Respuesta: Hay que tener criterio hasta para criticar.
Soy muy vago para "forear" activamente, así que "posteo" la opinión de este fulano, que suscribo casi por completo:
[url]http://www.curtasnarede.es/bitacoras/post.php?b=126&p=1015[/URL]
Hay algunas cosas que habría que matizar del artículo:
Por lo tanto, se crea un vínculo muy íntimo entre el espectador y la obra que recibe, pero no entre el espectador y el autor.
Claro, el problema es que los autores no suelen tener una sola obra, si no toda una trayectoria. Es cierto que el cine es, como muchos medios, unidireccional: va del autor al espectador, pero eso se está acabando poco a poco, gracias a internet. Edgar Wright vió la buena acogida en Twitter de su trailer de "Scott PIlgrim" y rodó más material, lo cual determina la obra incluso antes de que sea emitida. Es algo a tener en cuenta y con lo que, presumo, vamos a tener que lidiar bastante en el futuro.
Que a algunos de nosotros estas imágenes nos remitan a la idea de libertad no tiene nada que ver con el autor, sino con nuestra experiencia personal.
El autor ha sido quien ha decidido que esa imagen esté en la película, por lo tanto, sí tiene que ver con el autor.
alguien que crea ya está leyendo, ya está siendo receptor de sí mismo
Es otra cosa que comentábamos por aquí: todo tiene un origen, pero eso no indica que la creación no tenga sentido en si mismo, porque la que interesa es la nueva forma, la perspectiva, el matiz que el creador va a añadir. Diríamos que el verdadero autor es el autor personal que filtra, a través de si mismo, lo aprendido. El problema con esa afirmación que cito es que nos llevaría a minusvalorar la creación, pues no tendría sentido "sacar" esa creación del autor, cuando es precisamente lo más valioso. Somos únicos e irrepetibles, por lo que cada huella artística que dejamos es nueva y sorprendente, independientemente de que obedezca a unos patrones culturales muy concretos. No son meras repeticiones. Son obras con valor propio.
Nunca puede saberse quién escribe, si el autor o los personajes que de alguna manera le obligan, el individuo o su experiencia personal, la psicología de la época o, en realidad, la propia escritura, por la simple razón de que ponerse a escribir es renunciar a la individualidad e ingresar en lo colectivo.
Esto me gusta mucho: el autor como catalizador. Aunque no es la palabra correcta, porque los catalizadores no interfieren en los proyectos que lo usan, pero creo que me explico. De todas formas, hay que entender que el autor es todo eso: el autor es "él mismo y sus circunstancias" citando a Gasset, es decir, el autor es el individuo, es su propia experiencia, y esa experiencia es inseparable de la psicología de su época (Kracauer dixit) y como tal, la escritura obedece a las corrientes de su propia generación, con lo cual el autor también es "lo escrito".
Desde el instante en que cogemos la pluma o la cámara de cine, escribimos tal como nos han enseñado, con una retórica determinada, con una sintaxis, una gramática y unos tropos ya fijados desde tiempo atrás, con un lenguaje que nos rodea y nos envuelve en un murmullo incesante: un gran almacén de citas y signos de muy diversos centros de la cultura que operan como intertextos. La creación impone una tradición y unas leyes que el autor debe aceptar; su contribución es mínima.
Es cierto que todo el mundo empieza así por puro condicionamiento, pero precisamente creo que los autores más valiosos son los que son capaces de transgredir eso y mostrar su personalidad. Vigalondo decía en su blog que todo lo que hace falta saber sobre dirigir o escribir un guión se puede dar en un par de clases... pero encontrar el porqué dirigir y sobre qué y cómo escribir te lleva una vida entera.
aquí es donde estoy en desacuerdo, el papel del lector o del público sería sencillamente el de intentar entender lo que el autor deseó comunicar. La recepción constituiría entonces una actividad pasiva.
Esto me parece brillante: asumir el cine como actividad pasiva es precisamente lo que vengo criticando. Mientras otros medios como el cómic, la literatura, la pintura o el videojuego piden al espectador estar con los sentidos alerta, el cine se ha ido adocenando, tratando al público con condescendencia y dándoselo todo masticadito. Y el público en lugar de rechazar ese insulto, se ha creído que esa es la forma correcta de hacer cine, despreciando cualquier otro tipo de ficción no convencional. Hay una evolución en los últimos años hacia la ficción del Caos, aquella que pone de manifiesto su derrota ante encontrar satisfacción en un mundo que no obedece a orígenes y motivaciones claras. Un ejemplo muy bueno es "Memories of murder" que hace del error y el fallo de los personajes su propia manera de establecer el relato como un callejón sin salida. Esto implica que el espectador tiene que "completar" la película en su cabeza (lo mismo que creía Dalí de sus obras) y ser partícipe de la narración. Creo que es un modelo muy adecuado, para cada vez más restringido. El cine sigue siendo el único medio donde una reacción adversa ante una obra se considera un fracaso del autor...
No creo que todo esto implique la muerte del autor... si no el fin de la tiranía del relato.
El texto es cojonudo, por mucho que yo me empeñe en discutirlo, si señor. Gran aporte.