Inauguramos esta sección de mitos del videoclub con la intención de reseñar “esas” películas que
casi todos aquellos crecidos en los 80 conocemos. No siempre las hemos visto todas, pero hay carátulas en las estanterías, y conversaciones entre amigos de películas que han visto, que no se olvidan, y aún te hacen desear ver X película años después. Títulos como
Critters,
Re-Animator,
Yo el halcón,
Los chicos del maíz.
Jóvenes ocultos,
Muñeco diabólico,
TerrorVision,
Hellraiser, la saga de Freddy Krueger, las primeras películas ochenteras de Tom Hanks… y un sinfín más que no pretendo listar aquí ahora, en la introducción, pero que sí pienso reseñar en esta sección, poco a poco. Evidentemente,
depende de la mitad de los años ochenta que naciérais, unas os sonarán más que otras. Con algunas os identificaréis totalmente “pues si, este era un mito de videoclub” y con otras no. Y cuanto más jóvenes seáis, menos os sonarán. Algunas son clásicos de X o Y género por si mismas, como las películas de
Pesadilla en Elm Street o
Re-Animator, algunas de John Hughes… otras, los más jóvenes del lugar no las habréis oído nunca, o como mucho, las habréis oído nombrar por Internet, aquí en el foro…
Munchies,
Abrazo Mortal,
Proyecto X,
Destroyer Brazo de acero,
Payasos asesinos del espacio exterior, y un largo, largísimo listado de títulos que en muchos casos, solo sobreviven en la memoria colectiva de los más acérrimos videocluberos y en unas pocas cintas mugrientas de VHS que han sobrevivido a ese
gran enemigo publico número 1 de todo ochentero/nostálgico (de cualquier época) o coleccionista en general: el temido y nunca lo suficientemente odiado contenedor de basura.
Es cierto que, con el tiempo y con la llegada de Internet, la gran herramienta de distribución de información y punto común de unión de fanáticos de todas las clases, ha supuesto la (¿salvación?) para cierto tipo de nostalgia. Este fenómeno de masas ha permitido
la unión de cierta gentuza que se ha empeñado en inundar la red de información pordiosera y falaz acerca de títulos que, de no ser por ellos, habrían caído en el olvido mucho antes. Gracias a la red, algunas películas más allá del ojo crítico han pasado prácticamente al conocimiento popular, si no del ciudadano medio, al menos del cinéfilo/freaky medio. Títulos como
ROTOR (me confieso culpable de la supervivencia en el mundo de este horror descojonante) la citada
Payasos asesinos del espacio exterior o el
Capitán América de los 90, que más allá de la (inexistente) calidad fílmica de los títulos, han conseguido pasar a convertirse en mini clásicos del cinéfilo más cutre, han pasado ya no a ser recordadas, sino a ser !
editadas en formatos domésticos modernos como el DVD, e ¡incluso el BluRay! Permaneciendo así salvados y a mano del ochentero y del no ochentero que las quiera redescubrir. Salvadas durante un poco más de tiempo. Otras muchas, cientos… ¿miles? no han corrido la misma suerte y han sido olvidadas, y permanecen olvidadas, salvo por una reducida minoría que aún las recuerda.
El acceso a algunos de los títulos más desconocidos que hollaron las estanterías más oscuras de los videoclubs
se ha hecho hoy imposible. Esas pequeñas joyas de caspa antes mencionadas son excepciones dentro de un panorama vastísimo que los más jóvenes ni imaginan: ¿Cuántos títulos se editaron en los 80, en plena era del
canallesco mercado videográfico español? Mucha morralla, sin duda. Pero muchas veces entre tanta morralla prevalecen ciertos títulos tan válidos como olvidados. Y poder verlos, descubrirlos y valorarlos hoy en día es difícil. Al inicio del fenómeno de Internet, esos “locos” de los que hablaba se unieron en ciertas páginas de Internet de creación propia,
auténtico punto de encuentro para fanáticos, y se dedicaron a rescatar cientos de títulos. Ripearon VHS, subidos a la red, inmortalizados en Emule y en torrent. Copiaron la imagen de DVDs americanos y les añadieron doblajes españoles perdidos. Páginas como
Abandomoviez,
nosologore o
mataromorir, muchas hoy en activo, pero ya una sombra de lo que fueron, que durante unos años se dedicaron a recopilar películas, doblajes, carátulas… que, de no ser por ellos, habrían desaparecido. Gracias a esa gente aún podemos ver y comentar títulos que de otro modo parecería imposible encontrar.
