A mí lo que más me gusta de la película es que Tarantino continúa lo que empezó (más tímidamente) en Death Proof: añadir a sus tradicionales pastiches una reflexión metacinematográfica interesantísima.
A todos los que no les esta gustando creo que pasan bastante del rollo meta y claro, sin esto la película se te desmonta y se hace incompresible. Lo que mas me va a joder el visionado va a ser no enterarme de algunas referencias al no haber visto probablemente algunas de las películas a las que tira. Pero bueno, ya estareis por aqui para aclarar eso.
Una pregunta, el doblaje mata indiscriminadamente esta peli?, porque estoy loco por verla en pantalla grande pero aqui los cines en VO son una quimera. Estoy buscando copia "por ahi" a una calidad decente y en VO por si me la veo en casa pero, uffff no es lo mismo.
Con esa crítica tan jodida, preveo una obra maestra que la peña a piñón no aplaudirá.
BIEN, BIEN, BIEN. VENGA OTRA RACIÓN DE DEATH PROOF.
Duss, no voy a insistir, pero también será la última vez que te conteste. Hay una cosa que se llama EDUCACIÓN. GROUCHO te está diciendo que él pasa un poco de eso, yo te estoy avisando y seaker también. Pero nada, tira de alforjas.
La película me parece disfrutable aún y cuando uno no se entera del rollo meta (que la hay). Pero bueno, está claro que la publicidad engañosa le hará algo de daño al film. Yo ya os advierto que el título no sólo se refiere a la pandilla del personaje de Pitt, que de sobrar no sobran absolutamente nada.
Sin ellos media película se iría a tomar por culo.
Os dejo aquí mi crítica por si a alguien le interesa.
No he indagado porque quiero ir con sorpresa, pero estoy absolutamente anonadado si ha metido metalenguaje. Hostia santa...¡SI ES UN BÉLICO!¿Cómo coño lo ha metido?
Troy, yo creo que la película funciona perfectamente si te quedas en la superficie, muchísimo mejor que por ejemplo Death Proof, donde eso era más necesario para el disfrute (aunque bueno, tampoco del todo, porque simplemente por la marcianada que se marcó ya merece un aplauso por la valentía y los huevazos aunque uno no pille nada de nada). Creo que a la última le falta bastante metraje para desarrollar alguna narración (ya está diciendo Tarantino en el EP3 que se plantea precuela ... aunque es verdad que eso lo dice siempre jeje), pero bienvenida sea esa sensación después de 150 minutos.
Por otro lado, cuando me refiero a la metaficción no digo referencia pajera respecto a otras películas y tal, ¿eh? Eso de haber tenido que ver otras películas lo odio. Yo digo que reflexiona sobre la postura del espectador frente a la violencia en la pantalla, sobre la relación entre lo ficticio y lo real, sobre cúal debe ser el valor del arte. A años luz de Almodóvar poniéndose un alter-ego al que le gusta Malle y Rossellini, y que declara su amor a las películas de la manera más autista del mundo (y mira que me gustan algunas suyas, pero es de estudio la comparación entre la oda al cine de Tarantino y la del manchego en sus dos últimas películas).
Aquí he traducido lo mejor de la crítica de Independencia. En algunas cosas creo que no tienen del todo razón, pero hay otras muy interesantes para discutir. Los subrayados son míos.
Ya lo sabemos, Inglourious Basterds dibuja una banda de héroes de película, finalmente marginal para la intriga: un comando de soldados judíos americanos enviado a la Francia nazi de la II Guerra Mundial para hostigar a las tropas alemanas. Con el deseo salvaje de pagarles con la misma moneda de sus crímenes. Su eficacia, terrible, se prueba en un golpe de montaje: basta que la banda sea presentada en una sesión informativa a cargo de Aldo Raine -we gonna be doin' one thing and one thing only: killing Nazis – que una elipsis nos transporta a Berlín donde los Bastardos provocan ya el furor de Hitler.
[...]
