Respuesta: El Megapost del Gobierno de ZP
La Voz de Galicia
EL OJO PÚBLICO
El naufragio de España
Miércoles 26 de mayo de 2010
El simple relato de los hechos pone los pelos de punta: Zapatero presidió hace cinco días en Elche una convención municipal de su partido y entre mucho peloteo y mucho aplauso no contó a nadie que pensaba prohibir a los ayuntamientos contraer nueva deuda a largo plazo antes del 2012; previamente, y en la reunión del Consejo, el presidente había vuelto a tratar a sus ministros como lo que efectivamente son -una procesión de mandadiños- y no se había dignado a dar al respecto ninguna explicación; todo ello no impidió que, anteayer, la prohibición se incluyera en el real decreto ley sobre medidas para la reducción del déficit, lo que generó de inmediato entre los alcaldes un follón del copón de la baraja ante el cual Zapatero decidió envainársela y dar marcha atrás ¡a través del procedimiento de corrección de errores en el BOE!
Y así, donde el real decreto disponía que los ayuntamientos no podrían contraer deuda «a partir de la entrada en vigor de la presente norma y hasta el 31 de diciembre del 2011» pasa a decir, tras la nueva y escandalosa rectificación del presidente, que no podrán hacerlo «a partir de 1 de enero del 2011 y hasta el 31 de diciembre del 2011».
No es necesario ser un lince para constatar que la absoluta ineptitud presidencial producirá un efecto justamente contrario del buscado: que los ayuntamientos se lancen a pedir préstamos en los próximos siete meses ante la seguridad de que no podrán hacerlo luego.
El asunto es gravísimo en sí mismo, pero lo es mucho más por dos razones añadidas: porque demuestra que la incompetencia de Zapatero ha llegado a un punto que este país sencillamente no puede permitirse. Y porque nos obliga a releer retrospectivamente muchas de sus decisiones anteriores.
Lo primero es evidente: Zapatero no sabe lo que se trae entre manos y decide a lo loco, como si gobernar España fuera dirigir la agrupación del PSOE de León. Su frivolidad y falta de sentido del Estado es ya solo comparable al dominio que ha conseguido establecer sobre el Partido Socialista, al que, con una sabia política de palo y caramelo, el presidente y José Blanco han convertido en una organización ciega, sorda y muda, inútil para nada que no sea decir sí, lo que es una desgracia para el PSOE y para España.
En cuanto a lo segundo, da pavor pensar que el mismo hombre que es capaz de hacer todo lo que lleva haciendo desde el inicio de la crisis ha sido el que ha tenido en sus manos cuestiones de la importancia de la negociación con ETA y la reforma del Estado autonómico. Aunque, solo ahora, viendo quien se sienta en la Moncloa, muchos españoles han entendido, al fin, porque ambos asuntos, entre otros, acabaron en dos fiascos clamorosos. Es la marca de la casa.
Roberto Blanco Valdés