Sirva este pequeño texto como introducción y declaración de intenciones de esta sección del Megapost de los 80. Y quede claro que
no siempre dedicaré espacio a cintas de este pelaje, desconocidas y casi imposibles de ver. Muchas de las películas que reseñaré están a dos clicks de Google, como
Aquella casa al lado del cementerio,
El vuelo del navegante, o
Los bicivoladores. Pero si, mi intención es, a través de esta sección,
rendir tributo a algunas de esas películas que se hacen difíciles de ver y que muchas veces, permanecen en la memoria más por lo que te cuesta verlas, y por el recuerdo que te dejaron, que por cómo sean realmente, por su calidad objetiva. Pero en fin, pasemos a la película de hoy.
Vigilante es una película de 1983,
dirigida por el neoyorquino William Lustig, director de cine cuya obra prácticamente cabría entera en esta sección del Megapost, con títulos de culto videoclubero, ya sea
Maniac (no fuimos pocos los que nos acercamos a esta cinta por su carátula) o la saga del policía psicópata y zombi
Maniac Cop, saga por la que han desfilado actores de serie B tan apreciados entre espectadores ochenteros como Robert Davi o el enorme Bruce Campbell. Vigilante es una película de
ese subgénero tan apreciado por los nostálgicos: el justiciero urbano. El ciudadano medio que, harto de la incompetencia policial y la burocracia inútil del sistema de justicia, se plantea hacer justicia por sus propios métodos. Subgénero que ha dado más de una y de dos películas míticas,
encabezadas por la saga del justiciero Paul Kersey, con Charles Bronson como cara visible de todo el follón. El planteamiento de Vigilante es similar, solo que aquí son un grupo de vecinos del Bronx los que operarán como justicieros, formando un escuadrón de ejecutores tan brutales como sus despiadas víctimas.
Siempre he pensado que toda película de justicieros
debe tener dos elementos que la hagan única, que la distingan de cualquier película gore; en una historia de ciudadanos tan normales como cualquier forero medio que se ponen a liquidar gente, a veces de manera cruel y sanguinaria, para que el espectador empatice y se involucre en la historia, debe haber dos cosas bien claras:
unos villanos repugnantes y un protagonista que caiga simpático.
En
Vigilante se cumplen ambas cosas. Los malos son malos, pura maldad. Como decía un forero hace poco en este mismo Megapost, tan malos que hasta aparcan en las plazas reservadas para minusválidos. Eso SI es maldad. La película se abre con un vulgar ratero que sigue a una mujer hasta la azotea de su edificio y allí
la acorrala, la viola y la mata. Por si esto no fuera lo suficientemente repugnante, más tarde le vemos vangloriarse de su hazaña delante de sus colegas: no solo les dice que ha cubierto bien sus huellas y es imposible que le atrapen, sino que, aunque la policía le pillase, está convencido de salir libre porque la mujer ha muerto y él tuvo cuidado de no dejar pruebas. De pronto, en medio de esta cháchara que ha puesto a hervir la sangre de cualquier espectador corriente, unos tipos bajan de un furgón y secuestran al malnacido. Más tarde sabremos que ha
aparecido en un descampado, apaleado hasta morir. Los vigilantes han empezado a actuar.
El protagonista, Eddie Marino, es un obrero padre de familia, tan corriente como cualquiera. Su misión es
conseguir que el espectador se involucre en la historia y empatice con él… y como no va a conseguirlo, si
está interpretado por Robert Foster, actor de serie B rescatado por Tarantino para Jackie Brown, y que con esos aires de ser un paleto cualquiera, y esa cara de padrazo, encaja perfectamente en el papel. Marino no sospecha que todos sus compañeros obreros son el grueso principal de vigilantes, encabezados por Nick (un grandioso Fred Williamson, actor que ha trabajado tanto en blaxploitations americanas a las órdenes de Larry Cohen como en italianadas tan míticas del tipo
1990: Los guerreros del Bronx). En una ocasión surge una conversación sobre la ley y el orden, enfrentada a tomarse la justicia por su mano, en la que Marino evidentemente, se muestra del lado de la policía y los tribunales, que para algo están. Esta conversación tiene lugar prácticamente al mismo tiempo que la casa de Marino es asaltada por unos pandileros, a cuyo lider su mujer ha increpado durante el asalto a una tienda. La mujer será apaleada y tendrá que sufrir el horror de
ver morir a tiros a su hijo pequeño.
