Hoy se cumplen 84 años del bombardeo de Gernika: una masacre de la aviación alemana de Hitler y la italiana de Mussolini autorizada por Franco.
Por partes. Si al bombardeo de la Legión Cóndor y la Aviación Legionaria en Guernica, que causó 126 muertos, la calificas de masacre, igual masacre se produjo en Cabra, con 109 muertos, sólo que ésta la causó la aviación republicana con aviones Katiuska soviéticos y militares españoles. Todos. Sin embargo, ya verás como todo el mundo sigue sin acordarse de ella. La desmemoria histérica de la izquierda.
Franco no autorizó el bombardeo. Fue una decisión unilateral de alemanes e italianos, que querían probar el efecto de las bombas sobre la población de las ciudades que luego llevarían a cabo, con otra escala muy diferente, en la Segunda Guerra Mundial. Por ejemplo, los bombardeos de Coventry (550 muertos) y Belgrado (17.000 muertos), sin olvidarnos del bando demócrata; 25.000 muertos en Dresde, 120.000 en Tokyo.
Los franquistas negaron al principio el bombardeo porque nadie les había pedido permiso y lo desconocían, y después, cuando supieron que alemanes e italianos habían sido los autores, para no hacer el ridículo de no haberse enterado. No hay un solo documento que demuestre no ya que Franco autorizara el ataque; ni siquiera que lo supiera. Los que sí aprovecharon muy bien la propaganda fueron los republicanos, cuyo gobierno encargó a Pablo Picasso un cuadro para la Exposición Universal de París en 1937. Y aquí viene la segunda parte.
Ese cuadro ya estaba diseñado y medio pintado. En 1934 había muerto a consecuencia de una cornada en la plaza de Manzanares, en Ciudad Real, el torero Ignacio Sánchez Mejías. Gran amigo de artistas aficionados a la tauromaquia como Federico García Lorca, que le dedicó Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, Rafael Alberti y Pablo Picasso, el malagueño se había propuesto dedicarle un cuadro: el Guernica que, por supuesto, no se llamaba así. Aprovechó un encargo del ayuntamiento de Arles sobre toros para rendir un homenaje a su amigo torero, y cuando Josep Renau, director general de Bellas Artes, le pidió una obra para el pabellón español de la Exposición, lo retocó y lo entregó como un símbolo del bombardeo. El lienzo es una alegoría a la muerte de Sánchez Mejías; no hay ni una referencia a bombas, ni aviones, ni nada. La propaganda posterior hizo el resto. También se dice que lo hizo de una manera altruista, y que no había cobrado más que los materiales: falso. Recibió por el cuadro 200.000 francos en dos pagos, que entonces era mucho dinero.