Respuesta: El hombre lobo (The Wolfman)
Templada y medida puesta en escena, académica, prestando más atención a la elegancia formal que a los planos osados, para una ambientación de época, que bebe de la sabia vertida por el
Drácula de Coppola, retomada por
Sleepy Hollow. Una historia clásica, sin buscar originalidades ni divergencias, ya que el mito del licántropo es uno de los más clásicos del cine, repleto de reglas que beben más de la imaginación de Siodmak/Molina que de las propias tradiciones orales. Tradiciones que son respetadas, con unos personajes inspirados en el original, pero que se desvían hacia otras propuestas ajenas a la Universal, como la obra maestra de Terece Fisher o las principales películas de Waldemar Daninsky, con
La marca del hombre lobo de referente principal (de la que retoma al menos media docena de detalles significativos). Benicio del Toro queda como un licántropo ejemplar, comedido en lo emocional (era fácil sobreactuar y lo evita), y que vive una historia de amor contenida, de miradas, susurros y con la certeza de que la felicidad es un reto imposible de alcanzar, lo que puede resultar extraño al público de hoy día. El destino juega sus bazas y, pese a un elemento sorprendente en la trama (que es deducible, cierto es), se llega al desenlace más lógico. Del resto del elenco, destaca el rol de Anthony Hopkins, que vuelve a impregnar de oscurantismo un personaje que, en el original, es limpio como una patena. En resumidas cuentas,
El hombre lobo es un filme destinado a todos los que añoran la figura del licántropo antropomorfo, las historias decimonónicas, serias y trágicas, y que, hartos de tantas maquetas que sustituyen a los actores y, más aún, de festivales de dibujos animados de lujo a lo
VH, vuelven a vérselas con la esencia del mito: cuando llora el lobo.
Con cariño, aunque nadie me crea...