El Megapost de los 80: Repasando a Richard Franklin

El Megapost de los 80 HISTORIA DE LA CANNON GROUP: Charles Bronson

No le pasa nada a su ordenador. ¡No intente apagar el monitor! Durante la próxima hora controlaremos cuanto vea... y oiga. Y concretamente les enchufaremos quilos y quilos de caspa, derechito al cerebelo. Para su bienestar se aconseja que pongan en bucle de continuo funcionamiento los dos vídeos que siguen, y de esa forma gocen de la experiencia completa de sentir como enloquecen inexorablemente, poco a poco...

Vamos a ello:

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Charles Bronson... La saga de Paul Kersey. La saga de Yo soy la justicia. La mítica absoluta, dentro de una de las sagas más casposas y polémicas de la Cannon que nos alegraron las tardes aburridas desde las estanterías más sucias del videoclub, o gracias a algún pase televisivo nocturno despistado, cosa hoy casi imposible de ver en televisiones públicas españolas. Me da más miedo toda la jauría humana de Sálvame y similares, que un centenar de pandilleros cutres de estos… pero eso es otra historia.

Gracias a esta saga, Charles Bronson sería eternamente recordado como “el abuelo cabreado” de la Cannon, el justiciero frío, impertérrito, que cual autómata, busca a esos malditos punkies para darles su merecido… una y otra vez. De ciudad en ciudad, de pariente violado/asesinado en pariente violado/asesinato, y con armas de cada vez mayor calibre, pero siempre el mismo esquema.


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Lo cierto es que es una auténtica lástima que este hombre haya acabado con la etiqueta colectiva de “mal actor de pelis de acción cutres” cuando, a lo largo de su carrera, trabajó bajo las órdenes de gente John Stuges, Robert Aldrich, participó en varias películas de André de Toth, incluyendo la extraordinaria “Los crímenes del museo de cera” donde Bronson era el sirviente mudo de Vincent Price; Roger Corman, Sydney Pollack, Richard Fleischer o Walter Hill son otros de los tipos con los que ha trabajado, amén de prestar su particular rostro a la sin par serie The Twilight Zone. Por supuesto, mención aparte merece su papel de Harmónica en Hasta que llegó su hora, de Sergio Leone, ese silencioso justiciero que donde pone el ojo, pone la bala, y que se enfrenta a Henry Fonda en una escena que aún es capaz de ponerme los pelos de punta.

Pero bueno, a lo que íbamos. Tras media vida trabajando habitualmente en el cine, debieron llegarle las vacas flacas al buen hombre. En 1974, bajo la dirección de Michael Winner (con quien trabajaría en más ocasiones) había protagonizado Death Wish, o como la titularon en España, El justiciero de la ciudad. Y es que en España el baile de títulos de la saga es apabullante, y le voy a prestar especial atención porque es de órdago, pero ya llegaremos a eso.
La película nada tenía que ver con la Cannon Group, que por aquel entonces aún no había caído bajo las garras de los israelíes, y se dedicaba a importar títulos de segunda fila sin especial fijación por la acción. El justiciero de la ciudad es una producción de otro amiguete de este post, el incombustible Dino de Laurentiis, apadrinado por Paramount Pictures, y lejos de lo que pueda parecer la saga en su conjunto, se trata de una buena película. Por supuesto, la película levantó polémica y suele estar unánimemente considerada como una “bandera fascista” una de esas películas con mensaje tóxico y anti constitucional de “si quieres justicia, tú te la sirves, tú te la comes, al Estado que le den por culo”. Aparte de ese mensaje subyacente estamos ante una película competente, con ese aire setentero que a algunos nos gusta tanto. El guión está basado en la novela de un autor dedicado al policiaco, Brian Garfield, que no he podido leer. Garfield fue guionista de uno de los filmes que más aprecio, El Padrastro, junto con el gran Donald Westlake, pero bueno, vamos a lo que vamos.


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Paul Kersey es un arquitecto de éxito. Un profesional competente, apreciado en su entorno de trabajo, con una esposa madurita que le ama (Hope Lange, secundaria muy habitual) y una hija joven, casada con un chaval serio, respetable, soso pero enternecedor. Vamos, que son todos una especie de familia Flanders que van por la vida creyendo que todo en el mundo está bien, y que lo peor que les puede pasar es pillar un catarro o llegar tarde a la parada del autobús.
Evidentemente, esto no es así en el turbulento Nueva York setentero; una tarde, la esposa e hija de Kersey vuelven de hacer la compra y son seguidas desde el supermercado por tres facinerosos (el líder es un joven Jeff Goldblum) que consiguen entrar en la casa; roban lo que pueden, violan a la hija y les dan una paliza. Advertido de lo que pasa, Kersey va al hospital sólo para enterarse de que su mujer ha muerto y su hija ha quedado catatónica de por vida debido al shock.
Evidentemente, esto derrumba su mundo. Para él, es el fin de esa vida feliz y relajada, de los viajes a Hawai con su mujer y de la vida conyugal de su hija y su yerno. Para un cuerpo de policía embrutecido, lento y habituado a ver ese tipo de desgracias todos los días, el caso Kersey es un expediente más que irá cogiendo polvo de despacho en despacho mientras le dicen al pobre padre de familia que “el caso sigue adelante, ya le llamaremos”.


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Lo realmente “novedoso” en comparación con las secuelas, es que Kersey no busca venganza. Como cualquier hombre hundido por la tragedia, hace lo que puede; entierra a su mujer, contrata a enfermeras para cuidar de su hija, y continúa con su trabajo. Su proceso psicológico tiene un mínimo de credibilidad (solo un mínimo) que claro, en las secuelas ya desaparece. Nos vamos enterando de que Kersey es pacifista, que fue objetor de conciencia que se negó a ir a Vietnam. Durante un viaje de negocios a Texas se queda impresionado de ver el culto, casi religioso a las armas de fuego que tiene esa gente, y el tipo con el que ha ido a hacer negocios llega a decirle, haciendo gala de mal gusto y falta de sensibilidad especiales, que lo que le pasó a su familia “nunca habría pasado aquí. Aquí en el sur habríamos enseñado a esos tipos a no meterse en casa ajena”. Vamos, que le planta la semillita de la venganza en el cerebro.

Por otra parte, Kersey, consecuentemente, no empieza su vida de justiciero acribillando a los malhechores con una AK-47. Primero usa un montón de rollos de monedas enrolladas en un calcetín, de ahí pasa a las armas blancas y finalmente, las de fuego, con la que le regalan en Texas. La policía no tarda en darse cuenta de que hay un nuevo “autoproclamado sheriff” en la ciudad, e intentarán cazarle y desacreditarle ante los medios, que le ven como a un héroe (las personas a las que salva se niegan a declarar contra él, y cuenta con el favor popular, podemos ver pintadas en el metro y en las paredes, de apoyo al “Vigilante” como le llaman).

Con un presupuesto estimado de tres millones de dólares, recaudó 22 millones solo en USA, convirtiéndose en un (polémico) éxito de taquilla. Quien iba a decir que este policiaco tan alejado de las maneras del cine de acción ochenteno, acabaría generando su propia saga y su propio culto en las estanterías de los videoclubs de medio mundo. Pero así sucedió.


