La gota que colmó el vaso de la paciencia de los diplomáticos fue una segunda circular, propia de regímenes totalitarios, que ordenaba a embajadas y consulados a comunicar al Ministerio de Justicia la utilización del logotipo republicano. Se trata de una muestra de la servidumbre absoluta de las instituciones del Estado a los pies de un partido y que corona la trayectoria de Pedro Sánchez, marcada por la confusión entre lo público y lo partidista. Además de dar marcha atrás de forma acelerada, el Gobierno debería explicar por qué motivo tenían los miembros del cuerpo diplomático y los funcionarios de las embajadas y consulados dar cuenta al Ministerio de Justicia del uso del emblema republicano.