Personajes bastardos, encerrados entre una ficción absoluta a la altura de lo que Tarantino puede dar de desmesura, y los hechos históricos en los que se encarnan. Trata a la Historia como un hecho relativo. Landa lo dice en la primera secuencia. Prefiere los rumores a los hechos, la verdad que contienen esos rumores a lo que la realidad puede tener de mentirosa. El film lo enfrenta así: un absoluto encuentra una relatividad, la ficción lo lleva. La historia hará la Historia, y no al revés. El trabajo de la ficción histórica no se somete al proceso de aplastamiento de la descripción histórica, sino que coge sus materiales al revés para provocar un acontecimiento. Porque la Historia en mayúscula está en el filme como arma de los tiranos, es dictada, una dictadura. A ella Tarantino opone dos agentes de subversión, los Bastardos y Shosanna Dreyfus. Si los Bastardos tienen cuchillos y bates, Shosanna lucha con su cámara, películas y proyector, los únicos oponentes con posibilidades frente al verbo de opresión del Landa de las SS. Él es un agente de la Historia, un trabajador de los bastidores, que maneja los hilos y va siempre por delante de todo el mundo. Habla mucho, pero es lo opuesto a un movimiento: una manera de paralizar, un acorralamiento. Frente a su verbo, la peli pirata rodada por Shosanna abre el telón, aparece de repente sobre la escena.
[...]
Es difícil encontrar el mínimo diálogo que no esté bajo tensión. El primer capítulo anuncia lo que sigue, contiene casi todo el filme. Una conversación que enciende la mecha de un desenlace trágico dejándolo reposar siempre un poco más. Modelo reproducido en todas las secuencias clave, con un principio: la palabra contiene la chispa que hace todo explotar al final. Cambio de idioma, acento raro, lenguaje corporal, la materia-palabra violenta y la materia-verbo. Tarantino continúa reinvidicándose como escritor. Cada vez mejor, describe lo que un escritor que da vida a su texto en cine representa: un letrista.
Al otro extremo del filme los esfuerzos reunidos de Shosanna y los Bastardos triunfan con la élite del III Reich, su trío principal Hitler-Goebbels-Goering: el coronel Landa se asegurará el beneficio de la paz inmediata con los americanos y de recuperar la gloria del atentado del que en realidad era blanco. Una Historia alternativa se fabrica, historia bastarda que se formula en los términos de sus explotadores: los actores reales de ese terrorismo son dejados al anonimato de su muerte en la explosión del cine. Son los famosos personajes esenciales-prescindibles de Tarantino, cuyo heroísmo encuentra aquí su formulación política: son los trabajadores de la Historia, que cambian su curso respondiendo a la opresión por la revolución.
¿El cine más fuerte que la Historia? Afortunadamente, es más complejo que eso. [..] Landa negocia su jubilación con los americanos y pregunta ¿Qué dirán los libros de Historia? El plano siguiente, de vuelta con Shosanna sola en su cabina de proyección. En un instante todo el planeta nazi la conocerá: “Mi nombre es Shosanna Dreyfus”, lanza su rostro en primer plano sobre la pantalla. La pantalla se hace humo, nadie sobrevive, y la Historia recubrirá la página de nuevo en blanco con lo que ella quiera. Desde su cabina de proyección, tiene un ángulo estratégico para retener a sus enemigos en su punto de vista. Pero no es el lugar del poder, ese se ejerce en la sala, despertando la locura de los jefes nazis. La cabina permite el contrabando de lo oculto a lo visible, lugar de afirmación, sin control. Con su plan realizado con éxito, Shosanna está destinada a desaparecer.
Hacer un cine que no sea más fuerte que la Historia sino que desbordándola la ponga a la altura de lo contemporáneo. Tarantino sin embargo no ha terminado de recibir el reproche de la simple diversión con la repetición o la serie Z. Pero su trabajo sobre las secuencias históricas, la II Guerra Mundial, o el género spaguetti-western, consigue más que nunca sembrar el pánico. Terrorismo de interior. Tarantino lo reactiva todo, nos dice que aún no se ha acabado. Inglourious Basterds consigue al fin la fórmula: se trata de dotar a la recreación de la fuerza del fuego. Un incendio que consume lo que sabemos, desde la muerte de Hitler a la Historia del cine, para suscitar un deseo de palabra nuevo, exitoso. Su película está siendo la más discutida del momento: invita a ello.