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Yo soy la justicia (cambiamos de nomenclatura) es el primer título exitoso producido conjuntamente con Cannon Films y Golan-Globus productions (entre otras, este entramado de nombres y compañías huele a dinero negro que tira de espaldas) y fue usado para dar el pistoletazo de salida a la nueva etapa Cannon, ya con los israelíes al mando del timón, comiéndose el pastel, y la directriz del cine de acción para el gran público. Escrita por David Engelbach, un tipo en cuyo currículo aparecen un capítulo de McGyver y ser el tipo que tuvo la idea original de Yo, el halcón. Dirige de nuevo Michael Winner (hay que comer) con Bronson, la actriz que hacía de su hija (Robin Sherwood, que aquí ya enseña las tetas sin tanto pudor como en la primera) y Vincent Gardenia son los únicos integrantes del reparto original. Curiosamente los directores de fotografía son gente competente: Richard H. Kline tiene en su haber títulos como Soylent Green, Star Trek La película, El estrangulador de Boston, King Kong o La amenaza del Andrómeda. Thomas Del Ruth por su parte ha tenido en sus manos la fotografía de películas tan ochenteras como Cuenta Conmigo, El club de los cinco, o Perseguido.


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Paul Kersey se ha trasladado a Los Angeles con su hija, todavía catatónica tras lo ocurrido en la primera parte. Sigue teniendo éxito profesional, y tiene una novia madurita que trabaja en un hospital. Su vida vuelve a ser normal hasta que un día, mientras está con su hija en el zoo, un ratero intenta robarle la cartera. De pronto, algo se enciende en la sangre de este hombre, que había vuelto a ser un pacífico padre de familia. Ahora, Paul Kersey sabe cómo defenderse, no tiene porqué consentir que le roben impunemente, y por supuesto, no va a consentirlo.

Desgraciadamente, el ladrón consigue la dirección de Kersey, y como es miembro de una banda de malosos infumables, deciden ir todos a casa del “carroza” a darle una lección. Como Kersey y su hija han salido, los facinerosos se entretienen violando brutalmente a la criada de turno (una escena sorprendentemente cruda para los cánones actuales) y finalmente, cuando Kersey vuelve, secuestran a su hija y le dejan a él inconsciente. La hija, una vez en la guarida de los malos, y tras la correspondiente violación, se suicida arrojándose sobre una verja puntiaguda (¡?).


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Ains, la sana juventud...


Aquí viene la primera ruptura con la película original: la policía pide a Kersey una descripción de los atacantes, que este se niega a dar (pensando ya en tomarse la justicia por su mano) y Kersey alega que cuando su mujer murió en Nueva York, dio a la policía una descripción de los atacantes y no sirvió de nada. Puede ser una mentira por parte de nuestro colega justiciero, pero lo cierto es que en la primera entrega, Kersey jamás se cruza o ve a los tipos causantes de la muerte de su mujer

Yo soy la justicia es un cruce, una película puente entre el primer film, con elementos de denuncia social y su aire seventies, competentemente realizada (en serio), y el resto de la saga, que se olvida del guión para potenciar la violencia sin sentido y conseguir así unos beneficios rápidos en las taquillas y los videoclubs, olvidándose de dar empaque a la película y a los personajes, convirtiéndose en “películas de tiros”.En esta segunda entrega hay un poco de ambos; ya se han implementado las escenas violentas y sexuales como marca de la casa, con un regusto por la brutalidad y la exageración, Paul Kersey ha perdido todo atisbo de personaje humano, pasa a ser un autómata con botón de apagado, que lleva una vida normal durante los primeros minutos de la película simplemente por no mostrárnoslo como un monstruo. Aún así, aquí intentan humanizarlo a través de la novia, voz de la razón que apoya la ley y el orden a través de los cauces establecidos y que por supuesto, está condenada a fracasar en su intento de convertir al arquitecto en un ser racional y socialmente integrado en lo que a respetar los dictados de la ley se refiere (porque si tuviera éxito, no tendríamos saga, claro). No faltan elementos accesorios a cualquier película de justicieros, como un cuerpo de policía celoso persiguiendo a Kersey y acechando sus movimientos, preocupación hipócrita e interesada de las altas esferas políticas, o numerosos ciudadanos honrados e intachables que le encubren en sus fechorías. Y es que los malos son TAN malos, y la justicia tan INJUSTA, tan burocratizada, fría e inhumana, que no nos queda otro recurso que sentarnos a ver las locuras del abuelo Bronson con un gesto de asentimiento. El tipejo líder de la banda, secuestrador, violador y culpable de la muerte de su hija, es detenido y lejos de ser encarcelado, es entregado a unos psiquiatras compasivos que hablan de él como una “víctima social” un “pobre enfermo” del que hay que apiadarse para así “curarlo”. Una locura!!!



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Death Wish 3 (El justiciero de la noche, si ustedes quieren) es ya un videojuego, violento, extremadamente polémico, donde el mensaje fascistoide está más presente y en relieve que nunca hasta el momento en la saga. Una película 100% Cannon tal y como entendemos el término hoy en día: un actor de culto dentro de la compañía, una saga mítica ya consolidada y con reglas fijas y por todos conocidos, ambiente y estética ochentera, testosterona, armas pesadas y muchos, muchísimos tiros.
Aquí, el colega Kersey decide volver a Nueva York para visitar a un amigo, con tan mala fortuna que se lo encuentra moribundo por una paliza que le ha propinado una banda del barrio en el que vive. Aún peor, la policía se encontrará a Kersey en el escenario del crimen, y le tomarán automáticamente por culpable, ya que todos los cuerpos policiales de Estados Unidos conocen (y odian) a estas alturas, a Paul Kersey. Así que aprovechan para detenerlo.
El jefe de policía Striker (el secundario todoterreno y recientemente fallecido Ed Lauter) se mete constantemente con Kersey, vigilándole de cerca, amenazándole, chuleándole… aunque en el fondo le admira, y envidia su total libertad para actuar, de la que él, claro está, no goza en un mundo donde la justicia es más lenta que el hijo de un caracol y una tortuga, un mundo de despachos donde no pasa nada, expedientes polvorientos, y conversaciones telefónicas muy alejado de la calle y de lo que en ella pasa.


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Una vez libre, Kersey decide irse a vivir al barrio conflictivo en cuestión, una especie de sumidero casi post-apocalíptico, por la libertad que gozan las bandas para robar, violar, apalizar y matar a cualquiera que les apetezca, a placer. Con una impunidad absoluta. La mayoría de los habitantes son gente de la tercera edad, incapaces de defenderse por si solos de esa chusma, sin nadie que les defienda… por lo tanto, no es de que extrañar que sintonizen con el justiciero que llega a vivir entre ellos, y apoyarán sus acciones, encubriéndole y ayudándole activamente ya que ellos, por si solos, son incapaces de hacer frente a esa basura punkie.

La película se erige así en un descalabro de violencia cuasi gore sin sentido, que no necesita ser justificada. Tiros, explosiones, bazokas míticos, trampas a lo Rambo… lo que sea necesario para cazar a la escoria callejera. Estos, por cierto, pierden cualquier atisbo de realidad. Si en la primera película, los delincuentes eran una fuerza sórdida y real, en un mundo donde todos los días suceden cosas que nadie quiere ver (asaltos, robos, violaciones) hasta que le pasan a uno mismo, aquí es imposible tomarse nada en serio, los pandilleros ya no están destinados a dar miedo, solo asco y rabia, para que así en el momento de su muerte el espectador aplauda a Kersey.


