El PP y la Iglesia: el día en que perdimos cualquier esperanza
Hoy he recibido una de las peores noticias que me podía imaginar: la alcaldesa de Zamora, la impresentable Rosa Valdeón, ha decidido hacer pagar a la Iglesia el IBI.
Esto es una catástrofe. Porque aunque sólo nos exigieran ese impuesto sobre los lugares no dedicados al culto, la puerta de nuestra sangría ya se ha abierto, y a partir de ahora cualquier ayuntamiento será el que decida qué edificios pagan y cuánto pagan.
La Iglesia posee con sus templos muchos metros cuadrados en el centro de las ciudades. Los ayuntamientos gradualmente a lo largo de una década nos pueden ir subiendo las tasas con el decidido propósito de apoderarse de templos, conventos y catedrales. Nuestras catedrales pueden convertirse en un verdadero grifo abierto, cuyo chorro de dinero desagüe directamente en las arcas municipales.
Con esta medida de la alcaldesa del PP, se abre un capítulo por el que dentro de una década varios obispos tengan que desembarazarse felices de la titularidad de varios antiguos templos, teniendo que decidir cuáles mantiene y cuáles no. El día que eso pase, el alcalde nos dejará amablemente el uso de nuestras iglesias a las horas que él decida. Y mucho cuidado con lo que se diga allí dentro. Por otra parte, el alcalde decidirá si se lo deja a otras confesiones religiosas, (musulmanes e hindúes incluidos), o si se dedica a espectáculos. Una iglesia podría dejarse un día, incluso, para una convención de brujos y hechiceros. A ellos les encantaría, y mucho me temo que si pagan, podrán.
Querida Rosa Valdeón, muchas gracias. Desde este momento pido públicamente y a cara descubierta que no se vote al PP. Alguien puede pensar que esto es una acción independiente de una alcaldesa. Pero no existen políticos independientes. Urge crear un partido que defienda el Reino de Dios. Un partido que luche para que tengamos, al menos, una parte de los inmensos privilegios de los sindicatos, o de tantísimas otras instituciones de la sociedad: el cine, la Cruz Roja, diversas asociaciones pseudoculturales, etc. Anda que no hay instituciones enteramente privadas que no viven a cuenta de las arcas públicas. Pero a la Iglesia hay que quitarle incluso lo poco que tiene. Poco, porque nuestra economía es de mera subsistencia. Al menos nos quedaban los templos erigidos para honrar al Señor.
Que caiga la vergüenza sobre ti, Rosa. Al menos, ya está claro que nada podemos esperar ni de los enemigos naturales del cristianismo, ni de su oposición.