Por cierto, demencial lo que he leído en más de una crítica cutre de que presenta a los nazis como "muy humanos". Vale que se aparta del estereotipo y tal, pero decir que los humaniza...
Por otro lado, cuando me refiero a la metaficción no digo referencia pajera respecto a otras películas y tal, ¿eh? Eso de haber tenido que ver otras películas lo odio. Yo digo que reflexiona sobre la postura del espectador frente a la violencia en la pantalla, sobre la relación entre lo ficticio y lo real, sobre cúal debe ser el valor del arte.
¿Y qué pasa porque los saque "muy humanos"? ¿Acaso no lo eran? Supongo que eran humanos, que querían lo mejor para sus hijos y que sabían amar, por muchas burradas que hicieran.
Lo siento, es que me repatea la propaganda que hay por parte de los vencedores hacía el resto. Parece que solo queda odiar y no aprender de los errores pasados de Europa.
Los humaniza, si ¿Y? Eran humanos. Muichos de ellos, unos cabrones, pero personas. A ver cuando pasen 100 añso y todoslos superviventes del holocaisto la hayan palamado, empezaremos (los que esten) a ver más cine y literatura que observe aquel conflicto en generral con la complejidad que se merecece.
Los nazis me dan mas miedo cuando se cascan una noche de invierno recorriendose las frias calles de Berlín para conseguir un peluche para ver una adorable sonrisa en el rostro de su nieta, para levantarse temprano al día siguiente para charlar sobre un partido de futbol con un compañero mientars gasea a un par de judios como quien graba datos, que el 90 por ciento de la srepresentaciones dramáticas actuales, centardas solo en la figura.
Lo otro es muy fácil...
Dicho esto, Basterds tampoco es que sea un dramna realista precisamente.
En ese sentido, me quito el somrero ante gente como Russel T. Davies. El tío estará lleno dedefectos, pero si manerade llenar un episodio de Who como Sound of DRums de referencias al pasado sin que la gente ignorante de ese pasado se entere dequeestán ahí, pero hacen eyaculara un un fan, debería enseñarse en la sescuelas.
Yo pillé la referencia en los primeros planos a Once upon a time in the West (como para no pillarla) y luego había tantas otras cosas en las que fijarse que desconecté de todo eso. Tampoco es que me interese especialmente, aunque supongo que en revisionados saldrán referencias; pero yo no veo tanto que cite como que se apropie de recursos e inquietudes (Brian de Palma).
Seakermdc, a mí me parecería estupendo que hubiera hecho una película de nazis buenos y judíos malos (como ficción sería interesante) pero es que decir que aquí son buenos porque son leales y quieren a sus hijos es de una cerrazón y una ceguera impresionantes, con la que lían. Es como en El hundimiento, que parecía por según qué críticas que lo ponían de santo; un poco de evolución por favor.
Ni buenos, ni malos. Personas. Ni más, ni menos. Con sombras, con luces. Personas queejaron que las sombras las devorararan... Pero personas. Buenos y malso para una opereta, vale. Paravla realidad, como que no.
En ese ejército había de todo. Y en España sobre todo sabemos que en una dictadura bien organziada no es facil levantarse y decir no.
Aunque basterd es un pulp en su corazón, hace mucho hincapie en la humanidad del monstruo y el horror de la venganza por muy justificada que parezca. A su vez, se encanta a si misma revelando ma mosntruosidad del ángel y la atraccion de la venganza por muy injusta que sea.
Es una peli con cojones; quizás su sentido del absurdo y de la satira caricaturesca haga que esto pase más desapercibido de loq ue parece; uno parecetener que dedicar al tema su ojo concentricamente para que este parecza tenerr lugar. Gracias a Dios , Taran es más sutil... y más inteligente. ES curioso, pero a veces me recuerda al Frank Miller de los ochenta.
