El Megapost de los 80: Repasando a Richard Franklin

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A mi el Slater siempre me parecio simpatico, tengo pendiente de revisionar KUFFS un policia diferente junto a la tierna, muy tierna Milla Jovovich.... glglglglglglglgl :babas

Recuerdo haberla visto en el cine, sólo por que le tenia/sigo teniendo cariño a la Jovovich. La verdad es que no recuerdo nada de la peli :doh
 
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A mi Al filo del abismo siempre me pareció un churro. Ya desde la primera vez que la vi... no me quiero ni imaginar lo hortera que debe ser al verla hoy en día. Además, que pa monopatines, estos :disimulo

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aquella es la del chinito que matan? JOJO. Era la risa!! Se ponia asi como muy seria y tal, no? Christian Slater suele asegurar bodrio. Es un poco como Mathew Broderick (que ya es casi infalible).
 
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Recuerdo haber visto ésta de Trashin´, aunque vagamente. Joven el Brolin.
 
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Trashin se me pasó en su día.

Henry, ¿qué tal está? Ponme en situación.

En cuanto a hoy día, pues puedes imaginártelo. :fiu

aquella es la del chinito que matan? JOJO. Era la risa!! Se ponia asi como muy seria y tal, no?

Esta es. Y encima en plan detectivesco de medio pelo. Es como un mal capítulo de cualquier serie ochentera.
 
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Esta noche me toca esta delicatessen:

El personaje principal podría ser perfectamente un forero tipo de NOSOLOHD.

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Henry, tio, eres el Tarantino del VHS :hail :hail :hail
 
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Fundido a negro la bajé hace una semana, me espero a tu opinión, Peter.
 
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Pues es un PELICULON de cabo a rabo...


El actor es terriblemente fantástico y los homenajes a las películas clásicas también.

PELI DE FORO!!
 
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en serio mola ésa o es solo otro fruto de tu perversa y anillesca mente?
 
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"director: vernon ZINMMERMAN"

:juajua
 
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Pero, ¿de qué va? En profundidad, please.
 
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¿No hay una secuencia en que un tipejo apuñala a otro mientras ve una peli en una sala de cine?

Atreyub:

Eric Binford sufrió las burlas de todos quienes le rodeaban. Amante del cine, se sumerge en los sueños y fantasías de los personajes y estrellas de las películas. Pero su mente perturbada por tanta humillación, le hace cometer crímenes inspirados todos ellos en personajes de sus amadas películas... (FILMAFFINITY)
 
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Herr Henry me confirma que está dando caña a su infecto reproductor de VHS, sacrificándose para tenernos contentos...


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Bueno, pues el post está ya escrito, a falta de ver una película, que me tragaré esta tarde. A Dussander se le olvidó advertir que mañana solo publicaré LA MITAD del post, porque de la otra mitad aún me quedan tres pelis por ver. Aún asi, la primera mitad será jugosa, prometido.

El siguiente megapost recogerá a todos los monstruos que he ido dejando colgados by the way (cocktails de monstruos, películas de sketches, muñecos asesinos...) y será el último de este GIGANTESCO bloque llamado "Monstruos". Luego.. solo Dios sabe. Ciencia ficción, fantasía, películas infantiles, cine de adolescentes, pelis de mamporros... esto no se ha acabado :mosqueo
 
Megapost de los Ochenta XI: Monstruos, Cuarta parte: Vinieron del espacio exterior

Lo prometido es deuda; es Halloween, Michael Myers ya se ha escapado del manicomio, Jamie Lee Curtis está a punto de pasar la peor noche de su vida... y la mitad del Megapost ya está lista. Que no se os atraganten los caramelos!

Megapost de los Ochenta XI: Monstruos, Cuarta parte: Vinieron del espacio exterior (o no…):
Vinieron del espacio exterior, se llama el post… y vaya si vinieron. Ridley Scott tuvo la mayor parte de la culpa por la avalancha de bichos que inundaron pantallas y estanterías de videoclub en los ochenta, y luego llegaron los Gremlins, y la combinación (bichos pequeñajos, venidos del espacio) nos atormentó todavía más. Como todo subgénero, tiene de todo, desde sus películas canónicas, sumas iniciadoras, obras maestras… y bodriazos que pueden considerarse tranquilamente pertenecientes a la estantería de “peores película de la Historia”. Y más o menos, todo lo que hay entre los extremos.
Empezando por el principio, que es el mejor lugar para empezar, está Alien, el octavo pasajero. Una cima de la ciencia ficción y el terror. Ya oigo las vocecitas quejicas murmurar “Henry, eh Henry, que Alien es del 79…” bah, a la porra, la franja entre 1979 y 1980 es muy frágil, y más de una vez me la he saltado a la torera… hablando en plata, Alien es una jodida obra maestra que no solo es genial por si misma; además inicio una saga (irregular, todo sea dicho, pero imprescindible en el panorama de la ciencia ficción) y por supuesto, de no ser por Alien, una vasta infinidad de bichejos espaciales no habrían existido, empezando, como no, por el gran Depredador, del que luego ya hablaremos largo y tendido.
Alien, el octavo pasajero, es fruto de la irrepetible conjunción de una serie de cerebros pensantes, cuya base, cuya columna vertebral, fue ese genio en pequeño que Dios creó y hace poco reclamó: Dan O’Bannon. Dan estaba un poco cabreado porque había colaborado con Dios (aka John Carpenter) en su ópera prima, Dark Star, pero John había dirigido en solitario, cosa que a Dan no le gustó; él también quería dirigir Dark Star… en aquella película aparecía un gracioso alien, en forma de pelota de playa con patitas (sic) y O’Bannon escribió su guión de una película de ciencia ficción con alien, que en principio iba a tener también un tono de comedia/sátira, y que incluía desde hologramas, pirámides gigantes en el planeta de donde procedía el alien (dicho planeta vendría a ser un Triángulo de las Bermudas galáctico) entre muchas otras locuras. Naturalmente, en cuanto el guión cayó en mano de una gran productora, como la Fox, el trabajo se le fue a O’Bannon de las manos: David Giler y Walter Hill retocaron el guión, realizando todo tipo de cambios, entre ellos, el de no solo poner a una mujer en la tripulación (en el guión de O’Bannon solo eran hombres) sino además convertirla en única superviviente, o en cuanto a que Ash fuese en realidad un androide enviado por la “Compañía”.
De todas formas, Alien tiene un número muy concreto de precedentes “sospechosos”, desde Terror en el espacio o El enigma de otro mundo, a una que no suele mencionarse, Fiend without a face… da igual. El guión, y esa perfección técnica y visual que tan bien le salía a Ridley Scott hace tiempo, convirtieron a Alien ya no en un éxito, sino en una nueva fuente de homenajes y plagios mil.


