Bueno, me extiendo algo más.
Llevaba años repitiéndome el mantra: "Nunca volverás a ver películas como esas". ¡Qué duro que sean precisamente Lucas y Spielberg quienes se encarguen de demostrarlo definitivamente!
La película empieza ya reventando cualquier esperanza: un perrillo de las praderas digital que parece salir del anuncio de Milka revienta el logo de la Paramount (por lo que parece, ya no el de los años 30 sino el de los 50). Hasta que no veo el título no me acabo de creer que esto sea ya la película; lamentablemente, aún tendremos oportunidad de ver a los perrillos desde todos los puntos de vista posibles. (Lucaaaaaaaaaas!!!!)
El segundo chasco viene de la fotografía: quemada, difuminada, llena de grano, plana. Tardo mucho en convencerme de que se han usado lentes anamórficas; es igual: el trabajo (vendido como imitación) de Kaminski está a años luz de la fisicidad que proporcionaba la fotografía de Douglas Slocombe, de sus colores vivos y brillantes, de sus contrastes. Además su combinación con los planos digitales es destructora para la credibilidad de la historia, o si se quiere, la famosa "suspensión de la incredulidad".
El tercer chasco lo causa el arranque, a años luz de los de las tres películas precedentes. Casi me viene a la mente la palabra aburrido.
El episodio en Connecticut es lo mejor de la película, en buena parte por la aparición de Shia LaBoeuf, en parte por las emotivas no-presencias de Sean Connery y Denholm Elliot, y también porque la escena de acción que contiene es la mejor (estando muy por detrás de TODAS las de las tres películas anteriores). Pero a partir de ahí la cosa es un desastre por culpa de un guión flojísimo y atropellado (¿dónde están esas pausas en la acción que permitían tomarse un respiro y humanizar a los personajes?), lleno de referencias como nunca, algunas buscadas y otras me temo que involuntarias (ahora a La profecía, ahora a
Viaje al centro de la Tierra, ahora a
George de la jungla...), con personajes superfluos (Mac y nada menos que el de John Hurt), otros poco aprovechados (¡Marion!, o el "malo" más desaprovechado y a la vez el que más minutos tiene, muy probablemente, en toda la saga); pero también tienen culpa un montaje arrítmico y una dirección muy poco inspirada, que proveen unas escenas de acción sencillamente olvidables (ya sabemos que el cine de evasión ya no te llena, Steven: por favor, no nos tortures más con tus demostraciones).
Solo falta un clímax que te provoca un dejà vu de
The Mummy Returns y de una película que casi habías olvidado (
Sky Captain y el mundo de mañana) para convencerte de que esto es más una imitación de Indiana Jones que un original, que esto parece más una secuela de las momias de Stephen Sommers que de
En busca del arca perdida (compárense las hormigas de aquí con los bichos de los pasadizos del templo maldito para tener una idea de lo que se ha perdido).
Podemas apuntar más cosas, como que el "macguffin" de esta película carece del misticismo que poseían los de las anteriores (que de alguna manera daba un carácter a la saga), que la música de John Williams pasa desapercibida excepto cuando rememora viejos temas (demasiado a menudo), que la relación mostrada entre Indy y Marion es decepcionante hasta el punto de que ella podría no estar y no se notaría, que el humor ha caído definitivamente en la autoparodia, y que, qué coño, Indy está viejo. Demasiado para que lo único realmente bueno, la relación entre Indy y Mutt (incluyendo su vinculación a la que hubo entre Indy y Henry, bien remarcada musicalmente por Williams), lo compense.
Naturalmente y para rematar, el epílogo superfluo del Spielberg abuelete que no falte. Nada es lo mismo, señores, el mundo ha cambiado, nosotros hemos cambiado... pero sobre todo ellos han cambiado.