Respuesta: Megapost de los Ochenta, Parte 13: Quieren jugar contigo... THE END
Megapost de los 80 Parte 13: Quieren jugar contigo...
Los muñecos siempre han acojonado a los niños. Y no lo neguemos, hay algunos ejemplares que
todavía nos pueden arrancar un escalofrío a los que ya somos talluditos. No es que vayamos temblando cuando pasamos junto a la sección de las muñecas de Famosa, o Nenuco en un centro comercial, entiéndaseme, pero hay algo, en esas eternas sonrisas de plástico, que no huele bien. Yo personalmente, tengo una tía que, cuando era pequeño, le encantaba aterrorizarme con un muñeco (un payaso de porcelana…
payasos y muñecos juntos, el horror primigenio).
En el cine, las raíces del muñeco asesino se pierden más en la ventriloquia, donde muchas veces el verdadero problema está en la mente del ventrilocuo que en su muñeco. Los orígenes de esto aún podemos remontarlos más lejos (recuerdo un relato de los cómics E.C. de Historia de la cripta que trataba el tema) pero en el cine, por ceñirnos a un origen, quiero mencionar
Magic, o como se tituó en España,
El muñeco Diabólico (NO es la de nuestro amiguito Chucky, ojo). Y aún podríamos tirarnos más atrás (
Al morir la noche).
En
Magic, Hopkins (en uno de los mejores PAPELONES de su carrera) es Corky, un mago de feria que en el prólogo, se nos muestra como un perdedor, un fracasado. Años después, efectúa el mismo número de siempre en el mismo local donde antaño fracasó,
pero ahora, es un éxito. De pronto, hace gracia a todo el mundo, la televisión quiere ficharlo, le ofrecen actuaciones en Las Vegas… ¿la diferencia? Ahora Corky ha añadido al número
la presencia de un muñeco hecho a su imagen y semejanza, llamado Fats, que es el alma del número… ¿y del mago?
Corky, agobiado por el éxito (y por que no desea pasar un examen médico obligatorio para trabajar en la tele) se retira a una cabaña en su pueblo natal, donde comenzará una amistad, y algo más, con una antigua compañera de colegio (Ann Margret). Su representante (
el gran Burguess Meredith) empieza a sospechar que Corky ha perdido el juicio… y no os cuento más. Corred a vedla. Tira para el desinterés en algunos tramos, pero la actuación de Hopkins lo vale mil veces, y está amparado por buenos secundarios. Además, hay bastantes momentos de mal rollito…
En esta misma onda, pero
ya en nuestros amados años ochenta, tenemos
Pin, una curiosa película canadiense de 1988 (mismo año del estreno de
Muñeco Diabólico) donde se nos presenta a una familia típica de clase alta: el padre (Terry O’Quinn nada menos) es un prestigioso cirujano con una adorable esposa y dos hijos, Leon y Úrsula. Los niños crecen en un ambiente estricto, aunque no demasiado duro, y a menudo, el padre usa como figura de refuerzo en su educación a Pin,
un maniquí anatómico a tamaño natural que tiene en su despacho. El padre hace uso de la ventriloquia para hacerles creer a los niños que Pin habla, tiene vida propia, les aconseja lo que deben hacer, e incluso les deja regalos en Navidad.
