Respuesta: El post de Orson Welles
Ulisses, contigo.
(
The Magnificent Ambersons, 1942)
Gratísimo descubrimiento, sí señor.
Película costumbrista basada en la familia Ambersons. Una familia acomodada, siendo por ello objeto de las habladurias (y maldiciones) del pueblo. Desde los primeros minutos, con una presentación atractiva de las formas, maneras, indumentarias y demás de la época, nos adentramos en la posición social de dicha familia y como la historia girará en torno a uno de los personajes principales: el hijo de Isabel: George, para luego ir viendo como irán, poco a poco, cayendo en la más tristes de las decadencias.
George, interpretado maravillosamente por Tim Holt, es un personaje que ya de buenas a primeras se le presenta como un niño encarado, malcriado y respondón pero que una vez crecido será un hombre engreído, encantado de haberse conocido, dominante y perfeccionista. Enamorado de Lucy (una preciosa Anne Baxter), miembro de la familia Morgan, todo parece ir bien hasta que la situación se verá comprometida cuando el padre de Lucy, Eugene (un magnífico Joseph Cotten) pretenda enamorarse de la madre de George, Isabel.
Una película llena de lujo, con unas interpretaciones maravillosas, llenas de furor, emoción e intensidad. Todos los actores están perfectamente escogidos, interpretando sus personajes con convicción, que es lo que más me gusta. Desde George, el cual consigue provocar antipatía y desagrado, o un galán como Cotten, quien podría pasar por un sucesor de Orson (un personaje que no me extrañaría que hubiese interpretado el director), o el elenco femenino como la tía Fanny, una perfecta Agnes Moorehead, como ese papel de clásica solterona.
Lástima que la película tuviese sus cortes y un montaje tan ¿extraño? pues así como al principio pasa todo muy deprisa, como si faltasen unos minutos más, el resto de metraje parece como si tuviese cortes donde no hacía falta, como si necesitasen que la película no fuese todo lo lenta que debía ser. Y se nota.
Pero por lo demás, la película es una delicia. Como las emociones de los personajes juegan un papel fundamental. Escenas como las que George decide ir a casa de una vecina para encararse por ser una de las provocadoras de las habladurías de su madre, o la escena emotiva donde Eugene le escribe una carta a Isabel indicándole que debe ser la dueña de sus actos y no su hijo. O incluso el momento en el que George, invadido por su propio ego se encara a Eugene acusándolo de que el automóvil no es un gran invento (siendo éste mismo uno de los causantes de un fatídico desenlace). Pero para mi gusto, el momento más impactante por real y emotivo a la vez es cuando Fanny le dice a George que tendrán que vivir en una pensión. Un golpe de realidad cotidiana en tan pocos minutos.
Como siempre, Orson rueda con maestría, dotando a cada escena de un halo de cinematografía exquisita, jugando maravillosamente con la fotografía, recurriendo a esos planos donde lo vemos todo en una sola escena (cítese como ejemplo la famosa escena del baile, donde vemos a George y Lucy, sentados en los escalones, en primer plano y al resto del elenco en un segundo plano, pero también vemos el resto de la estancia y el baile, todo bien colocado, sin nada a la casualidad). O técnicas de enfoque donde vemos las diferentes plantas de la casa en una sola toma y en cada planta un personaje, arriba Fanny y en la segunda a George.
Y la iluminación, que juega un papel fundamental. Mientras hay felicidad la iluminación es muy blanca, idílica (todo lo que ocurre en la nieve, o en el baile) pero cuando hay sufrimiento o penurias la iluminación es más apagada, casi oscuridad plena (por ejemplo Isabel leyendo la carta, como hay un momento donde sólo se le ven los ojos, y estos iluminados, como si hubiese algo de esperanza).
Si algo tengo claro es que Orson es (y será) un director de grandes películas, bien realizadas y sobre todo bien narradas. Y esta merece todos los aplausos del mundo. Un disfrute sin igual.