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¿Y de qué va Alien? No creo que esa pregunta se vaya a dar en este foro, pero por si acaso… éranse siete tripulantes de la nave comercial Nostromo (cinco maromos y dos señoritas) que vuelven a la Tierra tras un viaje de exportación comercial. Como los viajes por el espacio son tan lentos, y los humanos tenemos nuestras cosas, como impaciencia y mal carácter, durante el viaje, los tripulantes se sumen en un sueño criogénico, durante el cual, el ordenador que rige la nave, llamado Madre (significativo nombre) dirige la Nostromo. Pero a mitad de camino algo pasa; la computadora recibe un aviso de un planeta cercano, de un origen que no puede determinar, y despierta a la tripulación. La misteriosa Compañía para la que trabajan estipula que cualquier comunicación de origen inteligente en un planeta abandonado debe investigarse, por lo que varios de los tripulantes bajan a un extraño planeta, donde encuentran restos de una fosilizada raza que rigió el planeta mucho tiempo atrás, y unos extraños huevos. Al acercarse uno de ellos a los huevos, una extraña criatura sale del interior, adhiriéndosele al rostro, y… el resto, es historia del cine.
La odisea de horror que vivirán los cada vez más menguados supervivientes de la Nostromo, y en mayor medida, Ripley, es… irrepetible. Esa atmósfera de claustrofobia, de enfrentarte con lo Desconocido, así, con mayúsculas, con una raza mortífera de la que no tienes más datos, salvo que su sangre es puro ácido, y que ciertamente, no te van a pedir un teléfono para llamar a casa. Las malas pulgas del bicho son realmente jodidas (esa boca múltiple…) pero está claro que el terror que provocó Alien no se basa en que te pueda meter una toña con sus dientes y devorarte. Si eso fuera, no habría resultado tan escalofriante, ha habido bichos devoradores en el cine para dar y regalar desde los años cincuenta. Lo que realmente los hace temibles es que pueden matarte… o pueden usarte para reproducirse. Una idea jodidamente perversa, escabrosa, retorcida, que asusta más que cualquier otra cosa que te puedan hacer los bichos. El hecho de que te introduzcan (te violen) un apéndice por el que va a salir un bicho que se instalará en tu organismo y después querrá salir, sin que tengas la menor oportunidad de conocer la expresión “parto sin dolor” es acojonante.
Nadie olvida el parto de John Hurt, en medio de una comida entre colegas, con risas, y la liberación de la tensión precedente; es una auténtica HOSTIA en la cara por parte de Scott. Y lo curioso es que las muertes que vienen después no son, ni de coña, tan explícitas, pero nosotros si la sentimos sangrientas y desagradables. Scott marcó un precedente en la línea entre sugerir y mostrar; precedente porque unos pocos años antes, mostrar no era una opción, ya que los FX un par de décadas antes no eran para tirar cohetes. Su alien no lo vemos completo hasta el final; tras la primera aparición, donde parece una serpiente repugnante, solo vemos tomas de partes de su cuerpo, nada concreto; una maravilosa forma de tenernos en expectativa, porque sabemos que a lo que se están enfrentando estos humanos es realmente terrible, pero… ¿qué es exactamente?
La película innova unos cuantos conceptos del fantástico, pero también tiene sus tópicos: en el fondo es un body count de toda la vida, y por haber, hay hasta “sustos del gato”. `Pero cosa no para ahí. Podríamos hablar hasta el infinito: ese androide que introduce la Compañía entre la tripulación para hacerse con un espécimen vivo de Alien, y usarlo como arma (lo cual es indicativo de que ya algo sabían de su existencia, ¿no? ¿SE llega a tratar en las secuelas?), las diferencias sociales que se establecen en la Nostromo, entre los técnicos (Brett y Parker) y el resto, los primeros siempre ninguneados, los que más trabajan, los que menos cobran… la película está repleta de ideas de cabo a rabo.
Probablemente la mejor película de Scott (Blade Runner me parece mejor acabada en algunas cosas, y más incompleta en otras) la experiencia era, como iba diciendo, irrepetible. Era plagiable, homenajeable, pero repetir la fórmula y que saliera igual, imposible. James Cameron debía estar de acuerdo conmigo, porque pasó del terror para apuntarse a la ciencia ficción y la acción de artillería pesada. Fueron necesarios siete años para llegar a Aliens el regreso, pero mereció la pena. Y no es que fuese mejor que la primera (tal cosa era imposible) pero fue una gran película de acción y ciencia ficción que estuvo en boca de todos mucho, mucho tiempo.
En Aliens el regreso tenemos a una Ripley que ha pasado cincuenta años vagando por el espacio, sumida en un eterno sueño criogénico. Es rescatada (de milagro) y devuelta a la Tierra, donde las cosas, como es lógico, han cambiado. Allí se la acusa de haber destruido la Nostromo, y naturalmente, nadie cree su historia, y es tratada de loca, y despedida por la Compañía. Pero no solo se entera de que en el planeta origen del alien hay colonias humanas, sino que poco tiempo después de su regreso, se perderá contacto con dichas colonias de forma misteriosa, por lo que la Compañía decide enviar a un equipo militar altamente cualificado y armado hasta los dientes para investigar; acompañados por un representante de la compañía (el repelente Burke) y por Ripley, en calidad de consejera, tras ser convencida por el primero a cambio de ser readmitida en la dichosa corporación.
En Alien, Ripley era un personaje más, no nos engañemos; el que parecía destacar como protagonista, superviviente final, era Dallas, el personaje interpretado por Tom Skerrit, y Ripley es una más hasta que se enfrenta con Ash sobre si deben subir a un infectado John Hurt a la nave o no. A partir de ahí se va forjando el personaje femenino fuerte, si, pero me atrevería adecir que la LEYENDA surgiría en su secuela, una secuela donde ya vemos a una mujer que ha perdido contacto con el mundo, con su pasado, y que se va a ver condenada de por vida, a ser arrastrada a la misma pesadilla que vivió en la primera parte, una y otra vez, como un infernal bucle. Aquí es una mujer acosada por pesadillas, dada de lado por la Compañía que causó la destrucción de todos sus compañeros y casi la suya, y finalmente se recurre a ella a la desesperada, y prácticamente se la fuerza a acompañar al equipo militar de vuelta a ese infernal planeta.
En cuanto al equipo militar, pues que decir, si en el colegio había hostias cuando se jugaba a Alien, por “hacer de” Hicks, Hudson o Bishop (nunca tuvimos una Vásquez, a las crías eso de jugar a juegos de guerra intergaláctica nunca les gustó). Yo siempre que podía me pillaba a Bishop, que era el robot y a mi los robots pues me flipaban. Incluso a veces se me iba la olla y me ponía a jugar con los que hacían de aliens, argumentando que “me había vuelto malo como el de la primera película”. Toma ya. En cualquier caso, y aunque la mitad del equipo solo sea fast food para aliens, consiguen crear un clima especial, realmente te crees que esos tíos llevan años jugándose el pellejo juntos. La química les salió tan bien que tres de ellos repetirían un año después en Los viajeros de la noche (Henriksen, Paxton y la Goldstein) haciendo de una familia de vampiros que también llevaba varios siglos comentiendo fechorías “en familia”. Dejamos aparte a Burke, un hijo de la grandísima puta, un representante de la todopoderosa Compañía; si en la primera entrega solo podíamos adivinar cosas de dicha organización por sus planes, aquí ya tienen cara, la de Paul Reiser, que me caía simpático porque era amigo de Eddie Murphy en la saga Superdetective en Hollywood, pero que aquí se merece una muerte lenta.


