Como ya he explicado en otros mensajes decidí comprarme un Ford Mondeo Vignale porque me gustaba el coche, porque prefería un buen coche cargado de equipamiento a uno más premium pero menos equipado y porque me quedé prendado de la filosofiía del Vignale. Ese quality center donde varios artesanos repasaban con esmero y cuidada atención más de 100 puntos adicionales a los controles de calidad ya elevados de cualquier Ford. Las fotos que veía y los vídeos reforzaban esa atracción. Y decidí intentar visitar la fábrica y el Centro Vignale para poder ver, y entender, de cerca la puesta en práctica de tan atractivo discurso. Lo conseguí y hoy en compañía de un amigo hemos pasado la mañana viendo cómo Ford fabrica sus coches y cómo los remata en el quality center. Asombroso.
Nos recibe como guía de nuestra visita Antonio, un ingeniero de excepcional carácter, superlativa amabilidad y franciscana paciencia. Nos atiende en todas nuestras necesidades y responde a todas nuestras preguntas. Nos explica el proceso con detalle, Pintura, motores, ensamblaje de plataforma, implementación de interiores, llantas, accesorios, pruebas de estanqueidad, de sonido, de motor, de todo. Vemos como todo se va colocando. Cómo un esqueleto se convierte en una persona. Cómo se le meten los nervios, los cables, los músculos, los asientos, los ojos, los faros, todo, sin faltar nada. Cómo bajan del techo las piezas, cómo se colocan a ras de siuelo, cómo el coche va la mitad del recorrrido por el aire y cómo la otra mitad por el suelo. Es un lego, un meccano, un puzzle complejo, infinito. Asombra ver el aluminio desnudo y vacío convertido unas horas más tarde en un vehículo portentoso. Es magia. Hipnotiza, deslumbra, apabulla.
El colmo de la felicidad en esta visita fue ver cómo, en ese preciso instante, el quality center supervisaba mi propio coche. He sido testigo de cómo le chequeaban esas 100 cosas adicionales, Como una persona con nombre y apellido era el responsable de decidir que mi coche era perfecto para ellos. Menuda responsabilidad. El coche es impresionante y las fotos y vídeos que colgaré, si puedo, no hacen justicia a su belleza. El coche, Sportbreak y blanco con las llantas grafito del paquete nero, es brutal. Musculoso, elegante, deportivo. Y he visto como salía del centro para subirlo a un camión que se lo llevaba a mi ciudad. Solo queda matricularlo, disfrutarlo y dar las gracias a Ford por dejar que un cliente haya sido feliz viendo como personas de carne y hueso, con nombre y apellido, con honor y orgullo sacaban al niño del útero y le daban una palmada en el culo para que empezara a llorar. He visto nacer mi coche. Poco más puede pedir el cliente de una marca.
Nos recibe como guía de nuestra visita Antonio, un ingeniero de excepcional carácter, superlativa amabilidad y franciscana paciencia. Nos atiende en todas nuestras necesidades y responde a todas nuestras preguntas. Nos explica el proceso con detalle, Pintura, motores, ensamblaje de plataforma, implementación de interiores, llantas, accesorios, pruebas de estanqueidad, de sonido, de motor, de todo. Vemos como todo se va colocando. Cómo un esqueleto se convierte en una persona. Cómo se le meten los nervios, los cables, los músculos, los asientos, los ojos, los faros, todo, sin faltar nada. Cómo bajan del techo las piezas, cómo se colocan a ras de siuelo, cómo el coche va la mitad del recorrrido por el aire y cómo la otra mitad por el suelo. Es un lego, un meccano, un puzzle complejo, infinito. Asombra ver el aluminio desnudo y vacío convertido unas horas más tarde en un vehículo portentoso. Es magia. Hipnotiza, deslumbra, apabulla.
El colmo de la felicidad en esta visita fue ver cómo, en ese preciso instante, el quality center supervisaba mi propio coche. He sido testigo de cómo le chequeaban esas 100 cosas adicionales, Como una persona con nombre y apellido era el responsable de decidir que mi coche era perfecto para ellos. Menuda responsabilidad. El coche es impresionante y las fotos y vídeos que colgaré, si puedo, no hacen justicia a su belleza. El coche, Sportbreak y blanco con las llantas grafito del paquete nero, es brutal. Musculoso, elegante, deportivo. Y he visto como salía del centro para subirlo a un camión que se lo llevaba a mi ciudad. Solo queda matricularlo, disfrutarlo y dar las gracias a Ford por dejar que un cliente haya sido feliz viendo como personas de carne y hueso, con nombre y apellido, con honor y orgullo sacaban al niño del útero y le daban una palmada en el culo para que empezara a llorar. He visto nacer mi coche. Poco más puede pedir el cliente de una marca.