Años más tarde, los hermanos son adolescentes. Ursula es una chica normal que tiene amigas y comienza a interesarse por el sexo masculino, pero
Leon sigue siendo un niño. A menudo, se encierra en el despacho de su padre para “hablar con Pin”, cuya voz ha aprendido a imitar, y cuando su padre descubra estas macabras “reuniones” decide terminar con ello, pero poco después, él y su mujer mueren en un accidente de coche. Una tía de los chicos se traslada a la casa para cuidar de ellos, pero según Leon,
Pin no ve a la recién llegada con buenos ojos…
Estamos ante
una película morbosa, con una atmósfera malsana y deprimente, donde el problema no es un muñeco asesino, sino una educación incorrecta que lleva al joven Leon a la locura y el asesinato. El padre de los chicos nunca llega a valorar el tremendo trauma que ha creado en su hijo, aunque teniendo en cuenta que ambos fueron criados igual, pero Úrsula no tiene el mismo problema, podemos achacar el estado de Leon a un trauma adicional: cuando era niño, se coló en el despacho de su padre cuando él no estaba, y oculto, vio como la enfermera de este, creyéndose sola, se ponía, ejem, cariñosa con el maniquí,
escena de alto grado de malrollismo. En cualquier caso, cuando el padre descubre en qué se ha convertido su hijo no es demasiado tarde, pero su muerte prematura impide que el chico se reforme: todo lo contrario, Leon lleva a Pin a casa, le viste, imita su voz continuamente, le asigna una habitación, le sienta a una mesa,
y obliga a su hermana a hablar con él como si fuera un miembro más de la familia. Demencial, y muy recomendable por esa aura enfermiza. Por lo demás, la película es bastante pobre, y está rodada cual telefilm de Antena3, pero echadle un vistazo, porque
no tiene desperdicio.
Ese mismo año pues, 1988, se estrena
Muñeco Diabólico, de Tom Holland. Probablemente no esté bien considerada por muchos de vosotros, por no hablar de las nuevas generaciones que han crecido con ese “otro” Chucky, el de La novia y La semilla de Chucky… pero luego hablaremos de eso. No voy a quitarle hierro al asunto, y
confieso que la primera entrega de esta saga es, probablemente, una de mis películas favoritas del género fantástico, y le tengo un particular aprecio.
La historia seguramente la conoceréis muchos: en el prólogo, un asesino, Charles Lee Ray (un melenudo Brad Douriff, eternamente atrapado en el papel como su personaje lo está en ese “trozo de plástico") huye de la policía, y es abandonado a su suerte por su socio, y perseguido por el detective Mike Norris (Chris Sarandon, un habitual de Holland). Finalmente, acorralado en una juguetería, y herido de muerte por una bala, jura vengarse tanto del socio que le dejó tirado, como del policía responsable de su muerte. Segundos después, escoge a un muñeco de moda, y
lleva a cabo sobre él un ritual que se supone, transferirá su alma al “Good Guy”.
Luego pasamos a la familia Barclay, una madre soltera, Karen, y su hijo de seis años Andy, que como todos los críos, quiere que le regalen el juguete de moda, un muñeco “Godd Guys”. La madre no tiene pasta para adquirirlo en una tienda, por lo que acabará comprándole uno a un vendedor callejero, que es (¿adivináis?) el mismo que usó Ray en su ritual antes de morir.
Poco a poco,
los fenómenos extraños se suceden. Una amiga de Karen que cuidaba a Andy, muere en un accidente, cayendo por una ventana. En principio no es nada más que un desgraciado suceso, pero según Andy, Chucky estaba enfadado con ella, por no dejarle ver las noticias… poco a poco, primero la madre, y luego el detective que investiga la muerte (tará! Casualidades de la vida, el detective Norris, el mismo que mató a Ray) empiezan a creer que Andy es un niño perturbado, un pequeño psicópata en potencia, aunque el niño asegura que es el muñeco, siempre es el muñeco…
Lo demás, la investigación de la madre desesperada, el policía que empieza a olerse una mínima posibilidad de que el niño tenga razón,
y las correrías de Chucky, matando gente, casi siempre con el chaval cargando con las culpas. Siempre he sentido cierta pena por esos niños que protagonizaban películas de miedo, preguntándome que fue de sus vidas (en algunos casos, se sabe, otros no) y si no quedarán terriblemente marcados por la experiencia.
En cualquier caso, a mitad de película,
la cosa tira por terrenos bastante apáticos, y solo se recupera hacia el final, donde el muñeco carga las tintas. La imagen de Chucky con el quemazo de mechero en plena cara, cuchillo en ristra,
es icónica. En su día la editó
Warner BROS, una edición que luego fue jodidísima de pillar. De niño la alquilaba todas las semanas, intentaba que los dueños de los videoclubs me la vendieran, pero nunca lo conseguí. Aunque hoy en día la tengo en DVD, y en una re-edición en VHS que salió a finales de los noventa, sigo codiciando la edición primigenia…
La primera secuela,
Muñeco Diabólico 2, no está del todo mal, ya consciente de la mítica del personaje, definitivamente, se deciden a explotarla. Poco tiempo después del suceso, loas cosas se han torcido: la madre del niño insistió a las autoridades en que el muñeco estaba vivo, pero
nadie la creyó, y ni siquiera los policías que en la primera parte son testigos de que Chucky estaba vivo la apoyan, por temor a la desacreditación, así que
la mujer acaba en un manicomio, y su hijo en un hogar de acogida.
