¿Os acordáis del post que hice el otro día sobre el reestreno de Parque Jurásico? ¿Os acordáis de hasta qué punto era especial para mí esa película? Pues este mismo viernes fui con mi amigo Willy a ver la película al Kinépolis. Ya sabéis lo que es ese cine: megapantalla y sonido de lujo. Todo aderezado con sus palomitas y su cocacola. Todo lo que un hombre necesita en una sala de cine.
Hay otras cosas que un ser humano no suele necesitar en una sala de cine y, por lo general, prescinde de ellas: Una sartén, una pastorcilla de Lladró, una Cabbage Patch Kids, toallitas (salvo escape anal imprevisto), un yunque o un mapache con SIDA. Por algún motivo, entre todo este grupo de cosas, mucha gente no incluye muchas otras igual de inservibles. Cosas que no sólo no aportan nada a su portador en el visionado de la película, sino que molestan al resto. Por poner un ejemplo al azar, los dos putos niños que acompañaban al señor que estaba sentado a mi derecha (sí, me refiero a ti). Dos niñomierdas coñazo incapaces de callarse más de 30 segundos desde la primera escena con comentarios como “¿Ahora va a haber un susto?¿Y ahora? ¿Y ahora? ¿Y ahora? ¿Cuándo se acaba? ¿Y ahora va a haber un susto? ¿Qué está comiendo? ¿Y ahora? ¿Y ahora?”. Pero la culpa no era de esos hijos del demonio, sino de su padre sin personalidad. Un señor que, no contento con llevarse a sus dos molestos churumbeles, se dedicaba a contestarles y darles conversación. ¿¡Esto es el cine o Punto Pelota!? ¿Eres un padre enrollao, que charla de tú a tú con tu hijo 35 años más joven? Pues yo no me enrollo una mierda. Es más, soy el mal rollo en persona. Lo puto peor. Ése que capaz de lanzarte su “¡SSSSSH!” más punzante o una mirada de despreció de las que a la larga te provocan impotencia. Así que tú veras, MOTHERFUCKER.
Como veo que en los últimos años hay una propensión cada vez mayor a molestar al resto de los espectadores por parte de algunos desgraciados, voy a hacer un recordatorio de ciertas normas o recomendaciones de buena convivencia en una sala de cine, aprobadas por el Ministerio de Porque me Sale de las Narices:
1- No hables. Por lo que más quieras, cierra tu boca un par de horas y disfruta la película, no es tan complicado. No pasa nada. Si acumulas saliva la puedes tragar. Y si por lo que sea notas que por no hacer un comentario a tu acompañante puedes morir, hazlo de forma discreta, al oído. Y que yo no te vea.
2- Apaga tu móvil o, al menos, ponlo en silencio. Si esperas una llamada urgente, no vayas al cine, quédate en casa, tómate una caña, dale pan a las palomas o ponte a jugar al Candy Crush Saga, lo que sea menos ir al cine. Si se te ha pasado apagarlo y tu teléfono suena en mitad de la película, date prisa en apagarlo, aguanta el chaparrón y las miradas de odio eterno, ni se te ocurra contestar la llamada y menos aún ponerte de cháchara (tampoco vale mientras vas bajando las escaleras).
3- No mires el Whatsapp, Twitter o Facebook. Que no vea esa puta pantalla por el rabillo del ojo. Ni para mirar la hora. Si no aguantas dos horas sin mirar tus redes sociales no tienes que ir al cine, tienes que ir al psicólogo o hacer amigos de verdad (pero que no hablen en el cine). Si tu whatsapp está que arde con alguna nenita o maromo a quien quieres tener a tono para más tarde, el cine tampoco es tu sitio. Para decirle “esta noche toca mariscada, te voy a comer toda la almeja” quédate en casa, es más, cuanto menos gente vea esa clase de dardos de amor, mucho mejor.
4- Si estás muy acatarrado y te vas a pasar toda la peli sonándote los mocos, o peor, con un sorbe-empuja sonoro, no vayas. Que además pones en peligro de contagio al resto de la gente del recinto. Y si tienes muchas ansias por ir, al menos métete un chute de Respibién, que es milagroso, unos caramelitos para la tos, por si acaso. ¡Ah! Si te sacas un moco pelotillero tíralo al suelo, no se lo lances a nadie, en la oscuridad no sabrás si has acertado y tampoco lo oirás rebotar en el suelo porque es de moqueta.
5- A morrearse al parque. Si tienes quince años y acabas de descubrir los placeres del intercambio de fluidos, te felicito, lo has hecho mucho antes que yo. A parte de eso, evita ir al cine a darte el filete con tu pareja. A vosotros os parecerá lo más, pero desde fuera lo que se ve es una maraña de pelo en la sombra que resuella y hace ruidos de charcuteros. Además, en este momento de mi vida me vais a dar envidia y eso está MAL.