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Si Alien estaba petada de toda clase de referencias al sexo y la gestación, aquí en la secuela se entra directamente en el tema de la maternidad; por un lado, Ripley encontrará a una niña, única superviviente de los colonos que se instalaron en aquel planeta, a la cual “adoptará” y defenderá con su vida; Newt (que me jodan si en el doblaje castellano no la llaman Ruth todo el rato), y por otro lado, conocemos el origen biológico de los aliens, de los cuales ya habíamos visto parcialmente de donde venían (de los huevos) pero de donde cojones salían tantos huevos… pues de una especie de reina alien, una “abeja madre” de monstruoso aspecto, y que protegerá también a muerte sus huevos, enfrentándose con la teniente Ripley en un duelo sin par, iniciado con la famosa frase que tantas veces se ha repetido, escrito, homenajeado y parodiado; en cualquier caso, según datos que he leído, la idea de la “abeja madre” no es del todo original, ya que en el 82, el guionista Chris Claremont creó para el cómic a una raza alienígena confesamente inspirada en el alien de Scott; esta raza comiquera poseía una estructura social semejante a los insectos, y tenían también una “madre” a modo de abeja reina…
Homenajes o inspiraciones a parte, la película fue un exitazo de la hostia. Ya en los noventa, se estrenaría el director’s cut, que yo pillé en VHS, y donde había varias añadiduras interesantes, como el hecho de que Ripley fuese madre ya antes del viaje de la Nostromo, y que su hija ya hubiese muerto de vieja (una especie de refuerzo para la conexión emocional con la Rut… Newt. A la tercera y cuarta parte las paso muy por encima; Alien 3 la vi cuando salió en VHS, y Alien Resurrection en el cine… y no las he vuelto a ver. En cualquier caso, me dejaron unas impresiones bastante malas, sobre todo la tercera (la cuarta me gustó un poco más, al menos al principio). Tengo el Alien Quadrilogy y no me he atrevido a revisarlas, y eso que sé que hay Director’s cut, y dicen que por lo menos el de Alien 3 mejora el montaje original. A ver si alguien (¿alguno de los foreros que por aquí llevan avatares xenoformos?) tiene algo que decir en su favor. Los derechos en VHS siempre los tuvo la Fox, que las ha editado varias veces. Las dos primeras las tengo en VHS como parte de la colección “Cine de terror” de principios de los noventa, y aparte me compraron un pack con las tres primeras, que llevaba publicidad del estreno de Resurrection… Las de Alien vs Predator no las he visto, pero en cualquier caso se alejan demasiado de nuestra esfera temporal.
Sin embargo, Alien trajo consigo otro fenómeno muy popular: las explotations! De pronto, muchas películas de origen humilde, casi siempre del país del espaguetti, incluían un “alien” en los títulos de sus películas de ciencia ficción o terror: Alien Invasión, Contaminación Alien Invade la Tierra… y en la que voy a extenderme un poco más, por tratarse de uno de esos casos en los que los distribuidores pusieron un título a su gusto: Alien 2. Un título absolutamente alucinante, efectista y aprovechado, que tiene detrás una de esas películas malas, malas, malas. Dirigida por Ciro Hipólito, tipo con una escasa ficha como director, aunque por lo que veo, hasta este siglo sigue implicado en labores de producción. La película es sencillamente demencial, en su día yo veía la carátula en el videoclub (por supuestísimo, editada aquí por esa gloriosa casa José Fradé Video, con su carátula roja) y pensaba, “hostias, Alien 2, ¿habrán llegado los aliens a la Tierra?”. En el colegio, había quien tenía la difusa idea de que Aliens era un vulgar plagio de Alien 2. Demencial. En su momento debí verla, como vi tanta basura, pero la verdad, a la hora de enfrentarme al revisionado para vuestro disfrute y mi esquizofrenia, me acordaba de muy poco. Y gracias a Dios… espero que con el paso de los años, se produzca de nuevo el milagro del olvido.

