España nunca terminó la Guerra Civil. Es más, si analizamos en profundidad nuestra historia, hay pocos momentos en que no hayamos vivido en una continua guerra civil. Lo que ocurre es que aquí el tema de los cuarenta años de pureza, de reducto moral y de salvación de la patria ha dejado demasiado vivo el clasismo más conservador. Ese que pica.
Me acuerdo una vez, viendo el programa humorístico que echan todas las noches entre semana presentado por Antonio Jimenez en 13TV, que el susodicho presentador entrevistaba a Carmen Lomana, que hacía poco había invitado a sus fiestas de la alta sociedad a un ser indigno de tales festejos como Monedero. Estoy seguro que al señor Monedero le gustan estás horteradas más que a un tonto un lápiz, pero bueno, dejemoslo ahí... El caso es que Monedero fue al tradicional roscón navideño de la conocida trabajadora, y Antonio Jimenez le preguntaba que como llegaba a Monedero ahí a una fiesta entre gente "distinguida". Por gente distinguida, nos referimos a abuelas fachas, viudas o hijas de un General franquista o un tipejo con poder para vivir en la Calle Velázquez en aquellos tiempos, o sea, CASTA.
Claro, yo soy hijo de un chapista y de una madre que durante mucho tiempo nos crió, no soy gente distinguida... Tampoco he estudiado en el colegio del Opus o en la Universidad privada católica cualquier carrera como excusa para después hacer el MBA, con el que ya convertirme en distinguido gracias a las influencias de mi papi entre ciertas élites.
Entonces, es ya cuando eres una persona que escucha a Doña Esperanza desde una posición acrítica, y sus palabras son cantos celestiales, donde todo es un contubernio de rojos y donde cualquiera que no sea de tu esfera encantada de haberse conocido es un apestado, un ser no distinguido, un mierda.
El problema es que esa es, efectivamente, la cultura predominante en muchos ámbitos. La que cala. La ideología que rezuma la TV, la publicidad, la radio... De forma más o menos presente... Pero ¿cuando habla Rajoy o Hernando me habla a mí o habla a esas abuelas fachas? Todos deberíamos ser como ellas. Es el único público objetivo de la acción política y comunicativa de nuestras élites.