En las etapas de crisis, cuando el negocio mengua, las facciones de la mafia tienden a desatar guerras muy cruentas para incrementar su zona de dominio, saltándose los límites que se habían mantenido de coexistencia en tiempos de bonanza. A lo que asistimos es al desencadenamiento de una guerra de aniquilación de Esperanza Aguirre contra Mariano Rajoy. No hay ética, se trata de poder y de venganza.
Por supuesto que la crisis irreversible de este sistema corrupto, basado en la corrupción, se debe a la labor callada del juez Pablo Ruz con su comisión rogatoria a Suiza y el descubrimiento de la abrumadora fortuna amasada por el funcionario-tesorero-senador (para ser aforado) del PP, Luis Bárcenas, aquel de cuya inocencia hizo causa el PP, con el apoyo de todo su aparato mediático, ahora cuarteado. En las mafias, al único al que no se puede tocar es al contable, que está en el secreto de todos los enjuagues, y por ello Bárcenas, que había abandonado la militancia en el PP, mantenía, sin embargo, despacho –la sala Andalucía- en el mismo corazón de Génova, más coche, chófer y secretaria.
Pero lo que se ha dado en llamar la bomba atómica, que no es otra que la publicación del secreto a voces de que en Génova se han cobrado durante veinte años sobresueldos en dinero negro tiene todo el marchamo, la marca indeleble de una filtración vengativa de Esperanza Aguirre a través del buque insignia de su nutrido –y arruinado- aparato de propaganda: el diario El Mundo.
Es obvio que los 22 millones de euros de Luis Bárcenas podían presentarse como un caso de corrupción personal, que afectaría, sin duda, de manera directa, a Mariano Rajoy, con doble culpa, tanto in eligendo como in vigilando, pero tan obvio o más es que la trama de los sobresueldos sitúa a todo el PP en estado de corrupción o descomposición. Lo sitúa como una mafia. Es lo que es. Es lo que marca e impone nuestra cleptocracia, nuestro sistema de listas cerradas y cupulocracia.
No estamos ante un vendaval ético de lucha contra la corrupción sino ante una estricta vendetta, aunque como efecto indeseado vaya a producirse ese vendaval porque se ha abierto la caja de Pandora, cuando, además, Zarzuela está desacreditada por el caso Urdangarín y la casta catalana por la clamorosa corrupción del clan Pujol. Todo el sistema hiede por la putrefacción de la casta. Se trata de la venganza de Esperanza Aguirre, un personaje cuya ambición supera con mucho a su inteligencia, contra su enemigo Mariano Rajoy, quien, por cierto, está en el puesto que ella considera que debería ser suyo: la presidencia del Gobierno. Y que además, Rajoy, quiere controlar el PP de Madrid y acabar con el feudo de Esperanza.
El movimiento táctico de abandonar la presidencia de la Comunidad de Madrid, dejando a su corrupto delfín Ignacio González la deja al margen del balance desastroso de su gestión y con las manos libres para hacerse un entierro vikingo. Vaya por delante que Esperanza Aguirre no puede encabezar ninguna regeneración que tendría que incluirla a ella, pues, entre otras cosas, Gürtel es puro aznarismo, puro esperancismo, y su epicentro originario está en Majadahonda-Boadilla-Pozuelo, con personas de la total confianza de Aznar y Esperanza. Aunque después de heredar el aznarismo, Esperanza ya es un verso suelto, que, en el caso Madrid Arena, se ha lanzado en tromba contra Ana Botella.
Esperanza Aguirre va por libre, porque el escándalo de los sobresueldos daña de manera muy directa a José María Aznar que lo practicó en Castilla y León y lo sistematizó a su vuelta a Génova en la refundación de AP al PP. El sistema de sobres no lo sistematizó Francisco Álvarez Cascos, sino Cascos a las órdenes de Aznar. Éste es uno de los mayores corruptores de la historia de España, y uno de los mayores desastres de gestión en su cortoplacismo, pero de esa manera entraría directamente en la nómina pública de los corruptos, al lado de su yerno, el conseguidor Alejandro Agag.