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La película mezcla, con el típico desparpajo italiano ochentero, todo tipo de elemntos en una trama absurda, con un guión escrito a trancas y barrancas, sin el menor sentido de la coherencia. Da la impresión de que se han escrito cosas forzadamente para que encajen con los medios y lugares que se tenían para rodar, una práctica muy repetida en el cine italiano de la época, donde primero se veían los medios disponibles, y luego se escribía el guión, “encajonando” la trama en esos medios. La película cuenta, por supuesto, con una banda sonora psicotrónica y delirante, que luego no se te va de la cabeza, y con un montaje tremendamente confuso, con una presentación de los personajes rematadamente mala: un grupo de espeólogos aficionados que se reúnen para comentar sus cosas en la bolera, una expedición fuera del planeta y otra a las profundidades marinas… se dispersa la atención en varios frentes de manera lamentable, sin saber donde debemos dirigir nuestra atención, qué hechos son relevantes, y cuales no. Unas extrañas piedras aparecen en una playa, arrancándole cara de cuajo a una niña, pero esta, en vez de ponerse a chillar como una posesa… ¡se queda en un rincón sollozando!
Gore, música electrónica, tetas, aliens con forma de orejas (sic). Pero vuestro amigo Henry lo soportó todo, estoico, hasta que llegó un momento en que no pude más: en pleno ataque, la protagonista descubre que tiene poderes mentales (¿??) y hace estallar a un hombre poseído por uno de los aliens, literalmente, como si de Scanners se tratara. Ahí ya no pude más, tuve que darle al pause y levantarme, dando vueltas por el salón soltando risitas lunáticas y espuma por la boca. ¿Pero que coño de poderes mentales a lo Stephen King… en una peli que plagia a Alien??? Y al final, cuando los protagonistas logran huir de la cueva maldita, ¿A dónde se dirigen? ¿A la policía? ¿Al Ayuntamiento? ¿Huyen de la ciudad? Noooo, ¡vuelven a la bolera! Amazing. Por supuesto, recomiendo a cualquiera que quiera volverse loco, echar un vistazo a esta cosa.
Demos un pequeño salto temporal hacia atrás: de 1986 pasamos a 1982. El estudio Universal saca varias películas de género fantástico a la taquilla: Videodrome de Cronenberg, Poltergeist de Steven Spi… eh, del buenazo de Tobe Hopper, y algunas de carácter más familiar, como E.T., o Cristal Oscuro. Y por supuesto, La cosa, de John Carpenter, que creo, con lo difícil que es precisar algo así, fue la mejor película de terror hecha en los ochenta (que no mi favorita, pero la mejor).
Un rodaje infernal, bajo temperaturas extremas (fue en este rodaje donde Carpenter enfermó, de cáncer o de alguna otra enfermedad de la piel, según distintas fuentes) por primera vez, acaparado por un gran estudio y con un presupuesto importante detrás, con una banda sonora del gran Ennio Morricone… todo para remakear un film de ciencia ficción de los cincuenta, El enigma de otro mundo (de Christian Niby, aunque siempre se ha rumoreado que quien realmente dirigió fue Howard Hawks). Todo esto basado a su vez en un relato de John Campbell Jr, que tuve el placer de leer hace muchos años. Terminado el rodaje, la película constituyó un fracaso económico; pese a su enorme calidad, competir en los ochenta con un film de carácter familiar, dirigido por Spielberg y protagonizado por un alien diametralmente opuesto al de su película, era un riesgo enorme, que Carpenter corrió y pagó, teniendo que soportar que tachasen su película de “catálogo de efectos especiales”, cuando es mucho más que eso. Irónicamente, hoy es, a juicio de muchos, su mayor obra maestra.
El film original se distanciaba mucho de la novela, y presentaba a unos tipos conviviendo en el Polo Norte cuando caía un platillo volante, del cual salía un ser desconocido que procedía a atacarles; todos intentaban destruirlo, salvo el científico, que quería conservarlo para “estudiarlo” aún a costa de las vidas de sus compañeros. Se incluye una mujer en el reparto, y con ella, una historia amorosa que la verdad, sobra bastante. El guión del remake difiere bastante: doce expedicionarios (todos hombres) se encuentran en la Antártida realizando una serie de pruebas científicas (que nunca conoceremos, la verdad es que parecen tener mucho tiempo libre). Un buen día, mientras todos están con sus cosas, aparece un helicóptero de origen noruego cuyos ocupantes buscan a toda costa la muerte de un perro husky al que persiguen; finalmente, aterrizan en la base americana, y uno de ellos muere en un accidente que destruye el helicóptero mientras el otro, confuso, enloquecido, sin saber explicar lo que está sucediendo, dispara por accidente contra uno de los americanos, por lo que le matan de un tiro. El equipo se réune y deciden ir a la base noruega por si hay más supervivientes, pero una vez allí solo encuentran más y más misterios: una cinta de vídeo, un bloque de hielo vacío, y un ser indescriptible en estado de descomposición. De vuelta a la base descubren que los noruegos encontraron un platillo volante que había permanecido enterrado en el hielo durante 100.000 años, lo desenterraron volándolo, y encontraron a su ocupante (el ser del bloque de hielo) una criatura con capacidad para mutar y adquirir el aspecto de cualquier forma de vida que absorba, como ha hecho con el perro, el cual, una vez encerrado con los perros americanos, intenta absorberlos, convirtiéndose en una criatura realmente repugnante; los americanos lo descubren a tiempo y lo matan, pero el perro ha permanecido casi 24 horas en la base campando a sus anchas, y uno o más miembros del equipo pueden no ser ya humanos
Es increíble como Carpenter maneja el suspense aquí; la desconfianza, la fragilidad del ser humano, el miedo a lo desconocido. Si en Alien conseguían provocar inquietud antes de la aparición del bicho, con solo ese extraño tripulante espacial fosilizado sobre su arma en un planeta a priori desierto; algo raro, raro, raro de lo que nunca sabremos nada, ni tendremos explicación alguna,. aquí, Carpenter logra lo mismo con un perro husky corriendo en la nieve, que después se convertirá en una criatura imposible (¿realmente conocemos su aspecto, o lo que vemos es solo otra criatura alienígena que la cosa absorbió en otro planeta?) cuyas características tampoco llegaremos a conocer por completo: absorbe a los seres vivos, y al mismo tiempo toma su forma, logrando al pareder sus recuerdos o vivencias, para hacerse pasar por ellos convertido en una perfecta imitación. En cuanto a sus intenciones, quedan claras: asimilar toda vida terrestre. Solo los científicos americanos saben que existe, y lo que es…

