Llevamos varias décadas de avance social gracias al movimiento feminista, esto es un hecho.
Que muchos logros sociales se hayan logrado gracias al movimiento feminista no implica que el movimiento feminista esté libre de críticas. Y mucho menos que haya que aceptar sin rechistar cualquier barbaridad propuesta por una persona que se autoproclame como feminista.
Creo que no hace falta explicar que el feminismo, lejos de ser un movimiento monolítico, es un conjunto heterogéneo de corrientes de pensamiento, todas con un objetivo común (la reivindicación de los derechos de la mujer), pero que proponen caminos diferentes para lograr dicho objetivo, hasta el punto de que corrientes distintas del feminismo pueden llegar a proponer soluciones diametralmente opuestas para un mismo problema. Hay feministas capitalistas y anticapitalistas, feministas a favor de la prostitución y abolicionistas, feministas a favor del aborto y "pro-vida". Dado que es evidente que muchas de estas posturas son incompatibles, es imposible estar de acuerdo con todas a la vez, y eso propicia que los principales críticos del movimiento feminista... suelan ser miembros del propio movimiento feminista. Por lo tanto, criticar el feminismo no significa ser "anti-feminista", sino simplemente no estar de acuerdo con algunos de sus postulados.
Según el Diccionario de la RAE "feminismo" significa lo siguiente:
feminismo
Del fr. féminisme, y este del lat. femĭna 'mujer' y el fr. -isme '-ismo'.
1. m. Principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre.
2. m. Movimiento que lucha por la realización efectiva en todos los órdenes del feminismo.
Según el informe
Feminismo e igualdad de género alrededor del mundo (2017) el 91% de la población española cree en la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres y el 82% afirma apoyar activamente esta igualdad. No obstante solo el 63% de la población española se considera a sí misma como "feminista". Estos datos son bastante coincidentes con los que se obtienen a escala global: el 88% cree en la igualdad de oportunidades pero solo el 58% se considera "feminista". O sea, que según la definición de la RAE, la inmensa mayoría de la población es feminista pero no se considera como tal. ¿Y eso por qué será?
Pues eso es básicamente porque actualmente la corriente predominante del feminismo en universidades, medios de comunicación y partidos políticos es una corriente de pensamiento bastante monolítica, de carácter izquierdista, anticapitalista, abolicionista y pro-abortista (y en no pocas ocasiones con cierta tendencia al victimismo y a la misandría) que excluye del movimiento a todos los que no piensen como ellos, acusando a los disidentes de machistas / machirulos / señoros (en el caso de ellos) o de alienadas (en el caso de ellas).
Todo esto ha hecho que un considerable porcentaje de la población considere que la palabra "feminismo" no sea más que una etiqueta desvirtuada con la que muchos defensores de la igualdad entre sexos ya no se sienten identificados. Feministas "disidentes" como Camille Paglia o Christina Hoff Sommers tienen que aguantar continuamente que sus conferencias y charlas sean
boicoteadas por asociaciones feministas; ex-activistas feministas como
Cassie Jaye o
Sara Winter han acabado renegando del feminismo; Betsy Cairo explica
por qué "feminismo" ya no es un término adecuado para referirse a la igualdad entre sexos; mujeres como
Lauren Southern, Allie Stuckey o
Karen Straughan, entre muchas otras, ofrecen decenas de argumentos para justificar por qué el movimiento feminista hegemónico no las representa... Dentro del grupo de críticos encontramos de todo: gente que se considera feminista, gente que se considera anti-feminista, gente que se consideraba feminista pero ya no, gente que se define como "igualista" y gente que rehusa a ser definida con una simple etiqueta. Todas ellas personas que creen en la igualdad de oportunidades y que luchan activamente por esa igualdad, pero que simplemente no comulgan con muchos de los preceptos del feminismo hegemónico, por considerarlos inadecuados, disparatados o directamente contrarios a los presuntos principios del feminismo.
Antaño el feminismo luchaba por la igualdad de derechos de hombres y mujeres: derecho al voto, derecho al trabajo, derecho a idéntico sueldo por el mismo trabajo, derecho a la libertad de expresión, derecho a la propiedad privada, derecho a la integridad física y moral y cientos de derechos más. Gracias a esta lucha en la actualidad
España es el quinto mejor país del mundo para las mujeres y esperemos que la cosa siga mejorando.
Hoy, teóricamente, el feminismo sigue luchando por seguir ampliando los derechos ya logrados. En la práctica, el progreso social se está utilizando como excusa para defender medidas tan retrógradas como: la violación de derechos democráticos fundamentales, tales como la libertad de expresión, el principio de presunción de inocencia, la igualdad de hombres y mujeres ante la ley o la independencia judicial; se promueve la discriminación y la segregación por sexos, el ajusticiamiento popular, la igualdad de resultados metida con calzador, la invisibilización de los problemas que afectan a los hombres, la manipulación de estadísticas y la negación de hechos objetivos, el control del lenguaje como instrumento de ingeniería social, la victimización de las mujeres en todas las esferas y el tratarlas como inútiles incapaces de lograr sus metas sin intervención estatal. Pero ahora resulta que tenemos que interpretar todas estas barbaridades como "avances sociales" y que si te atreves a criticarlas es porque eres un retrógrado machista, racista, fascista y homófobo que no desea la igualdad de oportunidades.