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Se publican en español estos relatos de finales de los 90 cuya autora se declara deudora de autores como Kazuo Umezz o Hideshi Hino, en especial yo diría que de este último, en cuanto a un estilo de dibujo de formas simples, redondeadas y desde luego grotesco (grotesquito sería la palabra); muy gracioso como repite diseños y personajes como el de una niña con un parche en el ojo que aparece por ahí continuamente. Es un terror que se inclina hacia el humor negro, tirando a gamberro y de temática adolescente y estudiantil, imitando (entiendo) ciertas convenciones del “shojo”.
Las que tienen más miga son las que abren el volumen, con el tema recurrente del contraste entre belleza y fealdad, y a su vez, la belleza interior o la ausencia de esta. “El adefesio”, “La abominable chica descuartizada”, “Monólogos interiores” son sencillos, agudos, destacan por cierto desafío a estos parámetros de lo aceptable; personajes (chicas sobre todo) objeto de marginación, capaces de actos más bien (disparatadamente) atroces, pero que no siempre sienten remordimiento ni deben nada, en el fondo, a lo que piensen de ellas sus compañeras, cuestionando eso que todos entendemos por belleza, aunque por desgracia nunca se librarán de la insidiosa idealización y perfección ajenas, que les reduce a monstruos y que siempre sale ganando de una manera o de otra. Monstruos que, cómo no, terminan siéndolo precisamente quienes menos lo aparentan.
Mi preferido es uno titulado “Mach go go girl”, por cómo se las gasta al abordar ese concepto de la “sad girl”, o estetización de la tristeza y el sufrimiento femeninos, que se perciben como algo trágicamente hermoso, romántico y no queda entonces más que apuntarse a la moda de turno con tal de ser admirada. “Wonder valentine” y “Chocolate Man” tocan la cuestión del día de los enamorados, tan importante para los japoneses; aquí encontramos actos extremos y (auto)destructivos que se cometen por esa tontería llamada amor, la desconfianza terrible que puede suscitar, después de tantos años de matrimonio y desgaste, ese ser extraño que es tu mujer… El rechazo, de nuevo, y la falta de afecto crean demonios, como el que protagoniza un slasher sobrenatural ambientado en este día tan especial.
“¡Qué poca cabeza!” es un ejercicio de realismo fantástico contado a base de frases hechas (perder la cabeza, cortar por lo sano…) que adquieren una escalofriante literalidad, que trata no obstante de muchas cosas; de los reveses de la vida, cómo esta nos deja huella y nos forjamos una coraza. Los últimos relatos, eso sí (“El internado”, “El refugio de montaña”, “La mansión misteriosa”) me parecen anecdóticos y dejan bastante que desear, limitándose a ser chistes sin mucho recorrido o ideas faltas de desarrollo. Por lo demás, un tomo gracioso y sin mayores pretensiones.