LA CORTA NOCHE DE LAS MUÑECAS DE CRISTAL (La corta notte delle bambole di vetro,
1971) de Aldo Lado
Extraño, hipnótico y notable thriller conspiratorio y paranoico (más que giallo, pese al título), aprovechando bien los exteriores de Praga, con un punto de arranque muy
Alfred Hitchcock Presents (se descubre un “cadáver” en un parque, pero el tipo, que es el protagonista, no está muerto –le administraron una droga paralizante- y necesitará hablar o moverse antes de que le practiquen la autopsia, lo cual se prevé llegará al final del film, ¿se salvará?), para entonces desarrollar, mediante flashbacks, una intriga alrededor de desapariciones y muertes de jovencitas, con fondo de una organización poderosa en las sombras, de no muy benéficas intenciones. De ritmo pausado, progresivamente pesadillesca (y eso que ya empieza top-notch), de buena factura y atmósfera muy lóbrega (espléndida foto en negros y azules de Giuseppe Ruzzolini) y texto de “poderosos explotando de clases bajas o gente simplemente que se sale de lo establecido, subversivos”, que revela la ideología contestataria y progresista del director. Director conocido por una suerte de remake de
“La última casa a la izquierda”, pero de mayor contenido político (“
Violación en el último tren de la noche (1975)”) y un giallo con George James Bond Lanzeby, correcto y atmosférico, aunque iba de un poco de más a menos
(“Quien la ha visto morir (1972)”), pero es esta noche de frágiles muñecas la que obtiene la más alta cota cualitativa en su filmografía.