Por supuesto, la filtración no es de Luis Bárcenas, sin relación alguna con El Mundo y desaparecido en combate, cuyos chantajes serán, por lógica, privados. No puede ser más que de Esperanza Aguirre y eso lo tiene claro todo el PP. El filtrador ha de avalar la noticia y es lo que ha hecho Esperanza Aguirre, abanderando la exigencia de luz y taquígrafos y guillotinas.
El aparato de propaganda de Esperanza Aguirre está compuesto por El Mundo, Libertaddigital e Intereconomía, y a distancia Periodistadigital. Lo ha alimentado económicamente. Les ha primado. Les ha dado concesiones y licencias. Ha encarecido el agua del canal de Isabel II para financiarles. Y Rajoy les ha negado el pan y la sal, porque no tiene pan ni sal para repartir y porque los considera enemigos. No deja de producir vómitos e hilaridad que a esa facción de la mafia político-mediática les haya dado ahora un ataque de ética con bastante histeria. Intereconomía, por ejemplo, hizo una defensa cerrada y corrupta de Luis Bárcenas y una agresiva campaña de protección de todos los corruptos de Gürtel –también de Jaume Matas y de Carlos Fabra- siguiendo al dictado el argumentario genovés con ideas tan pintorescas como que no había financiación irregular del PP, cuando es una evidencia –y está en el sumario de Gürtel y de Brugal- que toda, toda la campaña del PP, todos y cada uno de sus actos, se hacen con dinero negro, con financiación irregular, con mordidas, maletines y comisiones, a cambio de contratos, recalificaciones de terrenos y favores políticos oscuros. Incluso Intereconomía, cloaca de la casta pepera, mantenía que se trataba de una utilización del aparato del Estado para acabar con la oposición situándonos en la antesala del totalitarismo. Eso es lo que defendían Julio Ariza y Antonio Jiménez. Julio Ariza, beneficiario de un crédito ICO de 1,6 millones de euros, gestionado por la Bankia de su socio Rodrigo Rato, forma parte de la nauseabunda historia de la corrupción. No deja de ser un sarcasmo insoportable que Esperanza Aguirre vaya a estar en una televisión en la que los cámaras no cobran desde noviembre y de la que las maquilladoras a las que ella abroncaba fueron despedidas en el ERE del que Ariza no ha pagado las indemnizaciones. Este el nuevo esclavismo trufado de hipocresía.
Rajoy tiene que contraatacar desactivando al PP de Madrid y segando la hierba bajo los pies del aparato de propaganda esperancista. Es la lógica de la guerra. Los efectos ya son devastadores. El PP se desangra a velocidad vertiginosa. El sistema se cae en pedazos. Que luchen las facciones de las mafias. Que se maten en esta guerra cainita y por ello más enconada. Que nadie se crea ninguna de las falsas referencias éticas de los contendientes, ni los temblores de manos, que más son de piernas, ni las comisiones de investigación, ni las declaraciones altisonantes. Ya nadie cree a estos políticos que chapotean en su propia corrupción moral y en sus vómitos. Esta guerra será beneficiosa, pues sólo van a caer mafiosos de una y otra facción, Ignacio González con su ático corrupto de Estepona, por supuesto, colocados su hermano, su cuñado y su mujer, como han sido colocados el hijo y la hermana de Esperanza Aguirre. Mariano Rajoy está acabado: vivió en la corrupción aznarista y la heredó (también tiene colocada a Viri en esa cloaca de Telefónica y eso es un sobresueldo más); la cortó, pero ya demasiado tarde. Cobró, por supuesto, los sobres, como todos. Esta guerra ya es beneficiosa. Ya se habla, por todas partes, de regeneración. Y la regeneración viene, pero primero es conveniente este San Valentín de grandes dimensiones. ¡Ánimo Esperanza, a por Mariano! Sois tal para cual. Casta podrida y parasitaria.