Respuesta: El Spielbergpost
"Jaws": maravillosa adaptación de una medianía literaria de Peter Benchley, con guión acreditado al mismo y a Carl Gottlieb -que lo reescribía cada noche con Spielberg para poder rodar algo al día siguiente- y en el que también metieron mano Howard Sackler y John Milius, con el escalofriante relato sobre el USS Indianápolis en boca de un prodigioso Robert Shaw. Evidentemente la estrella de la función, de todas maneras, es Steven Spielberg, con una puesta en escena que es un verdadero derroche de talento y energía -es una película con 50 o 60 planos memorables en Scope pero, además, de una fisicidad enorme en toda su segunda parte, cámara al hombro, por cierto- y un fenomenal grupo de colaboradores, desde tres actores de lo más heterogéneo que conjugan maravillosamente en la gran pantalla, hasta los cortes de Verna Fields, pasando, por supuesto, por la irrepetible BSO de John Williams. Es la película de aventuras casi perfecta pero, de todas maneras, si tuviera que quedarme con algún momento y ser original, lo haría con la presentación de Robert Shaw, chirriando sus uñas en la pizarra y con un monólogo en el que Spielberg realiza un travelling desde el plano general hasta el primer plano.
"Close Encounters of the Third Kind" (versión 1977): la película definitiva sobre el fenómeno OVNI, quizá uno de los proyectos más arriesgados acometidos nunca por Spielberg, no solo por la tremenda inversión que requirió para llevar a la pantalla sus ideas sobre los platillos volantes inspiradas en la ciencia-ficción de los 50 -con costosísimos efectos especiales fotográficos a cargo de Douglas "2001" Trumbull-, sino especialmente por el proceso de enajenación y obsesión que se apodera del personaje de Richard Dreyfuss, con las consecuencias que son conocidas por todos, incluyendo un final que quizá no sea tan feliz como a priori parece (a pesar del When You Wish Upon a Star de la edición del '80). Todo este proceso, que en la versión del '77 parece algo reiterativo con las eternas visiones de la montaña, degenera es una búsqueda ascética de la verdad que encaja más con las obsesiones religiosas de Paul Schrader (quien escribió el primer guión) que con el propio Spielberg, que creo que nunca ha vuelto a filmar algo tan desgarrado desde el punto de vista del padre. De todas formas, ayer comentábamos que al menos la versión del '77 va dando ciertos saltos narrativos que desconcertarían al espectador que no sabe lo que van a ver, con un comienzo más bien propio del cine de terror, casi cercano a "Poltergeist", juguetes que cobran vida incluidos, con una parte central que es un puro drama familiar, hasta que se llega al maravilloso espectáculo audiovisual final, con la música de John Williams, extraordinaria, como un pilar narrativo, ya metidos en pleno género de ciencia-ficción en versión más bien amable, casi anticipando el bondadoso estilo familiar de "E.T.". El conjunto es una obra estupenda, brillante por lo general, excesiva a ratos -Dreyfuss salta al tono cómico con demasiada facilidad-, pero tan asombrosa en su conjunto que para mí sin duda se trata de una de las cumbres de su autor.