El curioso caso de Benjamin Button:
El curioso caso de Benjamin Button:
De por sí escribir estas palabras ya me resulta de nuevo una experiencia cercana a la magia. No es que este dando con una varita al teclado mientras presiono las teclas, o este saliendo un conejo de la bandeja del DVD de mi ordenador. No, me refiero a ese poso de magia que te dejaba de niño el descubrir que el cuento finalmente se acababa y que ya nunca volverá a ser la primera vez que vuelvas a disfrutar de ello o que poco a poco los años te vayan venciendo y pierdas esa inocencia infantil que te hacía soñar cualquier cosa.
El curioso caso de Benjamin Button es uno de esos cuentos. Un cuento con el que los adultos volverán a sentirse niños, que sin darse cuenta realizarán el mismo viaje del protagonista comenzando como unos viejos que creen que por el hecho de haber vivido un tercio de su vida ya saben como funciona el mundo y no hay nada que pueda sorprenderlos. Los niños se quedan embobados con cualquier cosa diríamos cuando viésemos a nuestro hijo contemplando el vuelo de las aves. Como todos los cuentos este cuento es mágico, no casi por lo que cuenta sino por lo que hace sentir al espectador. Aparte de magia, nuestra historia tiene un delicioso aire inocente, irónico, dramático y estrambótico. Lo aderezamos con un poquito de realismo mágico, otro poquito de fábula, fantasía y... voilá... Magia. Nos recordará por momentos a cientos de películas, pero Fincher puede que recoja cosas de toda esa tradición para filmar un producto a mi juicio impecable.
David Fincher...
Me gustaría haber dejado el anterior párrafo como esta, pues a mi juicio dice de por sí lo que quiero decir y no me resisto a hacerlo. David Fincher... Director de varias de mis cintas de referencia. Se7en, Fight Club y recientemente su peliculón Zodiac. David Fincher... El mismo que lleva años gritando que se le tome de una vez en serio y que perdonen, pero todo el mundo empieza en un sitio, y en su caso fue en el mismo sitio que Michael Bay, el mundo del videoclip. Pero ahí vemos a uno y ahí vemos a otro. David Fincher desde sus inicios ha ido puliendo cada vez más su estilo y con la madurez se ha ido acercando a proyectos más interesantes y menos propicios para el breve encasillamiento que pudo sufrir hace unos años como "postmodernista" o algo así gracias a lo bizarro de algunas de sus películas (mal entendidas) o el estilo que solía aplicarlas donde el ordenador tomaba un papel muy protagonista dentro de la propia dirección. Muchos de sus planos eran secuencias de animación que en algún caso como en Fight Club servía de una forma irónica al propio desarrollo en el exceso de la película. Pero tras el correcto y poco más Thriller La Habitación del pánico nos hemos encontrado con un Fincher bastante más maduro y centrado, como un nuevo renacimiento que ya nos ha regalado ese peliculón con mayúsculas subrayadas que fue Zodiac y que ahora continua (y espero que no se complete) con El curioso caso de Benjamin Button.
Técnicamente la película se presenta deliciosa. Aparte del buen excelente pulso de Fincher con la cámara, la recreación y cambios de épocas están muy bien resueltos por los decorados, vestuario y maquillajes (que en más de una ocasión tienen que recurrir al retoque digital y puede notarse). La fotografía dominada por tonos verdes, amarillos y sepia en su mayor parte nos ayuda también a introducirnos dentro de este bonito cuento, a saborearlo, y lo que es más importante, a que contribuye junto al resto de valores técnicos y artísticos a crear un ambiente de sensaciones que directamente hacen que la experiencia de ver esta película resulte única y de repente te das cuenta que te quieres quedar ahí, que no quiere que acabe, que no puede terminar todo así...
Asimismo el aspecto interpretativo es igualmente destacado. Brad Pitt de nuevo demuestra que puede con lo que le echen (aunque algunos se empeñen en decir que no y que solo es uno de los guaperas de Hollywood), su interpretación a mi juicio resulta intachable y puede cargar sobre sus hombros la historia del propio personaje. La guapísima Cate Blanchett esta igualmente colosal cuando aparece, con una presencia y una elegancia en pantalla que dudo que nos diesen muchas de las actrices mejor pagadas de Hollywood. Su clon, Tilda Swinston igualmente esta estupenda como casi siempre que la veo en pantalla grande. Por último, Julia Ormond, junto a un excelente y gran plantel de secundarios, no desentona para nada y se agradece que de alguna manera la podamos volver a ver en una película importante y no en La Conjura de El Escorial.
Esta película es una joyita, una película que muchos adoptarán como de culto (como ya ha pasado y me ha pasado con otras películas de Fincher), una cinta que no necesita siquiera carta de presentación. Paguen la entrada, pasen y simplemente vean. Observen, déjense llevar de nuevo por la magia del cine y olvídense de que últimamente ha visto poco cine ya que odia los blockbusters veraniegos sin alma. Pero no se confunda, esta cinta si tiene esa alma, si contiene todo ese mundo de sensaciones que desde pequeño nos cautivó y nos hizo comprender que no podría quitarse jamás este vicio sin cura que es el buen cine, el que afortunadamente nos ha traído pese a todo el año que acaba de terminar. Me quedo muy corto, pero no quiero contaros este cuento... Dejad que lo haga Caroline, Benjamin y Daisy.
Nota: 9,5 (no se por qué no la pongo un 10).