Hemos visto por aquí hace poco un claro ejemplo del tipo de sociedad que hemos hablado. ¿Por qué diantres una persona no puede VIVIR, dejar su trabajo estable y montar un negocio de algo que le guste? Fijaos que yo soy conservador en ocasiones, a veces demasiado, pero ese razonamiento es propio de un octogenario. Seguramente no tengamos narices de coger el toro por los cuernos, o muchos no sepamos que cuerno coger. ¿Dónde esta el paraiso terrenal que todos buscamos? ¿Dónde esta esa persona por la que darlo todo para siempre? Nunca sabes porque derroteros nos va a llevar la vida, quizás por ese miedo también muchos apostamos en permanecer en los límites de lo conocido. Puede que sea nuestro error, nuestro delito. Puede que tengamos que recorrer todos un camino (aunque en mi caso no se cual), o mejor que puede, mejor decir que DEBERÍAMOS. Y eso por no ser aún más concluyente y decir que tenemos que obligarnos a ello.
Bien, dicho esto. Hay mucha gente a lo mejor tan perdida como nosotros, o que siente que lo que hay fuera no es lo suyo. Quizás no sea lo nuestro ponernos traje, corbata, llevar maletín y poner una sonrisa Profident. Quizás no sea lo nuestro entregarnos vilmente a dónde vaya cada corriente y hacer simple y llanamente aquello para lo que nos han programado a través de la educación y la publicidad, reconvertido en valor gracias al efecto que estos elementos consiguen en la sociedad. Quizás no sea lo nuestro sentirnos raro porque alguién se sorprenda de que una de las cosas que haces en tu tiempo de ocio es leer. Quizás no sea lo nuestro tenernos que justificar por tener una colección tal de Blu-Rays a personas que se gastan burradas en otros conceptos pueriles, como ropa de marca con precios absurdos. Quizás no sea lo nuestro leer un periódico o escuchar una emisora de radio que nos diga lo que queremos oir para que así pueda parecer que se afianzan nuestros ideales.
En fin, quizás si vivieramos nuestra vida, cada uno viviría la suya y no la que le digan que tiene que vivir.