Pues empieza a parecerse a aquello. Pero ni allí, ni aquí, el PP ha tenido nada que ver.
Para los más jóvenes, el
tamayazo fue una historia de las más divertidas que tuvo la política madrileña. En mayo de 2003 hubo elecciones a la Comunidad de Madrid: las ganó el PP con Esperanza Aguirre (55 escaños), seguida del PSOE de Rafael Simancas (47 escaños) y de Fausto Fernández (9 escaños) de Izquierda Unida. PSOE e IU decidieron unir sus escaños para investir a Simancas como presidente de la Comunidad.
Pero hubo un problema: IU exigía a cambio de su apoyo una serie de cargos que Simancas había ofrecido antes al grupo
Renovadores por la base de José Luis Balbás, dentro de la Federación Socialista Madrileña. Como estaba loco por ser presidente, se los concedió. Así que Balbás montó en cólera y ordenó a dos de sus fieles, Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez que se ausentaran de la Asamblea de Madrid durante la votación, y ésta no prosperó (55 votos en contra, 54 a favor), ante el desconcierto de la izquierda y el cachondeo de la derecha.
En teoría, Esperanza Aguirre sí tenía los votos para ser presidenta ante la ausencia de los dos socialistas pero, más inteligente que todos ellos, se negó a presentar su candidatura (hubiera estado todo el tiempo pendiente del humor de Tamayo y Sáez) y obligó a que se convocaran nuevas elecciones el 26 de octubre. Después del bochornoso espectáculo del mercadeo de cargos entre los socialistas, Aguirre obtuvo mayoría absoluta (57 escaños) y gobernó la Comunidad sin ningún problema.
Y encima, los medios afines a la izquierda dijeron que el PP había sobornado a los dos díscolos, pero la gente se dio cuenta de la historia y al final, el PSOE tuvo que callarse y pasar página.