Respuesta: El post de la Champions League 2010/2011
ALFREDO RELAÑO | 28/05/2011 El fútbol del Barça es como la marea que sube y sube, imperceptible pero inexorable, hasta que se lleva el castillo de arena que uno levantó con tiempo e ilusión y no deja de él ni rastro. Un juego silencioso, al que bastantes echan en falta esa vibración que tanto agradece este deporte. Un fútbol suave, persuasivo, que va rodeando las dificultades, sorteándolas en lugar de enfrentarlas. Pero constante en grado máximo. Es el tiqui-taca, el cambio de posesión inteligente y preciso del balón entre sus jugadores, mientras los contrarios miran, corren, se desconciertan, pierden el sentido del fútbol.
Frente a eso, el Manchester duró diez minutos. Salió a echar el resto en la idea de ahogar la salida del Barça. Lo hizo por ese tiempo con un sobreesfuerzo que no se podía mantener. Pero en cuanto Xavi cogió la manija, con Iniesta y Messi siempre cerca, aquello se acabó. Ya todo fue Barça, salvo una jugada brusca, bien concebida, que pilló a la defensa culé un poco a contrapié y en cuyo desarrollo hubo un fuera de juego (este sí, por dos centímetros) que el línea no marcó. El resto del partido fue un recital del Barça, con ese juego en apariencia leve que cada diez minutos goteaba una ocasión de gol.
Sólo tres fueron finalmente gol, pero bastan para darle al club la cuarta Copa de Europa, y al Barça de estos días, la tercera en seis años. Tercera para Víctor, para Puyol, para Xavi, para Iniesta, cuatro de la cantera en torno a los cuales se ha ido construyendo todo esto. En torno a ellos y a una idea de excelencia que hoy todo el mundo admira. Viendo este Barça, no es difícil comprender el estado de ansiedad en que vive el Madrid y su continuo volver a empezar en busca de un atajo. Pero el Barça no llegó aquí por atajos, sino con una idea y una constancia. Lo que aprendió, precisamente, del Madrid.