Mientras tanto, la empresa que fabricaba los Good Guys ha recuperado los restos calcinados del muñeco, y
se proponen reconstruirlo para examinarlo, ya que muchos han justificado las declaraciones de los Barclay con la idea de que tal vez, en la fábrica se manipuló al muñeco para que pronunciase frases amenazadoras. Tras reconstruirlo por completo, no encuentran nada anormal en él, pero todavía mientras lo están terminando de arreglar, un operario
muere en un extraño accidente…
Mientras tanto, Andy es enviado a un hogar adoptivo, llevado por el matrimonio Simpson (Gerrit Graham y Jenny Agutter nada menos) que también tienen una hija adolescente. El muñeco seguirá a Andy hasta su nuevo hogar con la obsesiva idea de apoderarse de él.
Como secuela,
no es mala. Es una película muy poco tenebrosa visualmente, y hay escenarios muy coloridos (la casa de acogida, la escuela, la fábrica de juguetes). En realidad, casi diría que en muchas cosas,
mejora a la primera. Nuevamente tenemos otra imagen icónica del bueno de Chucky, con la cara manchada de sangre, y vara en mano, asesinando a una pobre maestra. Curiosamente, pese al éxito que tuvo, la siguiente entrega,
Muñeco Diabólico 3, es un
bodriazo de tomo y lomo. En España ni recuerdo si se estrenó en cines, quizás por los macabros sucesos que tuvieron lugar en Gran bretaña (dos chavales, tras ver la película en cines, secuestraron y mataron a un bebé a sangre fría, tras torturarlo). Esto dio
muy mala imagen a Chucky, y perdió popularidad rápidamente. La tercera parte salió aquí en VHS, editada por
Universal (al igual que la segunda parte) y en ella, Andy es un adolescente desarraigado y sin familia, que es enviado a una academia militar para reformar su conducta. La empresa que fabricaba los muñecos Good Guy recupera su antigua línea de muñecos, y el primero de los muñecos es fabricado
con los restos destrozados de Chucky, por lo que este pronto volverá a la carga. Hay alguna escena con muy mala leche (Chucky cambiando las balas de fogueo por balas reales durante unos juegos de guerra en la academia militar) pero… pobre, muy pobre. Aún guardo el número de Fangoria con Chucky en la portada y el tagline “Chucky se va a la guerra”, muy mítico todo.
Por la publicidad negativa del asesinato, imagino, y por
la pésima calidad de la tercera parte, no hubo más Chucky hasta el final de la década, y cuando volvió, lo hizo prácticamente
en calidad de reboot.
La novia de Chucky, pese a ser divertidísima, desvirtúa para siempre el personaje y la saga, y a partir de aquí,
abandonan cualquier intento de tomársela en serio. Hay quien dice que precisamente entonces, en cuando empezó a molar, pero a mi me gustaba más el formato de película de terror con tintes de humor negro.
La novia de Chucky es, por contrario, una comedia negra con toques macabros, donde Chucky es resucitado diez años después de su muerte por una antigua novia psicópata (una
Jennifer Tilly potentísima). Pero cuando la novia se enfada con Chucky, este la mata y la mete en el cuerpo de una muñeca, dando lugar a
toda una serie de peripecias cómicas. Una road movie macabra donde los muñecos comen, beben, fuman y follan, casi como se tratara de personas de carne y hueso en miniatura, mientras
una sosa pareja de humanos van dando tumbos sin enterarse de nada. Homenajes constantes al cine de terror de los ochenta (Freddy, Viernes 13, Hellraiser…) como ya digo, muy divertida, pero
ya no es Muñeco diabólico.
