Respuesta: El Spielbergpost
Sobre la realización, tenía yo el recuerdo, como de una puesta en escena bastante al servicio de los actores, que tendía a ser funcional (aunque nunca vulgar), quitando momentos concretos de mayor brillantez.
Bueno, pues me corrijo a mi mismo y me postro ante la cantidad de recursos que despliega, un verdadero festival al servicio de la sabiduría narrativa: cámaras en mano y barridos frenéticos o bien largos planos secuencia según el momento, usos magistrales de la profundidad de campo ( como en el descubrimiento de la infidelidad de la madre); montajes paralelos, planos cenitales, picados o contrapicados geniales, y toda clase de encuadres maravillosos, con esos tan típicos suyos a traves de objetos y usando reflejos.
De la música y montaje, pa que vamos a hablar. Igual que de los actores, con un reparto, que, especialmente en las chicas, se han convertido luego muchos en estrellas.
Y debe ser la última vez en que vemos a un Di Caprio relajado, sacando partido a su encanto, y no arrugando el ceño y devorado por sus demonios internos, como en sus últimas 100 pelis.
Ya sabemos todos el arsenal maestro que maneja siempre Stevie, pero lo que más admiro es cómo lo aplica para llegar en cada instante al corazón mismo de la escena.
Es precioso por ejemplo el plano de presentación de Di Caprio, con un movimiento de cámara que se desplaza desde Frank y sus manos quitando la botella de la etiqueta, pasando sin apenas pararse en la madre y deteniéndose en el primer plano del padre.
No se puede simbolizar más pronto y de forma más cinematográfica la personalidad del protagonista, el conflicto principal del relato y ponerle en relación con el padre, que es quien va a marcar todo su comportamiento.
Y entre tantísimos detalles geniales, me acuerdo ahora, por ejemplo, del uso de las cortinas moviéndose con el viento a traves de la ventana abierta y sirviendo de velo entre Frank y su prometida cuando se separan y acuerdan reunirse en el aeropuerto de Miami, expresando la ruptura ya inevitable entre ambos, por la red de mentiras de Frank.
O, simplemente, el plano detalle de las manos de padre e hijo, sucesivamente, abrazándose, cuando se encuentran por última vez en ese bar de " perdedores", cuando va vestido de cartero.
Un clásico inagotable.