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Un escenario de cartón recortable con fondo post-apocalíptico y unos villanos salidos de cualquier entrega de Streets of Rage o videojuego similar: su violencia es exagerada, pasada de rosca, son monigotes que están ahí solo para ser lo suficientemente desagradables, y que el espectador se ponga del único lado posible: el del justiciero que los va matando uno a uno.
El único villano remarcable (por lo alucinógeno de su presencia) es el líder de los villanos, cuya sobreactuación le permite destacar por su brutalidad, su carácter inhumano y cruel (ni siquiera tiene piedad para sus propios compañeros de fechorías) una interpretación pasada de rosca y alucinógena.

El Justiciero de la Noche es un caudal de acción puro; una película que todos aquellos que ensalzamos esos años perdidos veneramos. No porque sea buena (Dios nos libre) sino porque es una película de su época, con buenos y malos polarizados, extremadamente reconocibles unos de otros, violencia a raudales y la fotografía (esa maravillosa fotografía nocturna de la Cannon, reflejando en esta saga en particular el sub-mundo de los barrios dejados de la mano de Dios, llenos de gente desquiciada, violencia gratuita que salta sin provocación, vicios raros que afloran en ese entorno casi sin presencia de policía, o asistentes sociales). Qué más puedo decir. Si alguien me lee, y es uno de los “nuestros”, y por casualidad aún no ha visto esta película… CORRE. Es el espectáculo ochentero más puro que la Cannon pudo ofrecer.
Por supuesto, para cualquiera que no aprecie el subgénero y la época, la película será un dolor, un sufrimiento constante… todas las partes están avisadas.
Resulta curioso que siguiera dirigiendo Michael Winner, quien había demostrado con la primera entrega que con esa misma premisa (justiciero urbano) se podía hacer una película socialmente comprometida y que no fuera toda de tiros (aunque algo de eso hubiera, innegable). Lo que es capaz de hacer el ser humano cuando necesita llenar la despensa…

Fijaros hasta qué punto El justiciero de la noche sigue un esquema videojueguil de “fases” con eliminación de “malos” que la película gozó de su adaptación al mundo de los bits, desarrollado por la compañía Gremlin Graphics para las plataformas de ZX Spectrum, Commodore 64, MSX y Amstrad CPC, y era… bueno, no es necesario explicarlo, era el mismo esquema de la película, pero con musiquita electrónica funde-cerebros y en colorines. Lo jugué hace un par de años en emulador para Spectrum, y garantizo que os ponéis en la piel del arquitecto asesino de punkis callejeros.


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La saga continuó, aunque no consiguió llegar (lo tenía difícil) a imitar la gloria de El Justiciero de la noche; la cuarta entrega salió con el liante título de Yo soy la justicia 2. Y lo cierto es que se molestaron en meter un poquito más de trama que en la anterior, con personajes secundarios más relevantes y un par de giros de guión. En esta historia, nuestro arquitecto favorito está de nuevo en Los Angeles, tiene de nuevo una vida normal, con una novieta MILF, la cual tiene una hija adolescente que adora a su padrastro. Ganas y persistencia para rehacer su vida continuamente hay que reconocerle, al hombre.
En este caso, su hijastra Erica no será violada/asesinada como cualquiera podía prever, sino que muere de sobredosis de crack tras haber comprado a un camello “para probar”. El novio de la chavala (típico muchacho sano, serio y respetable) morirá acuchillado por el camello cuando le amenace con denunciarle. Y ya la hemos liado.


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Cuando yo era un crío, y escuchaba las típicas noticias en los telediarios sobre “cárteles de la droga” y demás, con la clásica inocencia infantil le preguntaba a mi padre “¿y porqué la policía no va cogiéndolos uno a uno, desde el que vende, que todos saben quien es, hasta el jefe?”. Y aquí es precisamente lo que Kersey hará, una limpieza urbana dentro del mundo de la droga. Contará como aliado, con Natan White, un multimillonario cuya hija murió de sobredosis, y está dispuesto a poner medios y dinero para apoyar a Kersey en la erradicación de las dos principales bandas de narcotraficantes californianos. Contando con abundante información sobre esa gentuza, y con un armamento superior, Kersey se pone a ello, haciendo exactamente aquello que de críos, todos pensábamos que era de lógica: ir a por el pez más pequeño e ir subiendo desde ahí.
El resto no por previsible es menos divertido, Kersey irá subiendo peldaños y atacando a los capos de la droga californianos, que asistirán aterrorizados al desmoronamiento de su riqueza y su poder, y verán como ni su ejército de matones ni sus sistemas de seguridad son suficientes para contener a esa fuerza de la naturaleza que en nombre de la justicia está dispuesto a acabar con todos.
Por supuesto, no faltan giros finales (Nathan White, su mecenas particular, no es sino otro capo de la droga que le ha utilizado para librarse de la competencia) y tendremos final en TODA SU GLORIA con secuestro de la novieta MILF, enfrentamiento a grito pelado y… SI. OTRA VEZ UN LANZACOHETES. El abuelo Kersey tiene un par de cojones.


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Yo soy la justicia 2 es mejor como película que El justiciero de la noche, pero como espectáculo pirotécnico y de adrenalina no llega a tanto, no obstante es muy visionable; dirige por primera vez alguien que no es Winner, sino J. Lee Thompson, director inglés que empezó su carrera en Inglaterra para luego pasar a USA. Director de varias obras recordadísimas de cine clásico (El cabo del terror, Los cañones de Navarone) en los 70 se refugió en la televisión y emergió en los 80 para dirigir un buen puñado de clásicos de la Cannon, incluyendo varias otras del tito Bronson que a continuación iré comentando.

Pero antes… la saga de Kersey se cerró en 1995 con una película que vi en su día en VHS y que es tan rematadamente mala que me he negado a revisarla para este especial (aunque sí he visto todas las demás con enorme placer) y que, por lo demás, ni siquiera estaba ya producida por Cannon, desaparecida por entonces la compañía, produjo 21st Century Film Corporation. La película estaba ubicada en el mundo de la alta moda y aparecía otra actriz que en los 80 gozó de sus 15 minutos de fama, pero que por aquel entonces ya perdía fuelle, Lesley Anne Down. La película (si alguien la quiere rastrear) se editó en VHS en nuestro país como El rostro de la muerte.

Es el fin de la saga de Paul Kersey… pero ni mucho menos el fin de la colaboración del abuelo Bronson con la Cannon Group. Un total de cinco películas llegó a protagonizar bajo el sello de esa inmortal fábrica de caspa que tanto amamos.


La primera, en 1983, fue Al filo de la medianoche; la he visto para el Megapost y hay que reconocer que es bastante buena dentro de lo que hay; cuenta la historia de Leo Kessler, típico policía pendenciero de Los Angeles, poco dado a sensiblerías, y con problemas personales (no se lleva muy bien con su hija).