La semilla de Chucky me pareció un
gigantesco bodrio sin nada reconocible de la saga original, que ya ni siquiera es divertida, y hecha para la nueva generación de nengs. Ahora viene un remake, que imagino,
será un nuevo reboot… pero ya veremos.
Stuart Gordon, tras los éxitos de
Re-Animator y
Re-Sonator, volvió a actuar bajo las protectoras alas de
Empire/Full Moon, con Brian Yuzna de productor, aunque sin Dennis Paoli escribiendo el guión, en el film
Dolls. La historia
no es una salvajada gore y desvergonzada como las anteriores,
ni lo pretende. Va de fábula moral y cuento de hadas macabros con algún toquecillo gore, y aunque el texto es verdaderamente loable, está filmada con el culo. Aún así,
no la desrecomiendo, ni mucho menos, pero pasemos al asunto.
La cosa va de un matrimonio repelente e insensible; ella es la segunda mujer del marido, y van con la hija, que lo es de la primera mujer. A la niña
la tratan poco mejor de lo que tratarían a un perro. En plena noche, se pierden en medio de una tormenta, con el coche estropeado, y van a parar a un caserón donde vive un adorable matrimonio de ancianos, solos en medio de la nada. A la casa llegarán pronto otros huéspedes forzosos;
un tipo inocentón, y una pareja de punkies cleptómanas. Los ancianos los acogen sin problemas, y les enseñan su casa, repleta de muñecos, pues es a eso a lo que se dedican, a fabricarlos… aunque la materia prima con la que están hechos los muñecos no es algodón, plástico o trapo,
sino seres humanos.
Resulta que los ancianos son partidarios de que los adultos no se tomen la vida tan en serio, que la gente no deje de soñar al llegar a cierta edad, y los muñecos asesinan a todos aquellos que “han perdido el corazón”,
convirtiéndolos a su vez, en muñecos. Naturalmente, la niña no será victima potencial, pero si discutirán sobre si el joven inocentón es un adulto o no. El muchacho, sensible e infantil, pronto empieza una amable amistad con la niña, la persona más parecida a él de la casa, pero sus padres ven esa amistad con desconfianza, del peor modo posible, por supuesto. La verdad es que,
quienes resultan grotescos en la película no son los muñecos, ni los ancianos siquiera, sino ese matrimonio asqueado de todo, cabrones, irritados, cansados de la vida, insensibles para con la niña, completamente egoístas. Los monstruos, dice el anciano de la casa (y lo dice Stuart Gordon, claro) son ellos, que no solo se han cargado sus vidas, sino que están cargándose la de su hija, a la cual riñen constantemente
y de la forma más cruel por tener demasiada imaginación y “fantasías”.
Como ya dije al principio, está rodada de forma
totalmente telefilmesca (como casi todas las de
Full Moon, me temo) pero aún así no os perdáis al menos un visionado de este curioso cuento de hadas (con cuyo mensaje no puedo dejar de estar de acuerdo).