6- El anterior punto es válido también para tocamientos y gemidos de gustico. Si no puedes consumar en casa porque sigues viviendo con tus padres o tienes un compañero de piso que colecciona cómics, el coche es una buena alternativa, no puede ser mucho peor que las butacas del cine y tenéis la ventaja de que es mucho más barato, sólo estáis vosotros y si sois flexibles hasta podéis experimentar con la palanca de cambios o el freno de mano. Luego limpiadlo, que a la larga puede crecer el musgo.
7- No des pataditas a la butaca de delante. Sé que algunas salas tienen espacios entre filas más estrechos que una monja de clausura. Es muy incómodo y si la butaca es de las duras, de las que te dejan el culo más liso que la nuca de un chino, más. Intenta moverte con cuidado porque alguna vez he sufrido más golpes y latigazos en el cuello que ni un dummy. Si te pido que no des golpes, también te pido que no apoyes los pies o no uses mi respaldo para poner tu abrigo. Si quiero un cojín ya me lo llevo yo, gracias.
8- Si comes, que es algo que se ha hecho siempre y forma parte del disfrute, intenta hacerlo con cierta discreción (boca cerrada, cantidades discretas). Puedes comer como un hombre o puedes comer como un puerco rebuscando trufas cuando las palomitas escasean. No hay trufas. Es más, si insistes en terminar con todo el contenido de la caja es más fácil que te partas una muela con un maíz duro a que consigas una crujiente y salada palomita. Tampoco eructes, y si no hay más remedio, intenta que coincida con la explosión de la Casa Blanca.
9- Si eres muy mayor, de esas personas incapaces de seguir una narración discontinua y vas con tu pareja, que sufre un problema similar y que comparte contigo una sordera del carajo, no empecéis una conversación del tipo “¡No me entero!” “¿Eh?” “¡Que no me entero! ¿Esto es antes o después?” “¡No!” “¿No, qué?” “¿Eh?” “¡No me entero!” “Sí”. Mejor entretenerse con Maria Teresa o con esto.
10- Dúchate. No me digas que tienes ph ácido, guarro, dúchate todos los días. No hay nada más rancio que la mezcla del olor de las palomitas, los nachos con queso del de atrás y tu aroma a hingle en salmuera. Tampoco te tires pedos si son de los que consumen el oxígeno de un recinto cerrado hasta acabar con toda la vida que hay en él, dejándolo yermo. El Chernóbil de los cuescos. NO.
11- No vayas con un bebé o un niño de teta. No es que me moleste ver a una mujer amamantando, es que el niño VA A LLORAR. Lo hará en algún momento, seguro. Si no tienes con quién dejarlo la ley te permite descargarte pelis piratas. Lo dice en la constitución. Y si alguien te dice algo, manifiéstate delante del Ministerio de Cultura dando el pecho al niño, que está de moda y genera extrañas tensiones sociomorales. Aunque si el niño ya anda y habla, no, por Dios, que da MUCHA GRIMA.
12- No vayas con un niño ya crecido si en tu casa has perdido tu posición de macho o hembra alfa en el hogar. Si ellos te han comido el terreno hasta dominarte, si tú haces lo que los niños quieren por no traumatizarles, por no cortar sus capacidades de desarrollo, aguántalos tú. A mí y al resto de la sala déjanos en paz. Sé que recurrir a esto puede sonar tosco, pero una hostia a tiempo evitaría muchos de estos problemas. Aunque quizás baste con decirles alguna vez, sólo por probar, a ver qué pasa, “¡cállate o nos vamos a casa!”. A lo mejor hasta te ahorras sacar la mano a pasear y si el niño es testarudo, pues cumples la amenaza, te lo llevas a casa y nos dejas a los demás tranquilos.
13- La última me la guardo para el mundo festivalero. Se supone que en un festival de cine los espectadores son cinéfilos, apostaría a que es así, pero en algunos, concretamente los de cine fantástico y de terror, diría que abundan más los monologuistas frustrados y las sobras de algún concierto de Amset. Aplaudir mola cuando toca, no todo el rato. Soltar coñas mola si la peli es muy mala, y no todo el rato, que por mala que sea tendré que saber de qué peli me estoy riendo. Gruñir, aullar o reírse por todo es absurdo. Y, aunque te cueste asumirlo, el prota no eres tú, es la película.
Espero que estos consejos hayan sido de utilidad. Y a ti, padre sin personalidad, que no te vea por la calle.