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Con 23 años me cansé de mi rol asignado de "gordo gracioso"-
Pasé años encerrado en mi mismo (entre los catorce y los dieciocho),saliendo poco a la calle,amargado y centrado en el cine como gran pasión (estuve dos años sin amigos).
Mis padres me animaban siempre a cambiar de estilo de vida,pero a mí me daba igual.Comía entre horas lo que me daba la gana y apenas me movía (tener la universidad a diez minutos de casa no ayudaba).¿Ponía de mi parte para cambiarlo? Ni harto de vino,eso no iba conmigo.
Disimulaba mucho mi corpachón (1`90 y ancho de espaldas),pero estaba gordo y acomplejado. Tanto que dejé de ir a la piscina gratuita de la empresa donde trabajada mi padre porque no quería que nadie me viera sin camiseta ("teticas de hombre" y dos michelines.Lorzas laterales,el culo gordo y las piernas por un estilo).Pasé de los cien kilos con apenas veinte años y luego dejé de pesarme por miedo y dejadez.
¿Qué pasó ese verano?
Entré a trabajar en un parque acuático,gracias al enchufe de una prima mía, y no tenían mi talla,una 54 de pantalón que me quedaba ya justa,para el uniforme.Tuve que ir a un centro comercial cercano a comprar un pantalón corto y un polo.
Mi jefa no quiso a un "gordo" en la puerta del parque y me pasaron a los recreativos,donde vigilaba las máquinas y daba el cambio.Todo esto bajo un techo de uralita y con las máquinas encendidas toda mi jornada,por lo que sudaba tanto que mi ropa terminaba empapada.Me corrían chorros de sudor por la espalda,la frente y el resto de mi cuerpo.Imaginad la imagen que daba a los clientes....
Cada día más cansado,con las miradas de los bañistas clavadas en el "gordo del cambio" y sufriendo lo que no estaba escrito.Rodillas,espalda y riñones doloridos.Era un adolescente encerrado en el cuerpo de un abuelo.
No exagero cuando os digo que subir los cinco escalones de mi portal era un suplicio y llegar al tercero andando algo muy poco habitual.Se me salía corazón por la boca del esfuerzo.Y seguía sin hacer nada,en mi línea.
Dos días después del pase de España tras eliminar a Irlanda en los penaltis del mundial,en el año
2002,tuve un enfrentamiento con unos gitanos.Me vacilaron y entré al trapo,no llegamos a las manos por muy poco.
Al día siguiente los billares no tenían bolas,ellos aparecieron de nuevo y empezaron a reírse por su ocurrencia.Fui a quejarme a mi jefa y su respuesta fue clara,"Tragas,es lo que te toca.El cliente siempre lleva la razón".
Aguanté un día más y me despedí.Con mes y medio de sueldo,el finiquito y una ayuda de la universidad,la cual llegó antes ese verano,tenía de sobra para pasar el resto del verano. ¡Y con dinero!
Volví a mi rutina veraniega,es decir,tocarme los cojones a dos manos y no hacer nada.Ni tan siquiera estudiar para las asignaturas de septiembre (aprobé una de las pendientes,de cinco, por pura chiripa).Mis padres me echaron una bronca tremenda porque ellos y mi hermana trabajaban gran parte del día. ¿Qué hice? Nada,otra vez el "vago de los cojones",siendo él mismo para variar.
Mis padres se fueron de vacaciones dos semanas después y me quedé en casa solo.Se llevaron a mi hermana,para más señas, al terminar su contrato de verano antes de tiempo. Toda la mañana en la cama,mucha televisión y comida.Ese era mi día a día...
Uno de mis amigos de entonces volvió de sus vacaciones a mediados de mes y me animó un día a correr con otro amigo común y él.En ese momento me cambió la vida.
Pasé las de Caín para correr apenas tres kilómetros.No sé aún el porqué,pero me decidí a superarme por una vez en mi patética existencia.
Estuve cuatro días con unas agujetas del demonio,me dolían hasta las pestañas en mi casa.Todo eran lamentos y lloré mucho más que en esos meses.¡No podía seguir igual!
En apenas tres meses adelgacé varios kilos ( a ojo seis o siete,ya que comía algo menos y se unía el ejercicio) corriendo dos veces a la semana.Pude correr siete kilómetros cada vez con más soltura.
Mis padres no se lo creían,tanto que los dos primeros años usaba "las zapatillas viejas".
Empezaron a tomarme en serio al no dejarlo; mi madre me compró mis primeras zapatillas para correr (unas
Mizuno).Mi padre me daba masajes para evitar sobrecargas en las rodillas,los pies y la espalda (nunca venía mal un masajista deportivo en casa).
Llevo ya doce años corriendo.He pasado por malas experiencias de todo tipo,muchas por mi mala cabeza,pero no he dejado de correr más de un mes (por lesiones o sobrecarga de trabajo).Estoy cada vez más cerca de bajar de la hora en los diez kilómetros.
Tengo dos tallas menos de pantalón y me vale la misma ropa de hace diez años.No he engordado,incluso peso menos que nunca (97-98 kilos).
Ya no soy el "gordo" de mi grupo de amigos,ahora estoy más en forma que ninguno. ¡Olé mis cojones!
¡Si se puede!
Magnolia,ve a un psicólogo.Luego ponte a dieta y haz deporte.Hazlo por ti.