Un breve apunte (realmente breve, porque se nos sale de la temática y de la franja temporal) sobre
Los Tommynockers, adaptación televisiva de una kilométrica novela de Stephen King, hecha a principios de los noventa. En esta película, una escritora descubría en el bosque del pueblo
una nave espacial enterrada. Conforme la desenterraban, todo el pueblo comenzaba a cambiar, convirtiéndose en otra cosa, y uno de los efectos secundarios era que
creaban cosas imposibles con simplemente desearlo. Había algunos individuos immunes mentalmente, a estos aliens, y uno de ellos era una mujer policía que tenía, en su casa,
una gran exposición de muñecas de porcelana. Cuando los vecinos “contaminados” se dan cuenta de que es inmune y no se va a convertir, hacen que sus muñecas cobren vida (maligna, por supuesto) y la maten, escena que recuerdo
de bastante mal rollo…
La saga
Noche silenciosa, Noche sangrienta (cuyas dos primeras entregas se retitularon aquí como noche de paz, noche de muerte)
siguió unos derroteros bastante alucinantes, sin ningún tipo de coherencia o continuidad; así,
las dos primeras entregas eran slashers de temática navideña, ignoro de que trata la tercera, pero la cuarta, estrenada aquí como
Ritos satánicos, trataba sobre sectas, y la quinta entrega, la que nos ocupa, de muñecos asesinos. En españa la titularon
Juegos diabólicos (no confundir con
Juguetes asesinos, producción de Full Moon, que más adelante repasaremos). Como véis,
el panorama videográfico español es cualquier cosa menos limpio y navideño, y reina el caos, sobre todo debido a que en la mitad de las películas los distribuidores se inventaban alegremente los títulos, pasando del original. Hoy en día, cualquiera encuentra algo…
En cuanto a le película que nos ocupa (
Juegos diabólicos) trata sobre un niño que una noche, observa horrorizado como su padre
muere asesinado por un juguete navieño (una bola en forma de Papá Noel a la que le salen brazos estranguladores). Por supuesto, nadie creerá al niño, atribuyendo la muerte del padre a un accidente doméstico. La madre se traslada con el crío a una pequeña ciudad americana, donde conocerán a Joe Petto (Mikey Rooney!) un amable anciano fabricante de juguetes que
vive con su hijo Pino. El caso es que la madre renovará un antiguo amor de juventud, mientras un policía investiga casos de “accidentes” sucedidos con juguetes… que queréis que os diga,
muy poco reseñable, salvo lo “sutil” de los nombres del personaje de Rooney y de su hijo, y la mala leche de algunos de los juguetes asesinos, sobre todo,
una lombriz gigante de peluche en plan gusiluz que te entra por los ojos (literalmente, se te clava en un ojo, te atraviesa el cráneo y te sale por el otro). Peli deleznable y hoy en día, bastante difícil de localizar (¿para qué?) donde aparte de la presencia de Rooney, solo destaca (es un decir) Brian Yuzna en la producción (dirigió la entrega anterior de la saga). Yo de vosotros
no me molestaría en buscarla, pero si algún día la encontráis…
caspa de principios de los noventa.
Ahora entramos de lleno en la factoría de
Full Moon, que es meterse en camisa de once varas. Como ya he comentado en megapost anteriores, Full Moon es lo que quedó de la gloriosa
Empire, productora de los hermanos Band, que produjo
Re-Animator y
Re-Sonator, amén de iniciar sagas que inundaron nuestros videoclubs en la primera mitad de los noventa (Subespecies, Trancers… y la propia saga que nos ocupa Puppet Master, o como se tituló (más o menos) oficialmente en nuestro país,
La venganza de los muñecos. Los que nunca os hayáis tragado una película de Full Moon, tenéis que entender que “gozan” todas de
un clima especial, y son
muy similares entre si (prácticamente, las han filmado todas entre cuatro técnicos, siempre los mismos, así que muchas diferencias no puede haber). Empire cayó hundida por las deudas, porque en sus últimos tiempos, los productores dejaban dirigir a todo Dios, hasta al apuntador, y los resultados
no fueron precisamente buenos, así que las deudas acabaron matando la gallina de los huevos de oro. De hecho, la última película que figura como producida por Empire,
Prison-Presidio (hablamos de ella en megapost anteriores) se rodó prácticamente cuando la productora no existía.
Así, aunque se pretendió que Full Moon fuera
en teoría lo mismo, acabó siendo “lo mismo pero con menos dinero y sin riesgos”, y claro, eso se nota. Olvidaros
de las orgías gore que podíamos ver en
Re-Animator, del sexo y de la permisividad a la hora de tratarlo; las películas de Full Moon se plantearon como películas fantásticas directas a vídeo, sosas, flojitas, acomodadas dentro de unos márgenes bien establecidos, y cuyo reclamo era muchas veces el humor (negro) la simpleza argumental (para qué complicarse la vida si todo lo que quiere ver el público son
muertes, bichos y alguna tetilla) y supuestamente, sangre y sexo (si bien, lo primero caen cuatro gotas, y lo segundo, las escenas eróticas de Full Moon se limitan casi siempre a rodar más sábana que carne).
