Respuesta: El Spielbergpost
Sigamos...
Ahora le toca a uno de los filmes más extraños y difíciles de catalogar de la filmografía de Spielberg, al menos para mi percepción.
"
Ten mucho cuidado conmigo, tío, que soy abogado"
Estamos en los 90, los comienzos. Spielberg, el director que podía ofrecer lo que le diese la gana que el mundo estaba rendido a sus pies. Procedente de Always, un título pequeño, necesitaba o requería mejor dicho ofrecer algo que volviese a encandilar a las masas. Peter Pan siempre ha sido el cuento predilecto y el tema más llamativo para casi todo director y narrador de historias que nunca ha dejado de ser un niño o que por motivos varios no desea crecer. Pero está claro que es un cuento cerrado, un cuento que no necesita o requería de un punto de vista nuevo o ir al paso siguiente: "¿Que pasaría si...?"
Claro está, pocos directores son los que se me vienen a la mente capaces de ofrecer un espectáculo digno o que como mínimo respetase la esencia del cuento y del personaje. Spielberg se arriesgó y ofreció lo que creía podría ser una posibilidad de darse el caso. La proeza y el viaje no iba a ser fácil ni mucho menos sencillo.
Sin ir más lejos la película lleva el personaje antagónico de Pan en el título, el capitán Garfio, la parte adulta de un cuento infantil pero esencial. Peter Pan ha desaparecido, ha crecido, se ha convertido en todo lo que él odiaba o lo que él deseaba no ser: un adulto. Un pirata adulto. Garfio (capitán James Garfio para más inri) es el único que sigue viviendo, creciendo y ansiando un duelo a muerte con su antagonista, su némesis. Es el único que logra traspasar el mundo de fantasía y secuestrar a los hijos de Pan: no puede vivir sin esas aventuras.
Pan, ahora apellidado Banning, (¿Baneado? ¿eliminación de su alter ego, de su esencia, su forma de ser? esto es más teoría propia que una realidad), ha crecido, ha madurado, ha olvidado la fantasía, se ha casado y tiene hijos: todo lo que él nunca fue y de lo que se reía ha acabado por formarlo como una persona más, como un ser carente de sensaciones, de saber lo que es la infancia y lo que implica imaginar y fantasear. Incluso se permite el lujo de romper sus lemas ("
Lo prometido es deuda").
La película se divide perfectamente y diferencia en dos partes:
1)
La realidad que relega la ficción
Como un reclamo casi imperceptible nos damos cuenta que Peter Banning ha ido destrozando todo lo que conlleve ser feliz. Se ha cargado de responsabilidades, del día a día y si necesitamos subrayado ahí tenemos su trabajo: un broker yuppie de las finanzas que se bate en duelo con móviles y no puede despegarse de él para cumplir las promesas que realiza a sus hijos. Quizás el fallo está en el tono, que es muy indefinido en toda la parte primera. Es una realización muy distinta de la que suele emplear Spielberg. Es un tono desenfadado, un tono más acorde con el cine de Columbus o de Howard. Un cine que tiene mucho que ofrecer pero no convence con la forma de ofrecerlo.
Aún y así la fantasía reclama lo que es suyo y una vez viajamos a Londres y entramos en la casa de Wendy, el comienzo de todo, la película se transforma, se convierte en una especie de cuento adulto. Banning da indicios de que sigue siendo Pan sin él saberlo (esa entrada en la habitación de los niños, con esa pasarela de personajes junto con la BSO que acompaña finalizando con el broche final: la pose de Pan junto con el Garfio de la ventana). Pero la lucha es interna: Banning sigue siendo un adulto, se ha olvidado por completo de quien era (no puede imaginar que una flor de papel huele o no puede imaginar que ese paracaídas de su hija es su salvación).
Durante todos estos minutos la película es mágica, es una plasmación perfecta de la lucha entre la realidad y la fantasía que un día fue. La negación de la evidencia (esa pose de Banning frente a su retrato en el cuento), el no querer creer. Y por si esto fuera poco tenemos uno de los momentos terroríficos más interesantes: el secuestro de los hijos de Pan, envueltos en esa nube verde, mientras la casa es totalmente invadida, con desgarros en las paredes y un puñal clavado en la puerta a modo de advertencia. Es un reclamo, es una llamada: la fantasía y la imaginación reclaman la presencia de Pan.
Para mi es una especie de cortometraje maravilloso, donde las dotes de Spielberg en la narrativa son magistrales al respecto a pesar de tener algún que otro desliz que a estas alturas es imperdonable. Ese momento donde los "niños perdidos" reales dan las gracias uno a uno a la abuela Wendy es, quizás, el mejor momento de la película.
Pero la película sigue y se adentra en la fantasía y la magia del cuento:
2)
La ficción que intenta superar la realidad
Neverland hace acto de presencia en todo su esplendor pero como todo adulto que se precie no puede hacer otra cosa que verlo como un parque de atracciones, como un decorado que supera toda perspectiva posible. Banning no puede creer, es imposible, que ese lugar fue su habitat tiempo atrás. No puede inventarse la comida, no puede convencerse de que esas sirenas son reales. Incluso estando delante de Garfio, "
su más digno oponente", decide solucionar la batalla a base de talonario.
Pero la película se retuerce por completo y la propuesta de Spielberg es de una narrativa extraña, confusa, con unos niños perdidos que no logran ofrecer lo que son o como mínimo no logran convencerme de lo que son. Añadámosle un Rufio que entiendo las intenciones pero no me convence el resultado. Es todo muy difícil. Quizás porque dejé de ser uno de ellos, su propuesta de felicidad y de vivir en armonía con la felicidad, inocencia y diversión dejó de tener cierta lógica (relativa) y soy un adulto. O porque la forma de ofrecérmelo Spielberg choca o no llega. Y por más que se esfuerce en convencer(me) de que esta opción es una posibilidad aceptable no llega y se queda corto.
El tono es extraño, difuso y sobre todo confuso. Y a pesar de contener uno de los momentos más bellos y poéticos de toda la película (ese flashback) y ofrecer un Garfio en la figura de Hoffman más que envidiable, quizás uno de los mejores, con permiso del de Disney, todo lo que acontece va a trancas y barrancas sin llegar a ser todo lo mágnífico que Spielberg quiso. Añadámosle una Roberts irritante, un Williams que intenta conseguir un Pan adulto definitivo pero se queda a medio camino y situaciones muy poco convincentes (la pelea de comida, el partido baseball, la canción de cuna: original en propuesta - fallido en resultado) hacen que sea, por extraño que parezca, el regreso a la realidad la mejor de las decisiones donde Banning, sabiendo ahora quien fue, puede reconciliarse con su fantasía interior pero a su vez sacar a flote y rescatar a su familia.
Un producto de muy difícil encaje, que cuenta con una BSO de lujo (una de mis favoritas de toda la factoría Williams - Spielberg), con una amalgama perfecta de temas y con un arriesgado viaje pero que a pesar de parecerme un título aceptable, con momentos que apuntan maneras pero...
es un filme que se me antoja extraño a fin de cuentas que a pesar de contar con un duo magnífico (Hoffman - Hopkins... "
Smee, trata de detenerme") y una propuesta de aventuras de valeroso enfoque para mi, sintiéndolo mucho, ya no es suficiente.
Quizás dejé de ser ese tipo de niño hace tiempo. Me cuesta hundirla porque sigue teniendo puntos positivos pero ya no es aquella película definitiva al respecto que fue antaño.