Bastante mejor que la crítica de LHP es la de miradas que os pego (en lugar de dejar solo el link, y asi os oculto un cacho spoiler que me he tragado en el 3º párrafo). Dice algunas cosas que me parecen francamente emocionantes y añade titulos a los que remite:
Celuloide quemado
Por José Francisco Montero
Desde Reservoir Dogs (1992) hasta Malditos bastardos el trayecto de la obra de Tarantino va desde el que parte del cine para llegar a otro sitio, al del que parte de cualquier sitio para acabar en el cine. Y la ventaja de Malditos bastardos es que aquí Tarantino no engaña a nadie, el carácter del cine como destino es literal: todo sucede en su última película alrededor del cine, con diversos personajes relacionados de una forma u otra con él, culminando en la secuencia cercana al final en que todos los personajes de la historia —y algunos de la Historia— confluyen en una sala de cine —como ya lo hacía Grindhouse (2007), el proyecto conjunto de Tarantino y Robert Rodríguez, con la colaboración de otros realizadores—. A pesar del patente anclaje de las primeras películas de Tarantino en unas determinadas tradiciones convenientemente reelaboradas, en ellas aún le interesaba ir más allá. Cuando en Reservoir Dogs el falso policía infiltrado en la banda de atracadores —un personaje prototípico del cine policíaco— se veía obligado a matar a una inocente conductora, el personaje y las implicaciones de su acción interesaban por sí mismos; así como la naturaleza de las relaciones entre algunos personajes de esta película —las que mantienen el señor Blanco y el señor Naranja, por ejemplo— resultaban determinantes en su desarrollo, y Tarantino sabía exponerlas con convicción, incluso con emoción; de forma similar, cuando las alteraciones de la linealidad narrativa en Pulp Fiction nos permitían seguir las evoluciones de un personaje que unas escenas antes habíamos podido ver cómo era asesinado, esta estructura nos sugería el carácter casi fantasmal de estos personajes y el fatalismo de su destino; sin embargo, cuando vemos, por ejemplo, las escenas finales de Malditos bastardos, interesa menos, creo, el destino de sus personajes que el ingenio del juego intelectual y metacinematográfico que nos propone Tarantino. No se trata de un retroceso en su obra, de un descenso de calidad, sino simplemente de una apuesta estilística —hasta cierto punto— diferente: lo cierto es que la obra de Tarantino se ha ido haciendo progresivamente más cerrada al exterior, más autárquica, más reflexiva.
Probablemente la mayor aportación de Tarantino al cine de las dos últimas décadas haya consistido en la colisión extremadamente fértil que su obra —en especial sus tres primeras películas— formaliza entre su extrema estilización, entre una abstracción que remitía exclusivamente al cine, y las pinceladas de realidad que introducía en ellas —básicamente en el uso de los diálogos y del tempo narrativo, que dislocaban su aparente naturaleza meramente referencial—. En el interior de la tensión entre estereotipos genéricos y su subversión que moviliza toda la carrera de Tarantino, probablemente esta última desarticulación ha sido la más determinante en la configuración de su obra. Pues no deja de resultar muy significativo que si Tarantino asentó en buena medida su enorme popularidad e influencia a principios de los años 90 en sus alteraciones de la narración clásica, su evolución haya certificado que el suyo es un cine muy poco narrativo —algo ya latente en sus dos primeros largometrajes, pero muy evidente en las dos partes de Kill Bill (2003 y 2004) y en Death Proof (2007); la excepción, si acaso parcial, sería Jackie Brown (1997)—. El cine de Tarantino se mueve entre la extrema dilatación de las situaciones y la violenta explosión de las mismas, entre unas largas secuencias en que aparentemente no pasa nada y las violentas elipsis de aspectos en principio nucleares de la trama, entre brillantes set-pieces y los huecos que las conectan, en la estela de la obra de Jean-Pierre Melville. Una narración que pervierte así, por una doble vía, la narración clásica: por la de su vaciado y por la de su saturación.
Mucho antes de la aparición de Tarantino, Eric Rohmer hablaba de los cineastas para los que «el cine sería fundamentalmente un medio de hacer revelar el propio cine», y Tarantino desde luego pertenece a esa especie. Malditos bastardos en principio ofrecía la aparente novedad de situarse en las coordenadas de unos hechos históricos conocidos por todos, los de la II Guerra Mundial, con la presencia de personajes reales como Hitler y Goebbels. Sin embargo, para Tarantino la Historia es la Historia del cine y no hay más realidad que la del cine. Malditos bastardos ratifica definitivamente la supremacía de las historias sobre la Historia para el director americano.
