Los Angeles como soledad del individuo
En uno de los momentos en que interactúan Max y Vincent, el segundo le espeta al primero que Los Angeles es una ciudad donde nadie importa a nadie. Según le cuenta un hombre muere en el metro y estuvo así durante cierto tiempo sin que alguien reparase en él, sin darse cuenta que al lado iba acompañado de un cadáver. Y en esa frialdad, en esa ausencia de empatía, de calor humano, se ampara el asesino letal, frío y calculador pero a su vez Mann crea un ejercicio de estilo completamente absorbente, estilizado, con un lenguaje narrativo de empaque feroz y cuya narrativa fluye de forma consciente de encerrar dentro de sí un dilema y una forma de exponer el bien y el mal un tanto desdibujada (para bien), jugando en todo momento con la conciencia de Max, el taxista, y la ausencia de ésta de Vincent, el asesino a sueldo carismático.
"Collateral" es un viaje nocturno, casi una especie de road movie urbana, donde dos personajes metódicos, cada uno en lo suyo (Vincent con el gatillo - Max con la limpieza y los pequeños detalles) que acaban compartiendo lecciones supuestamente vitales, moralistas sobre qué está bien y mal, sobre qué importa matar a una persona si nos quedamos impasibles con lo que sucede en la otra parte del mundo o incluso si hay que plantarle cara a la vida para conseguir lo que nos proponemos. Sin ir más lejos esa es una de las partes fundamentales de esta extraña relación entre conductor y verdugo. En principio se pensó en Adam Sadler como Max y Edward Norton / Colin Farrell como Vincent pero la elección final es mucho más enfática. Foxx consigue transmitir con ese taxista dudoso pero decidido mientras que Cruise se sale de sus cánones establecidos para ofrecer un asesino frío, despiadado y letal, un rol excelente y uno de sus mejores papeles en su carrera. Pero la película es algo más. Un thriller con cierto aroma noir donde Los Angeles es el escenario de un vertiginoso tour de force anclado en cuatro escenarios concretos con un taxi como vehículo, confesionario y funeral.
Porque Mann, aparte de contar con un guión preciso, meticuloso, donde diálogos y acción están repartidos para no dejar que nada escape y todo respire como es debido, con un Stuart Beattie inspirado (y ayudado por el propio Mann y Frank Darabont aunque no estuviesen registrados en los títulos de crédito) consiguiendo que la noche no confunda y sea campo libre para bestias pardas y coyotes que no tienen nada que perder, que deambulan en busca de presa fácil y sirva de precedente para que Vincent tenga una sola noche para acometer su trabajo, un trabajo al cual Max está obligado a formar parte. Puede incluso verse a Max y Vincent como las dos partes de la misma moneda. Dos seres metódicos que forman parte de un todo. Pero quiero pensar que el bien contra el mal tienen sus dudas y sus tesituras sobre lo que está bien y lo que está mal, sobre si todo es válido y donde está el límite de la dudosa moralidad a la que Vincent hace tomar partido a Max.
Mención especial a la fotografía de Paul Cameron y Dion Beebe, quienes ejercen un toque distintivo de luces y sombras sobre una ciudad que nunca duerme (¿y cuál lo hace?), cuyo trabajo podría verse mermado por el empleo de la constante cámara digital, pero da un aspecto sombrío, seco, oscuro de Los Angeles donde discotecas, edificios, coches y carreteras forman un compendio de soledad atestada de gentes anónimas que no forman parte entre sí aún siendo piezas de una sociedad austera. Porque incluso podría verse cierta influencia del "Taxi driver" de Martin Scorsese. Pero como thriller urbano, la acción, expuesta a cuenta gotas pero muy efectista y efectiva al mismo tiempo, da un empaque y una fuerza narrativa excelente. Momentos como el primer asesinato, la discoteca atestada y que demuestra lo buen planificador que es Mann, el momento tenso de Max en la discoteca de Felix (mi momento favorito: donde Max, el personaje vulnerable, frente a un Bardem más que convincente, se transforma en un coyote que lo arriesga todo por sobrevivir) o la persecución en el metro hablan por sí mismas de un director importante en el cine contemporáneo, logrando que sus películas demuestren tener el pulso narrativo, la fuerza escénica y la garra a la hora de plasmar la acción vital.