Nos ha pasado una ola por encima que ha dejado al descubierto nuestras carencias: la irrelevancia de un gobierno formado en base a cuotas de socios de coalición, de cuotas de género y de cuotas regionales, ideado para épocas de bonanza, verbenas y enemigos imaginarios.
Un sector industrial delegado a terceros países. El caos territorial en la toma de decisiones. La pérdida de músculo estatal. El tercermundismo digital.
Proyectos técnicos de material médico realizados por emprendedores, profesionales o incluso estudiantes van 15 días por delante de la administración. El Estado está groggy, lento, sin capacidad de reacción. Y siempre tarde. En todo.
Un 80% de miembros del Gobierno no sirve para nada. Para NADA. Gestos, intrigas políticas, estrategias de marketing y poco más. Un 80% del gobierno es irrelevante.
Se llega tarde a todas las negociaciones para la adquisición de material a terceros, para el reparto de limosnas europeas y para la propia elaboración. No hay capacidad de gestión: demasiados años perdidos en tramas regionales y en la satisfacción de minorías hipersensibles.
Aprendamos. Ciencia, ciencia y ciencia. Industria, industria e industria. Meritocracia en los gobernantes. Para los que se han ido y los que se irán durante estos días ya no hay solución, pero espero que esta tragedia por lo menos deje alguna enseñanza.