Por cierto, concretamente, en qué colegio te enseñan a meterte cosas por el culo?
Que yo sepa en ninguno, pero sabiendo que la recién nombrada directora del Instituto de la Mujer ha afirmado que la verdadera igualdad entre hombres y mujeres no se alcanzará hasta el día en que todas las mujeres heterosexuales penetren analmente a sus parejas, entenderás que haya personas que no queramos que las majaradas de estas "cuatro locas de Twitter" que curiosamente han acabado ocupando los cuatro cargos del Gobierno con mayor responsabilidad en materia de igualdad se acaben convirtiendo en parte del currículum educativo oficial.
A mí, ya me perdonaréis pero este miedo es propio de padres inseguros, ignorantes y bastante fachas.
Voy a darle la vuelta a tu argumento. Según tu razonamiento, oponerse a la enseñanza del terraplanismo o del creacionismo en las escuelas también sería propio de padres inseguros y fachas, ¿no?
Durante muchos años fui de la misma opinión que actualmente defienden los "progresistas", que hay muchos niños que tienen la desgracia de tener unos padres cafres y que, de alguna manera, la escuela debía suplir las carencias educativas que los niños pudieran traer de base... Pero después de haberme leído aquella majarada del
Breve decálogo de ideas para una escuela feminista, esa aberración pedagógica llamada
Plan Skolae, Pamela Palenciano yendo por los colegios de toda España cachondeándose de los inexistentes hombres maltratados o el lamentable episodio de la concejala del PSOE Aurelia Vera utilizando sus clases de literatura para soltar monólogos de 20 minutos acerca de las bondades infinitas del chavismo y de que el modelo de sociedad ideal sería aquel en el que se castrase selectivamente a los hombres... pues quiero este tipo de contenidos lo más lejos posible de los colegios. Llámame raro, pero es que es imaginarme una sociedad en la que todo el mundo comparte la misma ideología que Beatriz Gimeno e Irantzu Varela y me entran escalofríos.
En una escuela se deberían enseñar únicamente conocimientos objetivos y probados y los valores de convivencia básicos para aprender a vivir en sociedad. Los que nos oponemos a la introducción de ciertas ideologías en los currículums educativos no es porque nos parezca mal que les hablen a nuestros niños de los homosexuales y de los trans y que las personas pertenecientes a estos colectivos se merecen los mismos derechos y libertades que cualquier otra persona, ¡faltaría más! sino porque las mentes responsables de diseñar estos contenidos educativos afirman majaderías como que el sexo es una construcción social, que la heterosexualidad es un invento del heteropatriarcado para mantener sometidas a todas las mujeres (que son lesbianas por naturaleza), que en España las mujeres viven más oprimidas que en Irán o que el "género fluido" está respaldado por algún tipo de evidencia científica. Claro, cuando inculcas este tipo de valores a los niños luego te salen personajes de este estilo:
Cada vez estoy más convencido que es preferible que existan padres cafres que inculquen a sus hijos malos valores a correr el riesgo de que sean las escuelas las que extiendan esos malos valores en el conjunto de la población. En el primer caso, la gente educada con malos valores se verá contrarrestada por la gente con buenos valores, mientras que en el segundo caso no existiría contrapeso social ninguno. Y cada vez estoy más convencido de esta afirmación que ha hecho
@sikander :
el centro de todo deberían ser las personas y sus libertades individuales, y no los colectivos.
En la escuela no se tiene que enseñar a respetar a los gays, ni a los trans, ni a los negros, ni a las mujeres. Hay que enseñar a respetar a todas las personas, en general, porque todas las personas, simplemente por el hecho de ser personas, merecemos los mismos derechos y libertades individuales. Dentro de una sociedad no debería haber nada más sagrado que las libertades individuales, y dentro de estas está la libertad de que los padres decidan cómo quieren educar a sus hijos, aún a riesgo de que se equivoquen, y que la libertad de los padres a decidir la educación de sus propios hijos está muy por encima del deseo de influir en la educación de los hijos de los demás. El principal sujeto de derecho político en la sociedad debería ser el individuo, jamás los colectivos. Poner al colectivo por encima del individuo siempre ha acabado derivando en políticas de tintes totalitarios.