Ya muchos estaréis pensando que
no vais a ver una puta película de Full Moon en la vida, y que las estoy poniendo a caer de un burro, pero a mi me fascina la historia de esa productora, y de cómo pasaron de hacer cosas como
Re-Animator a películas prácticamente para toda la familia. Y siempre se encuentra
una pequeña joya que limpiar entre nueve sosas y aburridas películas. A veces había caras interesantes detrás o delante de la cámara que
justificaban el pagar las 300 pesetas del alquiler, y llegaba a ser entrañable ver siempre las mismas caras y los mismos decorados película tras película, tras película, tras película…
Pero situémonos:
La venganza de los muñecos se estrena en vídeo en 1989, primera entrega de
una larga saga que aquí está mas o menos olvidada, pero que en EEUU
goza de su culto y sus legiones de fans, con abundante merchandising (figuras de los muñequitos, buenas ediciones en DVD, y demás). Centrándonos en la primera entrega, un prólogo situado en un lujoso hotel californiano, en 1939, conocemos a André Toulon, juguetero de profesión que dedica su vida a los muñecos y las marionetas, y que ha conseguido (en principio, no sabemos como)
dotar a algunas de sus creaciones de vida e inteligencia. Sin embargo, los nazis andan tras su invento, por lo que, tras esconder a sus creaciones, Toulon se suicida para que nunca puedan desvelarse sus secretos. Ya en la actualidad, una serie de personas que poseen poderes (¿!) se reúnen en el hotel porque han tenido “visiones” de ese lugar por separado. Allí descubren que otro tipo con poderes, conocido suyo, ha muerto,
aparentemente se suicidó.
La presentación de los personajes
es abrupta, chapucera e insuficiente, pero tampoco hace falta más: años ha, todos colaboraron con el fallecido investigando a antiguos alquimistas egipcios, y dieron con la leyenda de Toulon, pero nunca lograron dar con su secreto. Sin embargo, ahora el fallecido si ha logrado encontrar los muñecos, y estos obedecen sus deseos, matando poco a poco a los “parapsicólogos”…
Pese a
lo chapucero de todo el apartado técnico e interpretativo, la película se deja ver, con algunas escenas bastante truculentas, y además, la original idea de que los muñecos no representan al Mal,
no son malos por naturaleza, sino que se comportan según sea su dueño: así, Toulon, su creador, era un anciano bienintencionado y sus muñecos, mascotas inofensivas en sus manos, pero ahora, bajo el dominio de un Puppetmaster sádico e hijo de puta, se han convertido
en asesinos sanguinarios.
Dirigida por David Schmoeller, habitual de la casa de los hermanos Band y director de cositas como
Trampa para Turistas o
Crawlspace, el actor más reseñable será el protagonista, Paul LeMat, que interpretaba al macarilla que se batía con Harrison Ford en una carrera de coches, durante
American Grafitti, mientras que el resto del elenco me resulta totalmente desconocido, a excepción de
una aparición estelar de Barbara Crampton (musa de la Empire, y mía). La peli, pues, no es especialmente destacable, pero tampoco merece el olvido, y
es bastante simpática.
La primera secuela se estrenó aquí en vídeo bajo el título de
Muñecos asesinos, editada por
CB Films, y como ya comentaba arriba, el desbarajuste de títulos que tenemos en España
afectó especialmente a esta saga: así, la tercera parte, de nuevo bajo el sello de Paramount, se estrenó como
La venganza de los muñecos 2 (pese a ser la tercera parte) la cuarta como
La venganza de los muñecos 3… el resto no lo sé, ya que las últimas ni se estrenaron en vídeo, pero la sexta entrega si se estrenó, bajo el título de
Juguetes asesinos (curiosamente, otra peli de muñecos asesinos de la Full Moon se estrenó en vídeo cinco años antes
con el mismo título, pese a no tener nada que ver con Puppetmaster). Para no liar más la madeja,
me referiré, a partir de ahora, a los títulos originales.