Cuando Shosanna y Zoller se matan mutuamente en la cabina de proyección, la película que éste ha protagonizado continúa su curso en la pantalla y al poco tiempo será sustituida por la que ha interpretado la muchacha para acompañar su venganza.
Si algo nos dice Tarantino en Malditos bastardos es que para él el cine siempre sobrevive a la realidad, y su última realización no hace sino certificar que su obra se ha ido decantando imparablemente en los últimos años hacia el puro artificio, hacia la vindicación de la más genuina fantasía —no es necesario insistir, por evidente, en que Malditos bastardos es un sórdido cuento de hadas (como ya lo era Kill Bill), la cara oscura y violenta, pero que tradicionalmente estaba implícita, de los mismos—.
Así, si el director de Jackie Brown (1997) ha desarrollado sus historias a partir de los esquemas de la literatura pulp o los de varios subgéneros cinematográficos, en Malditos bastardos realmente no han cambiado mucho las cosas y la película se ubica menos en la Historia que en el cine bélico más convencional ambientado en la II Guerra Mundial —tipo Los cañones de Navarone (The Guns of Navarone J. L. Thompson. 1961), Doce del patíbulo (The Dirty Dozen. R. Aldrich. 1967) o El desafío de las águilas (Where Eagles Dare. Brian G. Hutton. 1968)—, e incluso en el cine bélico de serie B a la europea —y poco más que en este difuso recuerdo y algún recurso como el de la cámara lenta para las escenas más violentas, ya copiado por el director italiano de las películas de Peckinpah, reside la influencia de Aquel maldito tren blindado (Quel maledetto treno blindato. Enzo G. Castellari. 1978)—. E incluso más determinantes que las referencias al cine bélico resultan las que remiten al western, otro género que oscila permanentemente entre lo histórico y lo legendario. Un género, como es sabido, trascendental en el cine de Tarantino, casi en el mismo grado que el cine policíaco: tal vez Tarantino no haya dirigido aún ninguno porque en realidad todas sus películas lo son, en mayor o menor grado. Ya desde la primera —y la mejor— escena de la película, que remite a otra escena de A través del huracán (Ride in the Whirlwind. 1965), un magnífico western de Monte Hellman —cineasta, además, fundamental en los inicios de su carrera, y que contribuyó de manera determinante a que pudiera realizar su primera película— queda claro que aquí nos encontramos también ante un western, como luego confirmarán referencias más explícitas, pero invirtiendo los papeles: los soldados judío-americanos son ahora los indios y el cuero cabelludo en riesgo de ser cortado el de los nazis.
Es por ello que esa vaga inspiración en una realidad histórica no hace sino resaltar la esencial irrealidad de esta película, siendo en este sentido Malditos bastardos, si no su mejor película, la más coherente, la más abstracta y autoconsciente, casi un manifiesto sobre su cine. Si las anteriores películas de Tarantino hablan de sí mismo en tanto que cinéfilo compulsivo, en Malditos bastardos lo hace ya en tanto que cineasta —y no en vano concluye con la propia firma del director, escrita con sangre en la misma carne, lo que no deja de ser también muy coherente con su obra anterior—: de hecho, Malditos bastardos también importa, en relación a estas escenas finales, una especie de purificación, por la vía de la confesión: tanto la venganza de Shosanna como la carrera de Tarantino han sido posibles por, literalmente, quemar un montón de celuloide.
A mi hay una duda que me empieza a calentar la cabeza, ¿porque ninguna crítica (salvo la de Rafalet) comentan nada de los actores? Se suponía que Pitt iba a ser la hostia, ¿no?
Como os envidio cabronazos, os voya mandar al Lobo a que practique el medievo con vuestro culo, por culpa de trabajar como un cabrón, vivir en una ciudad en fiestas y hacer algo de vida social por la noche, me que quedo sin bastardos mínimo hasta el lunes, que putada, y a los quejáis deberiáis ver lo que tenemos en Asturias para que sepáis lo que es el horror en cuanto a salas.
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