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Kurt Russell trabaja por tercera vez con Carpenter (no sería la última) componiendo a McReady, el típico hombre corriente que sin ser un héroe, tendrá que tomar las riendas de una situación que se le escapa. Carpenter va perfilando su carácter, algo infantil, mediante ese ridículo sombrero de vaquero, totalmente fuera de lugar en plena Antártida, o su comportamiento al perder una partida de ajedrez contra un ordenador, derramando su whisky sobre la computadora; tampoco es ningún héroe intelectual, ni siquiera puede retener la diferencia entre suecos y noruegos… sin embargo, él escoge llevar el mando de la base cuando las sospechas sobre el capitán Garry, en torno a cierto suceso con una nevera llena de sangre almacenada, se hagan insostenibles. Y cuando las sospechas recaigan sobre él mismo, tendrá que demostrar, a la fuerza, que es humano, amenazando a sus compañeros y manteniéndose en vela para sobrevivir. Es precisamente entonces cuando tiene lugar una de las escenas más tensas y logradas de la peli, y del cine fantástico en general: la prueba de sangre. Una acojonante escena donde la cámara se pasea constantemente por rostros cansados, apesadumbrados, tristes, asustados… y todos ellos con un interrogante: ¿Quién no es lo que parece ser?
Con un final controvertido, amargo e incierto para los protagonistas, pero a la vez muy coherente con todo lo que ha sido narrado por Carpenter, la película fue un fracaso en todos los frentes, por su negrura y pesimismo.
De pequeño tuve varios “contactos” con esta película antes de poder verla. Recuerdo que un tío mío la tenía grabada en VHS, en una cinta junto a “Operación Dragón”, y un día llegué a su casa y estaba viéndola (era la escena en que McReady encañona a Childs, poco antes de la prueba de sangre) y ya entonces no me dejaron verla, porque era extremadamente asquerosa. Ya en mi cerebro se fue formando la idea de que “La cosa” era película prohibida por ser extremadamente asquerosa. Y años después, estaba yo esperando para ver “La estanquera de Vallecas” en la tele, pero antes echaban esta película, y mis padres me prohibieron ir al salón hasta que hubiera terminado. Naturalmente hacía algunas escapaditas, pudiendo capturar mi mente infante algunas imágenes perversas: solo recuerdo nieve, fuego y tentáculos. Años después ya pude verla, en VHS, y desde siempre ha sido uno de mis títulos predilectos del género fantástico. Aquí nos la editó, en un principio, CIC Vídeo, edición con una carátula que siempre me maravilló, y que conseguí por apenas un euro, en la época en que todos los videoclubs se deshacían de sus VHS. También salió en las dos colecciones de “Cine de terror” de Planeta en VHS, y por último, que yo sepa, en una reedición de Universal.
Volvemos a dar un salto cuántico, esta vez a 1987, a John McTiernan. Este había visto una película de acción titulada Commando, que fue la que le decidió a escoger a su protagonista, Arnold Schwarzenegger, para protagonizar Depredador. La elección de nuestro austriaco favorito hacía creer a todo el mundo que la película iba a ser “de acción”, y lo era, pero también fue mucho más. El principio de la película parece reforzar esa idea: unos mercenarios son contratados por el Gobierno americano para solucionar un incidente diplomático: unos miembros del gobierno han caído en manos de una sanguinaria guerrilla sudamericana. Allá van Dutch (Arnie) y su compacto equipo, acompañados por Dillon (el gran Carl Weathers) y el despliegue armamentístico, seguido del ataque y destrucción del poblado guerrillero vuelve a incidir en la idea de que es una película de acción más. Y a pesar de todo, empiezan a pasar cosas raras: cuerpos desollados colgados en la jungla como trofeos, un extraño que parece observarlo todo desde los árboles… pronto se producen ataques contra el grupo, ataques ante los cuales están absolutamente indefensos.
Siempre he pensado que la forma que tiene McTiernan de presentar a su extraterrestre es muy inteligente: primero muestra la pericia de esos soldados destruyendo un poblado cuyos habitantes no tienen la menor oportunidad de hacer frente a su ataque, y luego muestra la pericia del Depredador atacándoles a ellos, sin que tengan la mínima posibilidad de evitarlo. Todas sus armas no sirven para nada (algo similar a lo que pasaba en Aliens el Regreso, donde todo el equipo militar acababa cayendo en manos de lo xenomorfos pese al arsenal que poseía) y el cazador espacial (que se presenta en la Tierra mediante un plano de su nave acercándose al planeta Tierra que es casi idéntico al que abre La cosa) es en realidad, como ellos: un ser preparado para la caza, solo que mientras los hombres matan por dinero, él lo hace por deporte. De todas formas, McTiernan se preocupa en dibujar cierta moralidad en sus mercenarios (“Somos un equipo de rescate, no unos asesinos”) le matiza Dutch a su amigo Dillon cuando este le pregunta porqué no aceptó cierto trabajo. De hecho, el propio Dillon, antaño un soldado como Dutch, es ahora un burócrata que no duda en traicionar a su amigo, usando a su equipo para hacer el trabajo sucio del Gobierno, y que admite haberle engañado sin ningún tipo de remordimiento. Al final se redimirá, a su manera.