Puppetmaster 2, pues, continúa la historia años después, y añade unos cuantos conocimientos más acerca de los muñequitos, y su creador. Aquí tenemos a unos “investigadores paranormales” enviados por el gobierno americano para
investigar en el viejo hotel de Bodega Bay donde transcurrieron los hechos de la primera entrega. Huelga decir que TODOS los actores que forman dicho grupo son bastante lamentables, y resulta increíble que llegaran siquiera a sacarse el graduado escolar, no hablemos ya de que
el Gobierno los contrate para investigar nada.
Su llegada al hotel coincide con
el regreso de los muñecos asesinos, que resucitan a André Toulon, su creador, con
un líquido mágico (¿¿¿). Este, convertido en un purulento zombi, se envolverá en vendas en plan Claude Rains en
El hombre invisible, y manda a sus muñecos a asesinar gente para conseguir materia prima con la que fabricar
el líquido que da la vida, ya que a algunos de los muñecos se les ha “acabado” y están ¿muriendo? Por si no fuera poco, una de las investigadores es
la reencarnación de la esposa muerta de Toulón.
Además de la trama que transcurre en la epoca “actual” y que resulta
previsible y a ratos, bastante aburrida, tenemos flashbacks que narran el inicio de la leyenda de Toulon, un juguetero cuyos espectáculos empezaban a pasar de moda con la llegada de los juguetes electrónicos, hasta que, en Egipto, descubrió los secretos de la vida. Sus muñecos
están compuestos por madera, mecanismos de relojería que los hacen “autónomos”
y el líquido vital egipcio.
Una vez tenemos a Toulón de vuelta, descubrimos que este es
un mad doctor megalómano y muy, muy chalado (cuando en la primera entrega
nos lo presentaban de forma muy diferente, como un benévolo anciano que llegaba a amar a sus creaciones de madera como a sus propios hijos, y jamás los utilizó para que cometieran asesinatos). Además, el juguetero incorpora una nueva “mascota” al grupo,
un esqueleto metálico en miniatura vestido con gabardina, que es capaz de
lanzar fuego por una de sus manos, en grandes cantidades.
Soy incapaz de defender
nada de esta película, salvo las apariciones de los muñecos, que resultan divertidillas (el stop motion es malo, se nota). Sin embargo, estas marionetas asesinas llegan a poseer casi personalidad (el más legendario se supone que es
Blade, el muñeco que tiene un cuchillo y un gancho en lugar de manos, y que se perfila claramente como el líder). Cuando los muñecos salen a matar,
despiertan algo de interés. El resto de la película (los avatares de los investigadores y la locura de Toulon)
solo consiguen provocarme sueño.
Puppetmaster 3 no es una secuela de la saga,
sino una precuela, donde vemos como un joven oficial nazi, titiritero de afición, viaja a los Estados Unidos para conocer a Toulón, que usa a sus marionetas vivientes en espectáculos para niños. El oficial nazi, por supuesto, solo pretende robar sus secretos para llevarlos a su patria. Conseguirá fotos de los muñecos vivos, interesando al alto mando nazi por ellas. Secuestran a Elsa, su esposa, de la que está locamente enamorado (aquí,
interpretada por Sarah Douglas) y este dará vida a una muñeca que había hecho a su imagen y semejanza, dando así origen a
Leech Woman, la muñeca que vomita continuamente horribles sanguijuelas.
La historia nos va narrando
el origen de Toulón, de amante esposo y hombre encariñado con su profesión, dedicado a hacer felices a los niños, y a cuidar de sus muñecos, y de cómo, al perder a su esposa,
empieza a usar a sus marionetas para vengarse de los nazis. No es, por lo tanto, el doctor loco y homicida que se nos mostraba en la segunda entrega, sino un hombre abocado a la venganza, pero que también mata para sobrevivir (los nazis le buscan para robarle sus secretos y después asesinarle) pero que en ningún momento pierde la lucidez ni la humanidad.
Aquí conoceremos a otro muñeco, un vaquero que recuerda, de cierta manera,
al Woody de Toy Story, solo que este tiene seis brazos, cada uno armado con una pequeña pistola que dispara de verdad. Y además de descubrir el origen de la muñeca de porcelana que produce babosas, veremos
la creación de la marioneta de Blade, cuyo rostro está hecho a imagen y semejanza de un oficial de la GESTAPO que persigue a Toulón.
