Respuesta: El cine de Peter Weir
(
The Mosquito Coast, 1986)
“
Esta es la educación que los americanos debieran haber tenido”
La extraña ambición de un hombre llevada al extremo más inquietante. Weir siempre me ha convencido por una razón (entre otras muchas): la forma en cómo plasma las situaciones de los seres humanos. Me son creíbles, como si lo que estuviese viendo pudiese pasar de verdad. Y en este caso en cuestión vuelve a suceder. Y lo más inquietante de todo es que lo que propone podría incluso llegar a comprenderlo y aceptarlo pues lo que intenta decirnos es razonable.
Y aunque es cierto que la película es inquietante e intrigante a partes iguales, las intenciones del personaje de Harrison Ford, no están muy alejadas de cierta realidad. Lo malo es que llevadas al extremo producen resultados extremos. Y no es para menos. Un excéntrico, una especie de visionario, un creador, egocéntrico y extraño a partes iguales donde sólo cuenta su previsión de futuro y su miedo a que la sociedad acomodada acabe convirtiéndose en un mal irremediable.
La película está dividida en dos partes muy diferenciadas. La primera es quizás la más atractiva y la más esperanzadora, con cierta semejanza a Robinson Crusoe, donde de la nada construyen una pequeña civilización, una nueva población. Con una impresionante puesta en escena y una imagen realmente impactante y que lo resume todo a la perfección, esa “nevera” gigante en medio de la nada, demostrando hasta dónde puede llegar el ingenio y la ambición del ser humano la película no cae en el aburrimiento y mantiene el interés del espectador porque juega con nuestras ganas de descubrir y saber.
Pero la parte segunda es la que pone toda la carne en el asador. La que se convierte en un mazazo al raciocinio. Por todo lo que acontece demuestra tanto el director como la situación que no hay nada que pueda salvarnos de nuestra autodestrucción. Empezando por los furtivos que invaden, sin previo aviso, lo que tanto ha costado construir y conseguir hasta acabar destruyendo lo que él mismo ha construido (la imagen de Ford gritando, con un grito sordo, es uno de los planos más sobrecogedores). Pero eso es sólo la punta del iceberg porque luego vendrán las inundaciones, demostrando otra vez que ante la naturaleza no hay planes posibles. Para luego acabar con otra de las imágenes más impactantes y sorprendentes de la película: esa gente hipnotizada por un telepredicador (y lo que luego acontece) dando pie a un final descorazonador, carente de sentimiento y a la vez reconciliador.
Una película que por sus formas y por lo que cuenta (mejor dicho, por como lo cuenta) cuesta simpatizar con el espectador y en parte lo veo comprensible. Y todo radica por lo mismo. Las acciones, razones y reacciones del personaje de Ford son impresionantes por la resolutiva. Y estoy convencido que no todo el mundo aceptaría lo que él propone. De ahí que su familia sea la protagonista (al menos así lo veo). Que acepten y claudiquen demuestra un valor, una entereza y una unión increíble. Algo que está fuera de lo común.
Sin olvidarme, claro está, de la fotografía de la película. Un elemento más que se convierte en una parte fundamental para poder entender parte de la situación. Una historia y una película que desde luego no es de las mejores películas de Weir pero desde luego es de esos títulos que te hacen meditar.