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McTiernan también se preocupa en dibujar un mínimo necesario a esos hombres, dándoles un marco plagado de tópicos, pero que los humaniza rápidamente, permitiendo una inmediata identificación (el tío duro, el gracioso de turno, el “místico” los camaradas de toda la vida…). Probablemente mi favorito siempre fue Poncho, ese silencioso pseudo indio que aportaba el toque exótico a la tribu de mercenarios: su risotada (risotada que el Depredador graba y reproducirá varias veces) o su manera de hacer frente al extraterrestre: despojándose de todo armamento y esperándole, tan solo armado con un cuchillo, tras hacerse un corte en el pecho y soltar un grito de llamamiento al enemigo. Fascinante.
El guión delos hermanos Thomas suele tirar para referencias de “El malvado Zaroff” y si, algo de eso hay, aunque en aquella película era básicamente “el hombre cazando al hombre” mientras que aquí, es un ser extraterrestre. Y sin embargo, otra referencia que no suele mencionarse, y que me parece todavía más obvia, es una pequeña película serie B, bordeando la Z, de 1980, titulada Llegan sin avisar, con Jack Palance y Martin Landau, y donde Kevin Peter Hall (el actor que se esconde bajo el traje de Depredador, que también interpretó a Bigfoot, hace de… alien cazador). En esta película, aparecen unas extrañas tortillas voladoras que matan a la gente. Cuatro parejas van a pasar un fin de semana al lago, dos no tardan en palmarla, y los otros, una pareja, tratarán de hacer lo posible por vencer la amenaza, ayudados por un viejo cazador medio loco (un incomensurable Jack Palance) y un ex-soldado conspiranoico y loco del todo (Martin Landau). Ambos, sabiéndose ya en el hemisferio malo de sus carreras, aportan toda su solidez creando a unos personajes absolutamente míticos. Y con fotografía de Dean Cundey, nada menos.

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Luego, ya en 1990, llegaría la primera secuela de Depredador, que en principio se pretendía, contaría de nuevo con Arnold. En cualquier caso, el protagonista finalmente sería un Danny Glover (en plena época de gloria, entre las dos partes de Arma Letal) como el detective Harrigan, un policía de Los Angeles, cuyo departamento está desbordado por una sangrienta guerra de drogas entre dos bandas, jamaicanos y colombianos, todo mientras dura una devastadora ola de calor en Los Angeles. Unos extraños asesinatos, en principio tomados como crímenes rituales de vudú, y venganzas entre las dos bandas, acabará por revelarse como algo más: otro cazador extraterrestre ha llegado a la jungla urbana, y la va a convertir en su coto privado. Por otro lado, un cuerpo de fuerzas especiales del FBI, liderado por Gary Busey (se dice que en un principio, su personaje era el de Arnold, y al negarse este a aceptarlo, se lo dieron a Busey); el agente federal pondrá a Hartigan sobre la pista de lo que verdaderamente está pasando, contándole la aventura que transcurría en la primera película (en un monitor se ve a Elpidia Carrillo, la superviviente nativa de la selva, contando lo sucedido).

