Como venía comentando, una patochada. Patochada con momentos conseguidos, eso sí, como toda la escena de las arañas gigantes, pero que en conjunto no hay por dónde agarrarla. Historietilla de aventuras y búsqueda del tesoro sepultada por el exceso de un Peter Jackson que ni siquiera aporta algo de mala leche o de imaginación (como sí podía hacerlo en “King Kong”, que era otro ladrillo desmesurado con ambiciones), ya que su labor aquí podría confundirse perfectamente con la de cualquier mandado, y de hecho en este segunda entrega de “El hobbit” la escencia, o lo que sea, se encuentra tan diluida que el resultado final tiene más en común con cualquiera de “Piratas del Caribe” que con su predecesora o con el universo Tolkien en general.
Personajes sin entidad dramática que valga (la conversación de la elfa y el enano herido y lo que da pie, de auténtico cachondeo), entre lo afectadamente ridículo y lo topicazo (Thranduil, el interrogatorio al orco malote), más moralina sobre salvar al mundo en tiempos oscuros (a la mierda el tono, total, cuano nos conviene es una aventurita infantil y cuando no, otra épica del montón con elegido de protagonista)... en definitiva, casi tres horas interminables, insufribles, que no llevan a nada, con un clímax final que poco tiene que envidiarle a la última de Superman en cuanto a saturación y acción vacua. Smaug, lo puto mismo... conversaciones y parlamentos literarios interminables cual Fidel Castro, sin suspense, sin inquietud, y al final termina convertido en un Ferrero Rocher porque sí. Ojo al tinglado del gobernante de la ciudad del lago (cine político, hoyga), como todo el mundo sabe, los pobres tienen que ser interpretados por negros (sutileza).
¿Subtramas? Venga, que no falten, aunque en realidad no aporten nada (el guiño y poco más, como lo de Beorn) y ahoguen el núcleo de la peregrinación hacia la montaña de las narices, el sentido de la aventura y del grupo atravesando peligros. Lo de Gandalf bajando escaleras y ejerciendo de padre Karras improvisado no llega ni a subtrama, había que meterlo fuera como fuera aunque el tema de Dol Guldur no avance apenas. Menudas carreritas y persecuciones de pasapantallas videojueguil. Menudo empacho de CGI casposo, que canta por soleares y no te crees nada de puro artificial (la pelea de magos en “Las dos torres” le daba mil patadas a esto en espectacularidad, sin ondas vitales ni mierdas). Y luego están las sobradas y pajas mentales de Peter Jackson; el Sauron psicodélico, el “somos Legión”, la Evangeline Lilly con focazo detrás... que mueven al descojone instantáneo. Si ya la Galadriel en estado de super-saiyan y la risa de Gandalf a ralentí de ESDLA eran de preocuparse nerviosamente, aquí ya ni te cuento.
Esto lo ruedan con dos duros en descampados de Rumanía y no llega ni al DVD.