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Kessler tendrá que buscar a un asesino de mujeres, al cual nosotros conocemos desde el minuto 1: Warren Stacey, un tipo pulcro, organizado y con abundantes fondos económicos, maniático y hecho un lío en lo que a relaciones con el sexo opuesto se refiere; él intenta ser educado y formal, todo un caballero, con sus ligues, pero su aspecto demasiado serio y formal provoca que las lozanas y alegres muchachas ochenteras le rechacen y se rían de él… por lo que el bueno de Warren se obsesiona con ellas, las acosa, y finalmente las asesina.

En ningún momento, a pesar de sus modales afeminados y su inseguridad, se intenta que el público empatice con el asesino, todo lo contrario. Es repelente y extraño, algo no va bien con ese tipo desde el principio; la obsesiva forma que tiene de vengarse de quienes la rechazan, el hecho de que bajo esa caballerosidad tímida haya una bestia parda, grosera y deseosa de hacer daño, no es tan censurable como la extraordinaria inteligencia y precisión que demuestra al prepararse las coartadas con días de antelación a los asesinatos, poniéndolo todo de su parte para evitar ser atrapado, y que separa al enfermo del desalmado.

Como digo, desde que Kessler y Stacy comparten pantalla, se dejan claros los papeles: quien es el bueno y quien es el malo. La animosidad entre policía y asesino es inmediata, Bronson sospecha de él, le acosa, le pincha para intentar que salte… una vez detenido, el asesino se beneficiará del clásico sistema judicial presentado en este tipo de películas como artificial, lleno de gente desconectada de la realidad, lento y arbitrario. Stacy se librará de las sospechas, gracias a la ineptitud del sistema y a su propia meticulosidad a la hora de prepararse coartadas, por lo que nuestro amigo Kessler, en lugar de intentar matarle de primeras, se dedica a acecharle y a preparar pruebas falsas para poder encerrarle… hasta que Stacy se fija en la hija díscola de Bronson. Entonces, claro, podemos hacer uso del maravilloso tagline que es… “Ahora es personal”.


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Podríamos entrar más en la trama política-judicial (con el gran secundario que es Geoffrey Lewis como abogado defensor del asesino) el hecho de que la película sea un claro ensalce de la pena de muerte sin cortapisas, que anima a tomarse la justicia por su mano (otra gran fase del abuelo Bronson para los anales “La ley solo me interesa cuando es justa”). Por supuesto, al final, el asesino y el policía quedan cara a cara y ya ni la ley de los tribunales ni la justicia de las constituciones nacionales tendrán nada que ver; la sentencia de Kessler es inapelable y absoluta. “Eres un asesino y mereces morir”.
Al filo de la medianoche es una de las mejores pelis Cannon con Bronson fuera de su saga, y la recomiendo encarecidamente por lo de siempre: el ambiente californiano, los secundarios, la dirección (J. Lee Thompson again) los primeros momentos con el asesino (puro slasher con toques gore) y ese final tan maravilloso.

La siguiente película del abuelote para Cannon es una de mis favoritas, La ley de Murphy; nos llegó en 1986 y dirigió… J. Lee Thompson. Sí, again.
Bronson es aquí Jack Murphy, un cínico policía, brutal, alcohólico, divorciado y con graves problemas personales y laborales debido a su carácter; a pesar de todo es un policía entregado a su tarea, y cumplidor, a su manera. Vamos, lo de siempre.


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Una noche, la ex mujer de Murphy muere asesinada y todo parece indicar que él es el responsable; nadie que le conoce tiene dudas. Aunque “nosotros” sabemos que él no ha sido. Murphy es detenido y esposado junto a una raterilla vulgar a la que él mismo había detenido pocas horas antes, para llevarle de camino al juzgado.
Decidido a escapar, e investigar por sí mismo esa muerte para limpiar su nombre, protagoniza una espectacular fuga de la comisaría, acompañado (esposado) a la raterilla en cuestión, que se convertirá en cómplice a su pesar (y poco a poco, en colegas).

La película es un thriller policíaco ochentero de libro, bastante convencional, con Murphy y su nueva amiga escapando de la policía, intentando probar la inocencia de este, y visitando a amigos y conocidos de Murphy (que mueren poco después asesinados, agravando su culpabilidad ante los ojos de la justicia). Murphy está empeñado en que el asesino es Frank Vincenzo, un mafioso al que persigue desde hace tiempo, e irá en su busca… las mejores bazas de la película son una banda sonora bastante buena (de Bill Conti, nada menos), la clásica fotografía de los años ochenta que hace que te sientas como en casa viéndola, la sordidez callejera heredada de la saga Kersey, y sobre todo, la relación entre Bronson y su compañera, que, como mandan los cánones en este subgénero, empieza en odio puro, pasa a aborrecimiento, comprensión, y finalmente, amistad y colegueo. La relación en ningún momento se define, y lo que debería ser un monumental fallo de guión y de construcción del personaje, se convierte en una ventaja: no es una relación ni del todo amistosa, ni del todo paternal, ni del todo amorosa, sino más bien una extraña mezcla de las tres. La actriz que interpreta a la ladrona es Katheeleen Wilhoite, de nombre desconocido para la mayoría, pero una cara que paseó y sigue paseando entre secundarios: empezó en la televisión (La ley de Murphy fue su primera película para cine) trabajó en series como Fama, y en películas como De profesión: Duro, El corazón del ángel, o Malas influencias (un estupendo thriller del que algún día hablaré). Hoy en día sigue en activo desde un segundo plano como secundaria, participando en series tan dispares como 24, Las chicas Gilmore, El mentalista o Anatomía de Grey. En su momento, para La ley de Murphy, se la quería presentar como “nueva estrella” pero nunca llegó a destacar como protagonista de nada; en cambio se ha ido labrando una carrera como secundaria que llega hasta nuestros días, participando en toda clase de series conocidísimas; ya es más de los que pueden decir muchos otros y otras de esa época, hoy absolutamente desaparecidos en combate.


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La película presenta a otra actriz bastante más lograda en sus días, Carrie Snodgress (fallecida en 2004 con menos de sesenta años) que interpreta a la verdadera asesina, una especie de brutal mujer obsesionada con el culturismo, que se quiere vengar de Murphy y otros compañeros que en su día la encerraron. Snodgress participó en películas como La furia de Brian Desalma (que ya tratamos en su momento en este post) o El Jinete pálido de Eastwood, además de muchas series de televisión (Se ha escrito un crimen, Misterio para tres, Expediente X…).
En resumen, La Ley de Murphy es una película entretenida y totalmente visionable, con menos muertos por minuto de los que suele haber en otras pelis de Bronson (y sobre todo en la saga Kersey) pero con ese tono amoral e inconfundible de “el que me la hace me la paga” totalmente al margen de la ley. Y por si creíais que aquí no había frases lapidarias del tito Bronson, para el recuerdo la mejor de ellas… Yo solo conozco una ley, y es muy sencilla. ¡No jodas a Jack Murphy!



