Respuesta: EPC ¿Adoctrinamiento o asignatura?
Cada vez que se menta el bien común, me pongo a temblar. ¿Qué es el bien común? ¿Quien lo gestiona y establece? ¿Estamos todos sujetos a ese presunto bien común?
Un Estado que se presupone democrático como ya dije, debe dar los elementos necesarios para la autorealización autónoma del individuo. La formación reglada en las materias de ciencias y humanidades básicas, así como su desarrollo en un entorno social como son las relaciones que se establecen durante la educación junto con los lazos familiares y afectivos; han de otorgar al individuo como mínimo una madurez emocional y práctica para que de forma crítica con los conocimientos adquiridos y la experiencia personal, libremente esa persona adopte la ideología, pensamiento y opinión que le sean propios.
Son bonitos valores a la vez que utópicos la idea de la igualdad y otros buenos valores. Pero como digo y aunque me contradiga con esta utopía, para que sean válidos, de una forma reflexiva el individuo los ha de adoptar como propios, valores que de alguna forma desde un principio suelen quedar arraigados por nuestra tradición cultural, en este aspecto, valores greco-romanos.
Pero la idea de que el Estado influya y potencie estos valores sin dar lugar al debate de si son adecuados o no, o propios de una moda pasajera que adopta valores que no son propios de la sociedad en la que se han intentado imponer, de alguna forma nos hace esclavos.
Claro, para regímenes que se autodenominan democráticos, de boquilla, es más fácil dominar a una masa poco formada, informada y con un pensamiento crítico inexistente y estéril, es mejor darle la formación hecha a su medida para crear el ciudadano modelo que sin rechistar adopta las costumbres y las necesidades del Estado al que pertenece, junto con toda la influencia socio-económico-cultural que también influye como es el mundo de la publicidad dominado por las grandes multinacionales que generan unidades de consumo frente a individuos con capacidad crítica. Pero si buscamos algo tan utópico como la democracia, la libertad del individuo debe estar sobre todas las demás. El bien común es algo tan hueco intelectualmente, como autoritario.
Cada vez que se menta el bien común, me pongo a temblar. ¿Qué es el bien común? ¿Quien lo gestiona y establece? ¿Estamos todos sujetos a ese presunto bien común?
Un Estado que se presupone democrático como ya dije, debe dar los elementos necesarios para la autorealización autónoma del individuo. La formación reglada en las materias de ciencias y humanidades básicas, así como su desarrollo en un entorno social como son las relaciones que se establecen durante la educación junto con los lazos familiares y afectivos; han de otorgar al individuo como mínimo una madurez emocional y práctica para que de forma crítica con los conocimientos adquiridos y la experiencia personal, libremente esa persona adopte la ideología, pensamiento y opinión que le sean propios.
Son bonitos valores a la vez que utópicos la idea de la igualdad y otros buenos valores. Pero como digo y aunque me contradiga con esta utopía, para que sean válidos, de una forma reflexiva el individuo los ha de adoptar como propios, valores que de alguna forma desde un principio suelen quedar arraigados por nuestra tradición cultural, en este aspecto, valores greco-romanos.
Pero la idea de que el Estado influya y potencie estos valores sin dar lugar al debate de si son adecuados o no, o propios de una moda pasajera que adopta valores que no son propios de la sociedad en la que se han intentado imponer, de alguna forma nos hace esclavos.
Claro, para regímenes que se autodenominan democráticos, de boquilla, es más fácil dominar a una masa poco formada, informada y con un pensamiento crítico inexistente y estéril, es mejor darle la formación hecha a su medida para crear el ciudadano modelo que sin rechistar adopta las costumbres y las necesidades del Estado al que pertenece, junto con toda la influencia socio-económico-cultural que también influye como es el mundo de la publicidad dominado por las grandes multinacionales que generan unidades de consumo frente a individuos con capacidad crítica. Pero si buscamos algo tan utópico como la democracia, la libertad del individuo debe estar sobre todas las demás. El bien común es algo tan hueco intelectualmente, como autoritario.
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