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De nuevo tenemos pruebas de cierto “refinamiento” de los cazadores espaciales; si en la primera película el Depredador ignoraba la presencia de la muchacha nativa, al no interesarle por no ir armada y no representar ningún reto, en la segunda entrega el Depredador perdona la vida a Leona (la omnipresente en los noventa Maria Conchita Alonso) al descubrir que está embarazada; pequeñas muestras que denotan que, al contrario que los aliens, los Depredadores son una raza organizada y con capacidad para el razonamiento y la generosidad, como vuelve a demostrarse al final cuando, habiendo Hartigan eliminado al Depredador, salen de la nave más Depredadores, comandados por un cazador anciano que le entregará a Hartigan un viejo rifle de caza, reconociéndole prácticamente como a un igual. Y por supuesto, en la nave de los Depredadores, en una sala de trofeos aparece un cráneo de alien; ahí fue donde empezó la idea de juntarlos, aunque esta se realizaría antes en el cómic, donde, a lo largo de los noventa Dark Horse proporcionaría varias sagas y colecciones, que en el cine, donde lo hizo tarde y mal. La verdad, la segunda película nunca me pareció a la altura de la primera, pero pese a todo es un entretenimiento a reivindicar: y anda que no me tiré yo horas y horas en la piel de Hartigan, en el juego para Mega Drive donde ibas pasando por todas las fases, hasta llegar a la nave extraterrestre (donde siempre se me cargaban, porque ahí los Depredadores tenían toda clase de armas y era imposible esquivarlos a todos). Y por supuesto, antes de Aliens vs Predator tuvimos Aliens Vs Predator para PC, una saga que también me llevó horas, y donde podías elegir ser tanto humano, como alien o Depredador. El Depredador molaba porque pegaba unos brincos increíbles, subiéndose a los árboles, y tenía la visión de calor corporal, que le permitía siempre ver donde estaban sus enemigos sin que estos le vieran, aunque es de justicia decir que el mejor era el alien; empezabas llevando a un atrapacaras, deslizándose por la nave hasta encontrar a alguien en una habitación solitaria… y luego tenías que abrirte paso entre su caja torácica para salir al mundo, y permanecer escondido hasta que crecías.
Ambas películas fueron editadas aquí por CBS FOX, y la primera fue, naturalmente, un clasicazo de videoclub, mil veces editado en las típicas colecciones de “Cine de acción” y mil veces visto por televisión. Como curiosidad, en alguna reedición cogieron la costumbre de repetir, en el fondo de la carátula, el nombre de Schwarzenegger varias veces de arriba a bajo, curiosidad que se extendió a otras películas suyas en VHS, como Ejecutor. Os dejo el trailer ochentero, que no tiene desperdicio.
YouTube - Depredador Trailer (Castellano)

Un año antes de que el Depredador comenzara su caza, sin embargo, una pequeña película serie B recogía el testigo de Gremlins, de Joe Dante: se trata de Critters, una modesta producción que, pese a todo, acabó por hacerse un hueco (y qué hueco) en los videoclubs ochenteros. Los Critters se abrieron paso, a bocados, en nuestros pequeños corazoncitos, colándose en la imaginería popular. Todo empieza en el espacio exterior, donde una misteriosa entidad policial interplanetaria contrata a dos mercenarios para dar caza a los Critters: una plaga de erizos espaciales, de hambre infinita y carnívora, que han huido de la nave-prisión en la que se encontraban recluidos, yendo a parar a un planeta habitado, que es por supuesto, la Tierra. La nave Critters llegará a las cercanías de la granja de los Brown, granjeros americanos de clase media, cuyo fantasioso hijo Brad no tardará en percatarse de que algo extraño sucede. Poco a poco, los pequeños seres irán devorando paulatinamente a la peña del pueblo, y cuando el novio de la hermana de Brad sea devorado en el granero, la familia se verá seriamente amenazada por los devoradores del espacio. Suerte que Brad, un chaval con recursos, acabará por toparse con los cazadores espaciales, uno de los cuales ha tomado la apariencia de su cantante favorito, y junto con Charlie McFadden, amigo de Brad, harán frente a los bichos espaciales.
La película es un cúmulo de set pieces antológicas que estimularon nuestra juvenil imaginación. No exenta de momentos terroríficos o desagradables, lo cierto es que en muchos momentos es pura comedia.
Escenas tales como los cazarecompensas llegando a la Tierra y adquiriendo rostro humano sobre sus caras pseudo plastificadas (escena bastante más gore que en las secuelas) los primeros ataques de los Critters, sin que se vea realmente qué son, o el primer ataque directo, contra el novio de la hermana en el granero (Billy Zane, ande andará) el ataque a la casa y la respuesta de la familia, o el inolvidable “enfrentamiento” en el dormitorio, entre un Critter y un E.T. de peluche, que por supuesto, el Critters desproveerá de su relleno de un mordisco tras soltarle un desdeñoso “¿Quién eres tú?”. Toma declaración de principios.
De hecho, el que las criaturas hablen (con subtítulos en inglés quemados sobre la imagen, curiosamente) proporciona unos cuantos momentos de humor, como la conversación de los dos Critters frente a la puerta de la casa. Pese a este humor, no puede decirse que sea una película apta para todos los públicos, pues los ataques sangrientos no se escatiman precisamente; aún así, el protagonismo de un infante, y el tema de “la familia americana unida” le acaban quitando hierro al asunto.
El reparto está compuesto por actores ya curtidos en papeles secundarios, donde destaca la musa de este Megapost, Dee Wallace, toda una señora del género, que no pasa un solo megapost sin aparecer. Billy Green Bush hace de padre de familia, imposibilitado para la lucha tras ser mordido por uno de los monstruos, y M. Emmet Walsh es el típico sheriff de pueblo americano, gruñón, paranoico, masticador/escupidor de tabaco… por supuesto, Don Opper es el grandioso Charlie, con una pinta de paleto sureño que tira de espaldas (esas muecas..) pero que enseña al pequeño Brad a preparar explosivos, que nunca viene mal de cara al futuro, y que con el tiempo, y la llegada de las secuelas, se acabaría convirtiendo en un duro cazador de Critters intergaláctico, deviniendo en protagonista de las secuelas. Por su parte, Nadine Van der Velde pone la carne (¡y que carne!) en el asador, con sus prietas carnes de veinteañera, haciendo de hermanita del chaval protagonista (un año más tarde volvería a servirnos su cuerpo serrano en Munchies).
Probablemente se trata de una de mis ochentadas favoritas por encima de muchas otras, ya en su momento, la carátula del videoclub acojonaba (era la típica caja gorda de plástico) a toda una generación de ávidos chavales que tenían a su disposición esas carátulas y su imaginación, pero casi nunca nos dejaban ver el contenido. Yo, personalmente, la vi una noche en verano, en el hotel donde nos alojábamos en vacaciones, y dudo que olvide aquel visionado que me marcó de por vida, con aquellas dentudas bolas de pelo que lanzaban espinas adormecedoras y que iban en una nave espacial. Fugitivos galácticos, nada menos; a poco que se piense, la trama es tan absurda como deliciosa. Y con una banda sonora de las más ochentenas que pueden escucharse: el tema Power of the Night, del cantante cuyo aspecto toma el cazarecompensas, es realmente el actor Terence Mann quien lo canta.
Probablemente la afición de Brad, el chaval protagonista, por los petardos, se me pegó, porque siempre quise tener su pericia con los explosivos. En unas fiestas patronales del pueblo, compramos, unos primos, mi hermano y yo, una bolsa llena de petardos pequeños, los vacianos, y echamos la pólvora a una botella de Coca Cola vacía, que después cubrimos de cinta adhesiva, poniendo un trocillo de cinta como mecha. Huelga decir que ninguno de nosotros creía que fuera a funcionar, pensábamos que estábamos tirando casi dos mil pelas de las de antes en petardos inútiles. Vaya si no pegó el petardazo aquello, sonó como una explosión, y un primo mío acabó quemándose el culo (literalmente) con un poco de pólvora. Afortunadamente no fue nada grave, y ahí empezó y terminó mi afición por las petardadas.