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De 1987 es El guardaespaldas de la primera dama, que es seguramente la peor de todo el lote, si no contamos la quinta parte de El justiciero Kersey. La vi hace menos de un año (la regalaban con la revista Tiempo y no me pude resistir a completar la filmografía) y se trata de una película que, pese a notarse visualmente y en los medios, está rodada cuando la Cannon estaba todavía en posesión de sus poderes económicos y taquilleros, tiene algo muy malo en su contra, él único pecado capital que les veo a este tipo de filmes: se hace aburrida.
Bronson es Jay Killion, un guardaespaldas profesional que es asignado por sus jefes a la protección del mismísimo presidente de los Estados Unidos, y por ende, a la Primera Dama. Y esta es insufrible, interpretada por Jill Ireland (esposa de Bronson en aquel momento, le conoció durante el rodaje de La gran evasión, y Bronson procuraba hacerla aparecer en todas las películas en las que él participaba, mientras fuera posible por requisitos del guión)- La primera dama de Ireland es una mujer petulante, autosuficiente en el peor sentido del término, caprichosa, arrogante, pedante… por supuesto, hace su voluntad ignorando a quienes deben protegerla, poniendo de los nervios a Killion, saltándose todos los sistemas de seguridad para ir a menear el culo por ahí… hasta que empieza a haber serios intentos de quitarla de en medio.



Cuando quede patente que la conspiración para eliminarla viene de la mismísima Casa Blanca, se verá obligada a huir con Killion, lejos del resto de la seguridad (de la que no sabe si puede fiarse) y tendrán que ir de un sitio a otro en busca del culpable. Dejo para vosotros la identidad de este y sus motivos (descacharrantes) para intentar asesinarla.
Se puede ver, una vez, pero no más. Y aún así tiene algo atractivo viniendo de una Cannon en plena forma, y que pronto iba a dejar de estarlo (también se puede ver en Yo soy la justicia 2, rodada ese mismo año). Dirige Peter Hunt, el director de 007 Al servicio de su majestad, que luego ha trabajado con Bronson en varias películas al margen de Cannon Group.



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En 1988 llegaría Mensajero de la muerte, una película discreta que se con agrado por variar el clásico esquema de justiciero implacable y políticamente incorrecto. La película se abre con el brutal asesinato de una familia (mujeres y niños) y la posterior investigación de dicho asesinato brutal. Bronson es Garrett Smith, un periodista de Colorado que habitualmente colabora con la policía y que parece moverse bien entre las altas esferas. Acude al lugar del siniestro y posteriormente habla con el padre de la familia asesinada (que se hallaba ausente durante la matanza).
EL asesinato parece estar relacionado con una familia de fundamentalistas mormones, y los hermanos de ambas familias se separaron por desavenencias y se han jurado odio eterno; Smith los visitará a ambos y se irá convenciendo de que, a pesar de que cada hermano acusa al otro de los asesinatos sin dudas, la masacre no partió de ninguno de los dos. Mientras tanto conoce a la señorita Watson (Thris Van DeVere, esposa de George C. Scott), prima de uno de los hermanos, que la ayudará a introducirse en ese mundo de religión donde los “gentiles” o sea, los que no pertenecen a sus creencias, no son muy bienvenidos.

Smith intentará aclarar el entuerto, a pesar de que las dos ramas de la familia están dispuestas a exterminarse mutuamente al margen de la ley por odio fanático; es precisamente eso lo que le da la clave, alguien quiere quitarles de en medio. Irán surgiendo cosas feas cuando un gran camión de la Compañía de Aguas de Colorado intente quitar a Smith de en medio, y este vaya atando cabos…

No es, como digo, una gran película, pero se agradece el cambio de tono y que Bronson no vaya aquí de súper hombre (bueno, a ratos si). Y se agradece dejar al margen el mundillo criminal de los barrios marginales, para variar, e introducir una trama con intereses políticos y económicos de personajes de gran importancia en la alta sociedad. También hay grandes secundarios (como Jeff Corey) y de nuevo dirige J. Lee Thompson, nuestro hombre de la Cannon por aquellas fechas; no tardaréis en verle de nuevo en futuros megapost, ya que, al margen de Bronson, dirigió alguno de los títulos más emblemáticos de la compañía.



Kinjite: Prohibido en Occidente llega en 1989; el ocaso de un Bronson cercano a los 70, y de una Cannon que continuaría agonizando hasta una muerte anunciada en 1993, y ya solo con Globus a la cabeza, acompañado con nuevos socios; Menahem Golan se bajaría del carro este mismo 1989.
Sería la última colaboración de Charles Bronson con J. Lee Thompson, quien durante tantas películas se había mostrado fiel a su visión del cine Cannon.


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La película muestra el mundillo de los japoneses que "invadieron" América en los ochenta, concretamente Manhattan, donde se apoderaban de toda clase de empresas, edificios, conglomerados... se explora el tema de las mujeres japonesas y su posición secundaria respecto al marido (brutal la escena de dos japoneses fardando de violar chicas japonesas porque estas nunca denunciarán, por verguenza, han sido educadas así). Bronson es Crowe, un teniente de policía destinado en Anti Vicio, cada vez más asqueado de su trabajo y las cosas que ve a su alrededor.
Últimamente, Crowe está empeñado en pillar a Duke, un delincuente especializado en el secuestro, "adoctrinamiento" y alquiler o venta de niñas para servicios sexuales a todo de clientes, sin tener ningún miramiento por la salud de estas. Cada vez, el teniente está más obsesionado con esa escoria, y sus métodos son más cuestionables, recibiendo las broncas de rigor de su superior, y la infinita y cansada paciencia de su compañero.
Un día, la hija de Crow es molestada por un oriental en medio de un tren, cosa que encolerizará al hombre, todavía más cuando deba encargarse del caso del secuestro de una niña japonesa (cuyo padre es el que ha molestado a su hija en el tren). Comienza una trama cada vez más desenfrenada por recuperar a la niña y castigar a los culpables aunque quede fuera del margen de la ley.


Para el recuerdo, la escena en que Bronson sorprende a un tipejo golpeando a una niña en una sesión sadomasiquista en un hotel, y lo sodomiza (con un palo, sátiros!!! :lol) o directamente el final en la prision, que me ha arrancado unas buenas carcajadas: el malo de la función no es asesinado (para variar) sino condenado a varias décadas de cárcel... que pasará cómodamente instalado en el pabellón de los violadores :diablillo

No está mal, la verdad, aunque se nota cada vez más cierta falta de medios y sobre todo, agotamiento, por no hablar de la edad de Bronson, que no estaría ya para tantos trotes.





Remato este Megapost con dos secciones independientes; Yo y Bronson, y Doblando a la Cannon Group; espero que al menos la primera sea interactiva y todos comentéis cual fue la primera peli de Bronson que visteis, vuestras favoritas de él (dentro de la Cannon, claro) etc.