En general, es un producto de serie Z, que pese a todo,
resulta algo más entretenido (y coherente) que la segunda entrega.
Se nota (ya desde la segunda parte)
que los mínimos de calidad exigibles a estos subproductos van dejando mucho que desear: de este tipo de películas, uno que espera que sean malas, que sean casposas, que tengan un guión incoherente plagado de tópicos, una dirección plagada de fallos de raccord donde el micro se cuela en pantalla cada diez minutos, actores penosos con interpretaciones imposibles, efectos especiales limitadísimos… esto se espera, y se da por supuesto.
Pero lo que NUNCA debería poder decirse de ellas, es que sean aburridísimas, soporíferas. Y por desgracia, la saga va siendo cada vez más aburrida, previsibile y lamentable.
No me voy a detener en exceso en el resto de entregas, que
se van saliendo cada vez más de nuestra esfera temporal, teniendo en cuenta que hablamos de una saga iniciada ya en el
declive total de nuestra década preferida, el año 1989, y que van ya por la décima entrega, siendo la última de 2010, y alguna de las últimas, directamente,
refritos que mezclan metraje de todas las películas anteriores para poner la historia en orden cronológico. Si quisiera destacar
Demonic Toys, otra película de la Full Moon sobre muñecos asesinos (esta vez si, muy, muy malos) que además, aquí se titutó
Juguetes asesinos… EXACTAMENTE el mismo título que tuvo en vídeo Curse of the Puppet master (la sexta entrega) pero
no hay que confundirlas, pues no tienen nada que ver.
Demonic Toys es una historia bizarrísima, increíble, sobre una pareja de polis que llega a un almacén donde se establece un peligroso tiroteo. LA mujer, claro, temiendo la muerte de su compañero (que además es su amante) o la suya misma, se siente en obligación de confesar que se sabe embarazada, y que el hijo que espera es de él. Previsiblemente, el tipo morirá, y ella quedará encerrada en un almacén de juguetes
donde está el mismísimo Satanás, y allí, nuestra heroína sufrirá el acoso de juguetes infernales, ayudada por un repartidor de comida a domicilio que se ha quedado dentro...
absolutamente absurda, no solo eso, lo mejor es el final, cuando la mujer policía está ya en peligro, y su hijo nonato (que a estas alturas de la gestación, debe ser del tamaño de una gamba)
posee a un soldadito de plomo, para salvarla.
Puro delirio casposo.
Y bien, con esto...
hemos llegado al final. El bloque de Cine de Terror... finis. ¡Por supuesto que se me han quedado cosas fuera! Con el tiempo, iré recopilando "especiales" dentro de temáticas ya pasadas, como por ejemplo, uno de Lucio Fulci, que quiero hacer, ya que no le presté demasiada atención en los inicios del megapost. Como siempre, cualquier sugerencia, título que se me haya olvidado, rareza que conozcáis, comentadla
Se me pueden haber pasado cantidad de cosas, es más, con el caótico y esquizofrenico mercado de VHS que tuvimos entre los ochenta y primeros años noventa, SEGURO que he olvidado DOCENAS de títulos. Espero que poco a poco, vayan saliendo.
De todas formas, y aunque se nos acabe el terror,
el megapost no ha acabado, eso ni soñarlo. El próximo Megapost tratará de Fantasía, después, veremos la Ciencia ficción... y tras esto, tenemos la comedia, las películas de adolescentes, las de acción... vamos, que hay para rato
Como siempre, mil gracias a los que
os dejáis dar la brasa han sugerido títulos, rarezas, cosillas por investigar... los megapost se me harían mucho más pesados de elaborar si no fuera por ellos
Y para terminar, quería dejaros un "
Regalillo" a aquellos que habéis seguido pacientemente mis desvaríos. No os digo lo que es, abridlo y descubridlo por vosotros mismos... si encontráis cualquier fallo garrafal, avisad!
http://www.megaupload.com/?d=2AUKN8JP
PD: No es porno... (lo siento)