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La película tuvo su éxito, supongo que gracias a los videoclubs y al boca a boca, y en apenas dos años estuvo lista Critters 2. Al pueblecillo retorna Bradley, tras años de ausencia, para vivir con su abuela y asistir a las fiestas locales de Pascua. Tras la tragedia Critter, la mitad del pueblo apoyó su versión, afirmando que habían visto erizos extraterrestres, y la otra mitad del pueblo les creyó chiflados, por lo que el pueblo se haya dividido, y la llegada de Brad solo añade tensión al lugar. Unos huevos Critters son rescatados y vendidos por medio pueblo, confundidos con huevos de Pascua, y cuando los Critters salgan de ellos… ya la tenemos liada. Lo mejor, sin duda, las primeras muertes (la del tío disfrazado de conejo de Pascua, antológica) y el descubrimiento de que los Critters pueden unirse físicamente, formando una súper bola devoradora. Naturalmente, estos sucesos alertan a la Policía espacial, y tres cazadores (el pseudo cantante de la primera parte, uno que apenas pronuncia palabra, y nuestro paleto favorito, Charlie McFadden, que se reencontrará con su amiguito Brad).


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Charlie McFadden, nuestro héroe

Lo mejor, sin duda, el segundo cazador, que durante casi toda la película adopta forma de una rubia tetona que ve en Playboy, cuya antomía superior acaba por romper su traje de cuero, y que finalmente morirá devorada de la forma más tonta posible: levantando los brazos y chillando cuando se le acerca una bola. Toma ya, un súper cazador supuestamente entrenado, que se ha enfrentado a los Critters muchas veces antes, dejándose llevar por el pánico de una forma tan estúpida. Si es que eso de convertirse en una rubia tonta…
Al final, nuestro héroe, Brad, ya más crecidito, ayudado por Charlie y por medio pueblo, todos hasta los cojones ya de los puescoespines devoradores de carne, decidirán tenderles una trampa, conduciéndolos hasta una suculenta fábrica de hamburguesas donde les harán reventar tras su última y copiosa comida.
Dirigida por Mick Garris, me resultó simpática en el revisionado, aunque está bien lejos de alcanzar siquiera la divertida grandeza de la primera parte; un buen puñado de momentos tensos, otros divertidos, algo de gore (no mucho, la verdad) y un lío de doblaje que para qué: normalmente, a los Critters les llaman así, tal y como se escribe, pero otras veces, algunos personajes los llaman “Craits”. Hubo tercera parte, situada en un edificio de apartamentos de Nueva York, conocida sobre todo por ser uno de los primeros papeles juveniles de Leo DiCaprio, bastante sosito. Se trata de todo un señor bodrio, donde tenemos de nuevo al cazador de Critters con pinta de subnormal, haciendo amistad con un chaval rubiales, y regalándole un detector de Critters. No paró ahí la cosa, señores, pues hubo un Critters 4, que ya solo vi una vez en la tele haciendo zapping, y que, según recuerdo, transcurría íntegramente en el espacio. Como se ve, la saga no resultó lo que se dice provechosa (alguien ganaría dinero, imagino) pero la primera parte es un auténtico mito de videoclub, inolvidable, editada por Columbia y que es, hoy en día, una de las pocas ochentadas populares que permanece inédita en DVD. Imagino que por temas de derechos, por desinterés, que también puede ser. Al fin y al cabo, los ochenta ya pasaron :mutriste
En Critters, la primera parte, trabajaron, en temas de efectos especiales, unos desconocidos (y a día de hoy, que nadie se engañe, siguen siéndolo) hermanos Chiodo. Estos hermanitos tomarían buena nota, y un año después irrumpirían en el panorama para ofrecernos una de las más esquizofrénicas y divertidas películas de los ochenta: Payasos asesinos del espacio exterior. Pero esa es otra historia…
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Respuesta: Megapost de los Ochenta XI: Monstruos, Cuarta parte: Vinieron del espacio

revisate la versión extendida de Alien 3 porque mejora muchiiiiisimo el original. A mi me cautivó.
 
Respuesta: Megapost de los Ochenta XI: Monstruos, Cuarta parte: Vinieron del espacio

Tampoco me atraen la 3 y la 4, además como el maestro Henry una no la veo desde el vhs y la otra el cine (cuando hacía pellas en la facultad). Hace poco pillé xtro producción con bichito muy asqueroso y malvado, toda una joyita encima sale una chica bond con poca ropa encima en algunas versiones en pelota picada, grande Maryam.
 
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