En mi caso, siendo yo un pequeñajo estaba viendo la tele en plena noche con mis padres, cuando apareció Bronson; era (aunque entonces, yo no lo sabía) Yo soy la justicia. Me dejaron ver todo el inicio en el zoo, hasta el asalto a la casa de Bronson, viendo por donde iban los tiros, mis padres cambiaron de canal y no nos permitieron ver el resto, ahorrándonos así la mítica y traumatizante violación a la criada. Recuerdo que en su día me acojonó pensar que cualquiera podría entrar en tu casa sin que tú pudieras impedirlo. Después me interesé por el hombre del bigote en el videoclub, llevándoseme hasta las estanterías de acción donde poco a poco, pude ir viendo algunos de sus títulos míticos. Recuerdo el visionado de El justiciero de la noche como uno de los momentos más álgidos de mi temprana adolescencia, ¡menudo chute de adrenalina en vena!
La última suya que vi en VHS (el resto ya vendrían de pases televisivos o DVD) fue La ley de Murphy, a la que tengo en gran estima; recuerdo que yo tendría unos quince años ya, estábamos pintando toda nuestra casa, y aquella noche tuvimos que dormir en colchones en el salón mis hermanos y yo, porque nuestras habitaciones estaban recientemente pintadas. Noche de pizzas y pelis; mi hermano mayor fue al videoclub y volvió con dos pelis en VHS: Domingo Negro de Frankenheimer, y La ley de Murphy.
Quizá fuera el hecho de estar toda la noche como “acampados” en medio del salón, o quizás el fuerte olor de pintura que venía del piso de arriba, intoxicando mi cerebro, pero el caso es que siempre le he tenido un especial cariño a La ley de Murphy, y me encanta el tema que Conti le dedica a la ladrona compañera de Murphy:

Doblando a la Cannon pretende ser un homenaje a esas voces españolas de toda la vida, presentes en estas películas, y MUY especialmente a Carlos Revilla, que estaba en todas, el tío, y cuya voz desde la infancia asocio a la Cannon Group (aunque imagino que gente más joven que yo la tiene asociada antes a Los Simpson).
El justiciero de la ciudad (aunque no es de Cannon) tiene un REPARTAZO de voces, compuesto por (coged aliento) Jose Luis Sansalvador, Maria Luisa Solá, Ricardo Solans, Miguel Angel Valdivieso, Constantino Romero, Felipe Peña, Pepe Mediavilla…
En Yo soy la justicia tenemos a Luis Carrillo doblando a Bronson, Javier Dotú, Juan Antonio Gálvez…
En El justiciero de la noche, Paco Hernández dobla a Bronson y tenemos a Carlos Revilla doblando a Ed Lauter, Francisco Arenzana, Maria Antonia Rodríguez, Juan Antonio Castro…
En Yo soy la justicia 2 podremos escuchar a Hernández de nuevo como Kersey, Félix Acaso, Carlos Revilla (again) Lucía Esteban…

Fuera de la saga Kersey, pues en La ley de Murphy de nuevo Hernández doblando a Bronson, Laura Palacios, Carlos Revilla doblando al mafioso Frank Vincenzo, Manuel Peiro…
En Al filo de la medianoche, Arsenio Corsellas dobla a Bronson, y participan además Jose Luis Sansalvador, Felipe Peña, Marta Angelat, Salvador Vidal...
En El guardaespaldas de la primera dama, Paco Hernandez sigue doblando a Bronson, u aparecen las voces de Luis Porcar,, Maria Massip...
Seguiré repasando a los dobladores de pelis Cannon en España; curiosamente la mayoría de los trailers que aparecían en cintas Izaro Films estaban doblados por... si, Carlos Revilla :hail


Con esto terminamos el megapost Cannon numero dos. El próximo irá dedicado a Michael Duddikoff y la saga de El guerrero americano; pero paciencia. Antes de eso habrá un Versus, un Blockbuster y uno o dos Mitos de Videoclub, que tengo que revisarme tranquilamente las cintas implicadas (¿a que es buena excusa :diablillo?)


En cuanto a la Cannon y el VHS, la mayoría de las cintas de Bronson estuvieron editadas por la conocida Izaro Films, salgo un par de ellas (Yo soy la justicia, Al filo de la medianoche...). Tengo cuatro películas de Bronson en VHS y poco a poco aspiro a completar mi colección, aunque la única joya de la corona que no tengo es El justiciero de la noche, esa SÍ la quiero :atope las demás no me corren tanta prisa.


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Nos veremos en el próximo... y sed buenos :rifle
 
¡¡Vaya repaso!! :hala :palmas

Puntualizar un par de cosillas. En el film El justiciero de la ciudad, el protagonista no se negó a combatir en Vietnam, aunque si fue objetor en la guerra de Corea, desempeñando de el papel de comandante de enfermería en dicha guerra.

Por otro lado, la 5ª parte de la saga, si está editada en España en dvd (creo recordar que de manera deficiente),pero con el título de Venganza personal...

Henry, puedes seguir dándonos clases :atope
 
EPICO. :palmas :hail

Las vi todas en su día, y me taren excelsos recuerdos a pesar de las limitaciones a veces gigantescas de la mayoría.

El guardasespaldas de la primera dama la echan por la tele cada dos días... :p
 
Como siempre... no se podía esperar menos. :palmas

Menudo repaso. Lo cierto es que de Charles Bronson en mi casa no eran muy fans mis padres. En cambio mis abuelos sí (típico, es como los abuelos que también flipaban con la serie Walker de Texas por el otro mítico Chuck Norris).

Pero sí tengo que decir que a pesar de no haber visto nada de este actor más allá de 2-3 títulos y en cine clásico siempre me ha caído genial, la verdad. No sé porqué. Pero encuentro que podría pasar perfectamente como el abuelo de los papeles de Steven Seagal.

Por lo demás, chapó, a la espera (impaciente) del siguiente post. ;)
 
tengo un amigo (enfermo) muy fan de TEN TO MIDNIGHT. Tiene dos momentos gloriosos: cuando le interrogan por el MASTURBADOR y, como no, el finalazo.
 
Es que la mayoría de finales de ese tipo de películas eran :lol:lol:lol Frases lapidarias, miradas de ceño fruncido y balazos.
Nos hace falta urgentemente un Bronson de estos, o dos. Uno para patear las calles y otro en la Moncloa.
 
"Al filo de la medianoche" es todo un guilty pleasure. Es la mejor de las pelis malas de Bronson.

Muy malrolleras las escenas de los asesinatos con el tío matando en pelota picada para evitar salpicaduras de sangre en la ropa. Recuerdo que me dejaron tocado de niño y la peli no la vi entera hasta muchos años después.

Y sí, es maravilloso que pretendan venderte al tipo (que cuesta creer que lo tenga tan difícil para follar), como un pervertido por usar un aparato para masturbarse y por tener pornografía en el cuarto de baño.
 
A Charles Bronson siempre le hemos tenido mucho cariño en mi familia porque se parecía bastante a mi abuelo paterno (hasta que el pobre hombre se fue quedando más calvo) y yo me cabreaba cuando en la TV o en algún sitio decían que era el "feo de Hollywood" :mparto
 
Enorme repaso, sobre todo teniendo en cuenta que me lo he leído enterito sin haber visto ni una de las pelis explicadas (y quizá así seguiré hasta el fin de los tiempos).
 
Henry, dime que un día de estos hablarás de esto (película que llegué a ver hasta la saciedad en casa de mis abuelos):

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Ainsss el ultimo Dragon :yes Haré algún día un especial sobre el cine ochentero de artes marciales. Todas aquellas pelis japonesas, chinas, filipinas... la gran mayoría olvidadas hoy en día.
Y no faltará "Tres pequeños Ninja" que en su día la echaban en la tele dia si, dia también.

Por cierto, el VERSUS estará esta noche y os adelanto que será... muy especial. Esperad y vereis :lol
 
Es que mirando "por ahí" me la he encontrado y el chute de nostalgia ha sido tal que este hilo me ha venido a la cocorota al instante. Es otra que tiene tanto que rascar que es un no parar.
 
