"The Relic" (1997), dirigida y fotografiada por Peter Hyams. No tiene mayor interés este título (una especie de cruce entre "Alien" y "Noche en el Museo" que se toma demasiado en serio así misma), excepto por la fotografía en formato panorámico anamórfico que firma el propio director. Una vez más, Hyams muestra su animadversión hacia el empleo de unos niveles de iluminación que cualquier otro operador consideraría "normales", por lo que su película es una completa oda a la subexposición, provocando imágenes absolutamente oscuras y en las que a veces el fotograma se cubre de negro por completo. Ciertamente, Hyams encuentra cierta justificación en la trama -aunque los que le conocemos sabemos que lo hubiera hecho de todas formas-, lo que le ayuda a que algunas escenas estén iluminadas, exclusivamente, bajo la luz de antorchas o bajo la simple luz de las linternas que llevan los personajes del film, provocando además un verdadero festival de flares cuando inciden directamente sobre las ópticas. Pero incluso en el resto de escenas, Hyams integra un par de fuentes de luz en el decorado y deja que los personajes se muevan libremente por el mismo, renunciando a usar una luz principal y sin importarle si aparecen como siluetas o si apenas se percibe quiénes son, ya que tampoco se puede decir que use la luz de relleno en exceso. Las escenas interiores diurnas tienen un aspecto muy natural, a base de luz semi-cenital o semi-lateral cuyo contraste se reduce con humo y sin el menor relleno, y son las que están más logradas de la película. Lo que no se le puede negar al director es que el riesgo que asume es extremo, y aunque se le va la mano unas cuentas veces, resulta estimulante y refrescante que un producto de Hollywood esté iluminado de forma tan poco comercial y personal.