Albert Vadell tiene 4 años y medio y una discapacidad del 75% por culpa de un virus que le afectó al cerebro durante el embarazo. Tiene dañado el sistema psicomotor, no anda ni puede coger objetos y tiene dificultades para aguantar la cabeza erguida.
«Nosotros, los padres, somos las manos y los pies de estos hijos nuestros que probablemente no lleguen nunca a caminar o a hablar», explica gráficamente Miquel Àngel Vadell, su padre. Este profesor de 40 años se siente afortunado porque tanto él como su mujer, Rocío Martín -enfermera de pediatría- tienen trabajo. En los tres últimos años han sufrido el azote de la crisis en forma de recortes en sus salarios y en la dependencia de Albert.
«Hace un año y medio percibíamos 520 euros y seis meses después, se quedaron en 420», apunta Miquel Àngel.
Este padre de familia numerosa
-Albert, tiene dos hermanos, Miquel (7 años) y Martina (4 meses)-- afirma sentir impotencia y no comprende que se recorte a los más vulnerables.
«No es por gusto ni por capricho, son necesidades imperiosas», defiende.
Solo un cochecito adaptado para a Albert cuesta unos 3.500 euros.
«Puedes pedir una ayuda al año », dice su padre. Pero no todos los aparatos ortopédicos entran, así como tampoco adaptar el coche o la casa, y los recortes también han afectado a esas ayudas complementarias. Miquel Àngel lo sabe muy bien.
Más allá de lo económico
La discapacidad de Albert incluye la sordera, y desde hace tres años lleva dos implantes cocleares en cada oreja. La intervención, que se llevó a cabo en el Hospital de Sant Joan de Déu, estaba cubierta por la Seguridad Social, pero no los gastos adicionales:
«40 euros en pilas al mes». La rotura de un cable o bobina puede suponer unos 200 euros (
«en tres años, Albert ha roto dos cables», explica su padre).
Albert vive con su familia en Argentona y asiste al colegio especial L'Arboç, no es público, y esto supone una cuota de 150 euros al mes. Allí recibe los cuidados de una fisioterapeuta, pero aun así, por el problema psicomotor de Albert, necesita sesiones de refuerzo para estirar las articulaciones.
«Tiene una hora extra de fisio a la semana... 35 euros por sesión», apunta Miquel Àngel. Otros 140 euros al mes, como mínimo. Y aún faltan los pañales, la alimentación especial (
«Es celiaco y solo toma triturados y batidos») y tantas otras cosas. Miquel Àngel, también habla de otros costes, los anímicos.
«Invito
a alguno de esos políticos que han recortado a venir a casa, a pasar el día y que vean lo difícil que es estar al cuidado de un hijo así», explica.
Su caso, dice, no es dramático pero siente rabia por las familias a las que les va la subsistencia en esa prestación. Y, por supuesto, también porque repercute en el bienestar de su hijo. Para Albert, esos 100 euros menos de su dependencia equivalen a tres horas más de fisio..., ¿El futuro?
«No lo pienso. Creí que no podría ser feliz, pero sí que lo somos.