Adoro El último dragón... :atope
Tengo la edición de Z1 que tiene subtítulos en español, y ahora mismo está tirada Amazon.com: The Last Dragon: Taimak, Vanity, Christopher Murney, Julius Carry, Faith Prince, Leo O'Brien, Mike Starr, Jim Moody, Glen Eaton, Ernie Reyes Jr., Roger Campbell, Esther Marrow, James A. Contner, Michael Schultz, Christopher Holmes, Berry Gordy, Joseph M. Caracciolo, Rupert Hitzig, Louis Venosta: Movies & TV


Henry, aquí me quedo esperando ese nuevo artículo :yes
Por cierto, cuando lleves unas cuantas páginas mas o creas conveniente, a ver si puedes juntarlo todo en un pdf para poder imprimir el volumen 2 :hail
 
Me la he "agenciado" para revisionarla porque hace la tira de años que no la visionaba. Simple y llanamente por mis viejos y añorados tiempos nostálgicos. He hecho un repasito por encima y aunque no se aguanta por ningún lado por lo risible de muchas cosas es carne de este hilo. Bruce Leeroy.

¡Sambó!
 
A nada que seas nostálgico, la disfrutarás :ok

Henry... tic, tac... tic,tac... :lol
 
El Megapost de los 80 VERSUS... un versus muy especial

Si no me falla la memoria, esta será la primera vez que en este megapost se traten películas españolas :juas

Remontéminos a 1986. Los Hombres G han alcanzado el éxito y su popularidad en nuestro país y fuera de él está al máximo; así lo avala el millón de copias que venden entre sus dos primeros discos. A algún lumbreras se le tuvo que ocurrir que, si la chavalada estaba dispuesta a dejarse la pasta en conciertos y en las tiendas de música, si la popularidad de los "Beattles españoles" daba para tanto... ¿porque no podía dar también de si en las salas de cine? Así nació un mito que iluminó a toda una generación de españoles: Sufre Mamón.

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El director de la película y padre de la criatura era irónicamente Manuel Summers, padre de David Summers, líder del grupo, y la idea era hacer una película autobiografica sobre el nacimiento del grupo... una especie de biopic al estilo ibérico ochentero. La cosa podía dar para mucho.
Por supuesto, tenemos a una amplia variedad de personas que se interpretarán así mismas: desde los cuatro componentes del grupo a gente de su entorno; luego hablaremos largo y tendido de ellos.
La trama no puede ser más simple: en el Madrid de los 80, dos amigos (Javi y David) son expulsados del colegio por hacer toda clase de putadas que atentan contra el honor, la dignidad y hasta la vida de los profesores integrantes del colegio religioso al que asisten; por todos estos hechos, serán expulsados de allí por el director del colegio (el gran Luis Escobar).
Visto el asunto, lograrán matricularse en el colegio de Santa Cristina, que es un desmadre; el profesor de Biología y el pitorreo constante en sus clases (Antonio Gamero, otro mítico actor secundario español) al hecho de que todas, TODAS las chicas del instituto son novias del mismo tío, el insoportable villano de la función: Ricky Lacoste :roto2 Un cantante chuleta y pijo al mismo tiempo que tiene un grupo de música (Fiebre amarilla) y con su guitarra encandila a todas sus compañeras hasta el punto en que todas se tatúan su nombre.

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No obstante, el tema de las tías le importa poco a David, que tiene novia, Patty (su entonces novia y futura esposa, interpretándose a si misma) una novia que, como mandan los cánones, detesta a su amigo Javi por considerarle mala influencia (lo cual está bastante cerca de la verdad).
Pero como Javi quiere desmantelar el tinglado que se ha montado Lacoste en el instituto, le da la brasa a su colega para que monten un grupo de música y le hagan la competencia. Mientras tanto, Ricky conocerá a Patty y... se masca la tragedia :cuniao

Antes de entrar en profundidad a analizar la apasionante trama (ríanse de cualquier biopic de Elvis) reseñar la maravillosa escena en que David está en clase de clarinete con su profesor gay (en una época en la que el tratamiento de personajes homosexuales en el cine era de todo menos políticamente correcto... bueno, imaginenselo) y Javi va a rescatarlo con el alucinante discurso de la muerte de su tío. Ese monólogo, señores, es lo mejor que ha dado el cine español, por el amor de Diios :hail:hail:hail

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Uno de los grandes ídolos de mi infancia

Los inicios del grupo son tan patéticos como en el fondo, normales; Javi machacando unos botes de detergente Colón a modo de batería, ensayando en garajes subterráneos chungos... el grupo se completará con otro compañero del instituto de Santa Cristina, Dani, y con un punki llamado Pepe (otro primo Summers en la vida real). La aparición del punki traerá consigo uno de los puntales de la película, la presencia de un mono punki litronero impagable que ríete tú de Amelio y compañía; una vez el mono fallezca (intoxicado con vayase a saber que sustancias) será depositado su cuerpo en el Ford Fiesta blanco de Ricky Lacoste, que, junto con su impagable jersey amarillo, conforman la fascinante personalidad de este villano, al lado del cual los de Marvel son meros monigotes.

La relación de nuestro héroe David con su chica irá sufriendo sus altibajos conforme ella demuestre su amor hacia el tipo del jersey plátano, mientras este sigue manifestando su chulería innata; tras una pelea/humillación del grupo Fiebre amarilla hacia el grupo de los Residuos (Futuros Hombres g) nuestros héroes decidirán apuntarse a un gimnasio para aprender a pelear- Se echa de menos en ese gimnasio a algún profesor de kárate exótico que les dé lecciones morales y les enseñe los secretos del oriente, pero no había tiempo.

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Finalmente, Pepe el punki será expulsado del grupo por ser un desarrapao, mediante el diplomático medio de cortarle las cuerdas de su guitarra (unos cachondos, estos hombres) y los otros tres miembros del grupo irán componiendo temas cada vez más serios e intentando introducirse en el mundillo profesional con la ayuda de su padre; en una de estas conocerán a Rafa, cuarto miembro del grupo, otro cachondo mental que no dudará en apuntarse al barco de Summers y compañía.
La película tiene su epicentro en el momento más épico del cine español, con una tensión equivalente a los combates finales de la saga Rocky: su primer concierto, con abundante público (cuando aún no son hombres G) en el cual competirán además, con... ¿lo adivinan? Fiebre amarilla. Antes del concierto, Javi tendrá la brillante idea de ponerle a la ropa de Ricky polvos pica pica, lo cual conlleva tronchantes efectos; el mosqueo del grupo de Fiebre amarilla llevará a una monumental pelea de boxeo entre los líderes de los dos grupos (a grito de "¡Esto se arregla a lo Rocky 4!"). Para mas inri, Patty es en estos momentos novia de Ricky, y le dará ánimos a él, destrozando el corazón de nuestro tierno héroe. Ni la tragedia griega, oiga.

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Durante la pelea se nos muestran planos de un señor muy interesado en el grupo, que, una vez salgan de la comisaría, se presentará como Paco Martín, un productor de la discográfica Twins (que se interpreta a si mismo) que quiere ficharlos, eso si, a que cambien el nombre del grupo por otro. Los chicos aceptan... y comienza la leyenda.

