, un tipo que puede tardar 20 minutos en llevarle el desayuno a su novia tras tropezar en el pasillo de camarotes con su amada Ainhoa, pero que después el solo se construye una jaula y sin respirar, enfrentarse a un coloso. Experto en el arte de la cerrajería, cuenta después con el apoyo de su pupila Ainhoa que se siente culpable por no saber a quien prefiere tirarse.
Mientras tanto, sigue en el barco la esperanza de encontrar esa isla que parece que existe en algún lugar de lo que debió ser Argentina. Pero el mar es grande de cojones y a Bonilla no le salen las cuentas. Explorar esa zona les llevaría años, y casualmente Gamboa que andaba por allí lo oye y se lo cuenta al cojo cabrón.
El cojo cabrón es un ser irascible, despreciable. Es de esas personas que usan sus carencias en beneficio propio para meterle la puñalada al que menos se lo espere. Usa sus defectos físicos como arma de artillería, ya que el capullo cree que el mundo está en deuda con él y que él puede cobrar esa deuda, por ello, tentado por Satán (Gamboa) decide ponerse a investigar para sacar conclusiones y ponerse del lado del que sabe...
Porque el capitán no sabe. Es un inepto. No se donde le dieron el carnet de capitán, pero su capacidad para resolver problemas es nula. Y es que para acotar la zona de búsqueda, un barco dispone de complejos sistemas de radio con los que tratar de ponerse en contacto con los habitantes de la isla para que le den unas coordenadas. Además, tienen un transpondedor con cuenta atrás, como bien le recuerda Gamboa al cojo cabrón. Y el cojo cabrón que es ingeniero de telecos sabría usarlo. Pero no, a nuestro capitán cornudo no se le ocurre usar sus radios de alta frecuencia para buscar vida. No. Prefiere pensar en su futura exnovia, ya que dice que está muy enamorado de la científica. Que no se preocupe, a Ulisses no le gustan las mujeres viejas, así que el capitán bien puede ser el segundo plato, porque no tiene autoestima para más.
La trama del cura con Bonilla ha sido de chiste. De nuevo vemos representado como en el resto de producto de Globomedia al hombre torpe, imbécil al cuadrado que se crea problemas de celos. Y actuan de acuerdo a su alma de burro, creando con ello un instinto de maternidad en sus sufridas acompañantes de aventuras amorosas que la hacen caer rendidas en manos de zoquetes Cromagnones. Eso le pasa a Bonilla, eso le pasa y le pasará a Fernando Alonso Piti con Vilma, que ya empieza con su instinto de madre.
Ahora no se como describir esto... Nos hemos quedado en que había un monstruo marino de treinta y cuatro metros bajo el casco del barco. Un bicho abisal que hace ruidos como una ballena (no sabía que emitiesen ruidos). Ulisses le va a arponear el ojo para cargárselo, pero Ainhoa no lo quiere perder y tira la jaula al fondo del mar. Parece que está a cincuenta metros de profundidad la jaula, por lo que nuestro pez está cerca de encallar. Pero cuando no hay esperanza, surge Burbuja. ¿Qué quiere un pez abisal? Recuperar a sus seres queridos, está claro. Por lo tanto Burbuja baja a por el pez que pescó (creí que lo habían descuartizado en el laboratorio), y lo coge ya que lo tienen envasado para enviarlo al Mercadona. Y nada, echa al bicho congelado al agua y la madre se va... Joder, maravilloso, sublime.