No me negarás que lo mío es mucho más entretenido...
Ostia, os juro que he tenido un deja vu total. Estas dos historias Manu ya las ha contado (no sé si en este foro o en otro), y además lo de la rubia también lo contó a raiz de contar (valga la redundancia) lo de su "semi violación", y algunos comentarios de foreros son muy parecidos a los que ya se hicieron. Yo estoy ya lo he vivido
Como date novedoso ha añadido que era puta, que no lo dijo la otra vez
Nos ha jodido. Si he echado los dientes con vosotros, panda cabrones, pues claro que lo habré contado en alguna ocasión...
Pero no te has enterado de ná, me temo...
A ver, por orden cronológico:
1º) Doce-trece años. Visitas esporádicas a un puticlub por las mañanas, en bicicleta y pantalón corto. Las putas nos acogen dándonos abrazos y cariños, y llamándonos "sus pequeñines". Nos introducen en el vicio bebercil mediante un brebaje infernal conocido como "moscatel con cazalla". Cuando comprueban que algunos de nosotros se alegran MUCHO de verlas, a un par de nosotros les introducen en otros vicios. O les introducen ellos, eso nunca lo he tenido claro. El dueño se cosca, y como consecuencia, nunca más volvimos a pasar por la puerta, teniendo que dar un rodeo de cojones para volver a casa a diario.
2º) Trece años. Uno de mi pandilla (el macarra del barrio, claro está), con 19 años en su varonil cuerpo (éramos muchos, y muy diversos), se liga a una tipa con 23, con cierta fama de guarrilla, aunque no dedicada al servicio sexual (al menos cobrando). Aunque claro, a esas edades, cualquier cosa con tetas era una "guarrilla".
Una noche, mientras nos reuníamos en una masía abandonada, el tipo la manda a la mierda para irse con sus coleguis (si, que pasa, soy un carroza, pero en esa época se decía así) de discoteca (ejem). Esta se pilla un rebote de la ostia, y debió pensar: "a ver, con quién le jodería más que me enrollase..." Y como yo era el tierno efebo, pues... yuquesé... le daría morbete. Cuando ya se aburrió de magrear a un tipo que permanecía permanentemente con los ojos cerrados, expresión de éstasis, y parálisis muscular generalizada, me arrastró detrás de ella (me costó un cojón, iba en vespino y yo en bici) hasta OTRA masía, me introdujo en una habitación con un colchón en el suelo, y se me quedó mirando como diciendo "bueno... ¿qué? ¿Vamos al lío?". A lo que yo, sumamente espabilado para mi edad, le contesté: "Uy, que bonito todo. Pero me voy a casa, que se ha hecho de noche y mi abuela me estará esperando con el Cola Cao". Vamos, gilipollas integral.
3º) Con 18 años, y creyéndome el más espabilado del barrio (y alrededores), conozco en la bolera a un pedazo de hembra del copón. Rubia, alta, y con dos tetas como no había visto en mi vida. Me agarra a los cinco minutos de conversación, me tira en el sofá, y casi me saca los calzoncillos por la boca. Al las (bastantes) semanas de salir con ella, con grave riesgo para mi salud, pero notable beneficio en el aumento de mis habilidades amatorias, decido dejarme ya de tanto magreo y profundizar en nuestra relación. Le pregunto que en qué instituto estudia, y me dice que en el Colegio. El resto, es fácil de adivinar. A los tres minutos, corría despavorido calle abajo, mirando por encima del hombro por si venía la policía detrás.
Bueno, así resumido...
Luego está mi etapa como pincha en la radio, y mi paso por Madrid, pero eso daría para un libro. Y además... también lo he contado antes...
Manu1oo1