La película es un despiporre que nos va mostrando las relaciones del grupo, que fluctuan según la relación de David y Patty (cada vez que David vuelve con ella, se pelea con Javi) al tiempo que se nos muestra su auge en el mundo de la música, el movimiento fan (las chicas cocodrilo) los viajes del grupo para hacer diversas giras... todo ello intercalado con canciones completas cantadas por ellos en directo, incluyendo la que da nombre a la película (que sale dos veces, una en los títulos de crédito y otra en la famosa escena de su primer concierto, contra Fiebre amarilla).

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El heroe en todo su solitario esplendor

Como prometí, hablemos de las actuaciones. Javi y Rafa son los que mejor pegan, quizá por ser los más extrovertidos quedan naturales. David Summers navega entre lo inexpresivo y lo ridículo, y me explicaré: tienen la manía de ponerle el sambenito de chico perfecto, hasta el mundo en que la cagan: formal y caballeroso, con sentido del humor, educado... hasta el punto en que, en los primeros compases de la película se nos revela que ni siquiera se acuesta con su novia. Los estandartes de "caballerosidad" de los años 80 serían así, pero hoy en día el señor Summers sería considerado un pringaillo :garrulo
Dani, último miembro del grupo, es aquí lo que fue Quique en Verano Azul: casi nada. No hace nada realmente reseñable y está de fondo.

Sin embargo, la que se lleva el gato al agua es la susodicha Patty. De actriz no tenía NADA y se nota que está metida ahí por pura circunstancia; las caras inexpresivas y fuera de onda, los diálogos pésimamente recitados... por no hablar del curioso sentido del humor de querer hacer una peli autobiográfica y poner a la actual novia de David Summers de putón verbenero. La película fue un icono de la época y me gusta verla hoy en dia para sentirme en los 80 aunque solo sea por las pintas y las formas que usaba la gente. Aunque no sé si la aguantaría sin utilizar el FF... a pesar de todo enla época funcionó, con 1.059.128 de espectadores que se dejaron 1.702.603,28 en las taquillas...

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Solo un año después nos llegaría la secuela del título anterior; Suéltate el pelo.
Como el rollito autobiográfico no daba para más, decidieron dedicarse a hacer una película en la que los Beattles españoles vivían aventurillas y se metían en mil líos.
Los Hombres G se van de gira a Acapulco. En el avión se cuela Sonia, una lolita admiradora de David; este, compugnido ante el amor inocente y cándido de la muchacha, decide que se quede con ellos y le paga la estancia en Acapulco (sin esperar posibles favores sexuales a cambio :roto2).
Una noche, paseando con la muchacha a solas por el paisaje, esta se le abalanza con intención de violarlo. David resiste su honra y convence a la muchacha de que eso no está bien.
A la vuelta se encuentra en su buzón fotos de esa agresión sexual que sufrió, y donde las cosas parecen de otra manera. A esto seguirán chantajes, un juicio, cárceles... de todo.

La película es descacharrantemente mala, pero te ríes. Las actuaciones juraría que aún peor, con más desgana (sin duda los principales integrantes tenían ya la vista fija en otras oportunidades de ganar pasta, o asuntos propios). Lo que más la perjudica es el hecho de no tener un motivo básico para existir: si la primera película contaba la historia del nacimiento y auge de los hombres G, aquí solo se encadenan hechos imposibles de creerse, gags continuos sin la menor estructura, aparece Toni Cantó... :atope

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Como digo, se percibe cierta desgana, sin duda los responsables creían que podía repetirse el éxito de la primera película pero poniendo menos esfuerzo, aún así no deja de haber momentos hilarantes que siempre son recomendables: la visita del padre de Sonia y su abogado (Tomás Zori, que ya salía en la primera parte interpretando a otro personaje) a la casa de David Summers, el juicio (el más estrambotico del cine español, con perdón de El robobo de la jojoya) o el desmadre final con persecuciones múltiples (solo le faltó alguna explosión).

Si esto fuera un Versus Normal ahora tendría que decidir cual de las dos es mejor. No es este el caso :diablillo La verdad es que Sufre Mamón es mejor, aunque probablemente ninguna guste gran cosa a personas ajenas a esa época y a esa corriente. Un sentido del humor anticuado que harà las delicias de los ochenteros y espantará a quienes no lo sean.
Las dos películas fueron editadas en vhs por Jose Fradé Video (yo tengo Sufre Mamon, la otra no) y posteriormente han salido en DVD.

Lo que realmente queremos ver ahora los fans de estas películas es un "Hombres G: La caida" contando los trapos sucios. ¿Lo llegaremos a ver algún día? :cuniao


En el futuro me gustaría seguir con la corriente de comentar este tipo de cine españó, ya sabéis: Megapost de Pajares y Estero, de Parchís... todo se andará :hola
 
Excelente, Henry :palmas :palmas :palmas

En mi caso, estas pelis no las he visto o no las recuerdo para nada. Le pondré remedio en corto espacio de tiempo. Las que si recuerdo son las de Esteso y Pajares... :tetas
 
Volviéndote a superar, macho. Nunca pensé leer un post sobre las pelis de los Hombres G. Nunca tuve el "gusto" de ver ninguna de las dos y del grupo más allá de tararear sus canciones poco más. Nunca fuí seguidor fiel de ellos pero hay que reconocer que fueron un icono pop patrio y eso no se lo quita nadie.

A la espera del siguiente. Sigue así.

Y no te olvides de "Buenas noches, señor monstruo", please. :juas;)
 
No podría olvidarla aunque quisiera, querido Atreyub. Yo... he visto cosas que vosotros no creeríais. He visto italianadas rodadas sin guión y con pésimos efectos especiales. He visto gores alemanes brutales con desmembramientos, mutilaciones, infanticidio o necrofilia.
Todos esos momentos no pueden compararse al visionado de Buenas noches señor monstruo :roto2
 
Es que de Buenas noches señor monstruo no hay nada en el cine patrio que se asemeje a ese momento donde a Paul Naschi le meten una linterna en la boca y se le iluminan los ojos. Aparte de que en youtube hay un par de momentos colgados que revisioné ayer a raiz de este hilo y... no tengo palabras. Sentí mucha vergüenza ajena, como la que nunca he sentido. :cortina

Así que cuando toque post al respecto habrá posteos... ¿Y Chispita y los gorilas? Lo descubrí ayer precisamente al respecto y... madreeeeee. Qué cosas se hacían en los 80 y yo sin conocerlas, jejejej.
 
Veo vuestro "Buenas noches señor monstruo" y subo a...




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¡¡Superadlo!! :cuniao




Henry, aprovecho para darte las gracias por el hilo, que no dejo de leerlo y para mandarte abracetes, que se echan de menos esas conversaciones de cine chungo :lol

No pares, que esto es una pasada :hail, seguiremos expectantes a más :ok

Besazos :agradable
 
Oh, no... no puedo creerlo... es... ÉL. El elegido :babas:babas:babas:babas

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¡Coñe si es mi amigo Athor! Pásese por aquí mas a menudo, truhán, que somos muchos los que nos acordamos de usted :mosqueo
Se echan de menos aquellas noches de chat con nuestras interminables conversaciones de música, videojuegos, sexo, películas de terror, John Hughes, hombres lobo, sexo, slasher, películas de monstruos, gore, sexo, pelis de ciencia ficción post apocalíptica italiana... ¿he dicho ya sexo? :babas
Se te echa de menos :hola
 
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