A estas alturas, cuando el espectador está ya henchido de rabia y horror, la cosa se retuerce aún más cuando el criminal se libra gracias a artimañas varias de su abogado (el repelente protagonista de
Maniac, Joe Spinelli) y
la apatía general del Sistema en un Nueva York donde, según se nos dice, el 85% de los delitos jamás se resuelven y del resto, muchos quedan impunes por problemas judiciales o legales. Cuando Eddie pierda la calma en el juicio, el juez le condenará a pasar una temporada en prisión por “agredirle” y allí seguirá contemplando la corrupción de todo el sistema, con guardias que se quedan mirando mientras, como mandan los cánones, un gigante negro intenta violarle en la ducha. Evidentemente, una vez salga de la cárcel, con más mala leche que un duelo entre Chuck Norris y Jack Bauer,
se unirá al equipo de justicieros para acabar, primero con los pandilleros responsables de su tragedia familiar, y después con variada escoria.
La película plantea los típicos dilemas de tomarse la justicia por su mano, que tan de moda tenemos en nuestro país, por casos como el de José Bretón o Marta del Castillo, pero no da respuesta a estas cuestiones, más allá de la acertada frase de Fred Williamson: que cada uno debe buscar y encontrar su propia respuesta.
En su día, yo vi la carátula por el videoclub y me llamó la atención por su enorme parecido con la no menos mítica (y que no tardará en aparecer por aquí)
Curso 1984, que curiosamente, es un año POSTERIOR a esta Vigilante. Pero nunca llegué a alquilarla en videoclubs. Por lo que veo, la distribuyó una de esas casas raritas, según la carátula Video Comeordy S.A. (el SA deben ser las siglas invertidas de A Saber
). Sin embargo, la carátula más divertida de todas es la Argentina:
Observad ese tagline en la parte frontar de la película... ¡un absoluto plagio de Cobra!
La película en si
no es especialmente gore, pero tampoco escatima a la hora de mostrar la violencia cruda, callejera y brutal, que además es igual para todos, para los maleantes y para los justicieros que les dan caza con técnicas de guerrilla urbana que incluyen balazos a bocajarro en el pecho, palizas con bates de béisbol, o útiles explosivos caseros para el coche, sin olvidar la clásica paliza entre tres o cuatro tíos. No sé si hay algún comentario al respecto por ahí, pero sin duda el cineasta también neoyorquino Larry Cohen debe adorar esta película. Retrata a la perfección un ambiente sórdido, sucio y malsano, una ciudad podrida por dentro y plagada de individuos de baja ralea, con unos bajos fondos urbanos que dan la impresión de ser el Infierno mismo, del que nadie, ni buenos ni malos, pueden escapar, y un mundo "por encima" que no es mucho mejor, donde gente como políticos, policías, funcionarios, jueces y abogados hacen las leyes y dirigen la justicia estando totalmente alejados de la realidad cotidiana, como si ellos fueran los únicos habitantes del mundo, sin tener en cuenta toda la gente que vive bajo ellos, desquiciada y
en constante peligro de que les pase cualquier barbaridad. Aparte de los actores ya mencionados hay unos cuantos secundarios, sobre todo de raza negra, típicos de cualquier blaxploitation setentera, y mencionar la aparición de Steve James, futuro héroe de la saga
El guerrero americano de
Cannon Group. En general,
Vigilante es una película que recomiendo, ¿como no va a gustar a cualquier ochentero que se precie con un prólogo en el que Fred Williamson, cabreado, mira a cámara y suelta el siguiente discurso:
-Eh. No sé vosotros. Pero yo... ya estoy hasta AQUÍ. Se cometen más de 40 homicios cada día en nuestras calles. Hay más de dos millones de armas ilegales, suficiente para abastecer a todo el puto país. Y esas armas se disparan, sin pensarlo dos veces. ¡Oh, vamos! Cuando estáis en el Metro... no os preguntáis ¿donde estará esa escoria? ¿Me tocará hoy a mi? Tanto la policía como los ficales, y los tribunales, son prisioneros. La justicia no funciona. Los libros no cuadran, y nosotros solo somos un número. Os lo digo. Ni siquiera podéis ir a la esquina a por cigarrillos si es de noche, porque esa escoria sale cuando el sol se esconde. Y los gobernantes están más cerca de esa mierda que yo de mi mano. Ante esta situación, teneís todos una obligación, pero también un derecho: la autodefensa. Así podréis vivir todos en paz, como antes. ¿Queréis vivir como antes? Pues hacedlo. Disparad. DISPARAD.
Brutal. Y poco más que comentar, salvo que estamos ante uno de los títulos más interesantes de este subgénero de justicieros urbanos. Espero que este primer mito del videoclub os haya sido grato. En la medida de lo posible, el fin de semana que viene os traeré el segundo Versus... mientras tanto, seguid viendo ochentadas y no os olvidéis de comentarlas