"Inherent Vice / Puro vicio": lo nuevo de Paul Thomas Anderson

Si. Eso en el libro es todo apoteósico.

Y la escena de Brolin comiendo maria?? Ni la habéis mencionado.
 
Efectivamente, en el libro toda esa parte de la oficina es muy extrema y en la peli se soluciona de forma algo discreta. De hecho es la única parte donde he visto a PTA titubear y no tener claro hacia donde ir.

Lo de Brolin comiendo maría es la hostia. Momento mágico en el que está a punto de suspender la credibilidad... pero no. Los caretos de Phoenix a lo largo de toda la peli son para estudiar. Dehecho estoy buscando ya camiseta...
 
Es una película de un romanticismo arrebatado, pero que está condenada a la incomprensión porque se asienta en un concepto clave: la paranoia. Lisérgica, pero trastorno al fin y al cabo.

Doc Sportello es un el mejor exponente de esa USA inmediatamente post-Woodstock que aglutina en torno a su persona pérdidas, responsabilidades, pesares, anhelos... y sobre todo desorientación, tanto vital como espacial ( el mar de nuevo como válvula de escape )

De ahí que se invente/encuentre una rocambolesca investigación donde PTA juega a ser un Hammett disléptico, todo avanza a base de errores, casualidades, azar, trompicones...

Tiene sus peros: se le va totalmente de madre la duración ( algo especialmente notorio tras la visita a la clínica ) , los secundarios semicameos son irregulares ( la mejor, Belladonna ) , hay algún plano increiblemente flojo de enfoque ( el encuentro en el banco entre Phoenix y Whiterspooon ) ...

pero a cambio nos da una interesantísima historia al margen de lo habitual que resulta ser mucho mas significativa y testimonial de lo que parece.

Y por supuesto Katherine Waterson, desde ya la presencia femenina mas turbadora y lubrica de su filmografía ( y la secuencia mas erótica que recuerdo en muchísimo tiempo, que aprendan las mojabragas fans de 50 sombras grises )
 
¿Cuántos de aquí sois de Madrid? Dussy, ¿sigues por la capital?

Necesito quedar con gente, verla y hablar largo y tendido.
 
Analizando la escandalosa filmo de este tipo me viene a la cabeza que ... Es un muy romántico, no? Salvo su kubrickiana Pozos, siempre hay mucho amor en sus pelis, vamos, que lo perfeccionista no está asociado a frío.

La volví a ver ayer, tenía a PTA por un grandísimo director, probablemente el mejor, después de esto ya me declaro fan suyo. Es eterna.
 
-Magno, ¿cómo ha ido la quedada?
-He acabado.

there-will-be-blood-24.jpg
 
jaja, cerderetas.

Klopek, no sé si es que tú te lo crees o quieres predicar eso de "una mentira repetida cien veces logra una verdad", pero sabes que TE ESCRIBÍ y la jiñada fue EN OTRA DIRECCIÓN.

Dussander sí que se jiña en este mismo hilo, ya lo ves.
 
Decepcionante y fallida.

el "Vicio Propio" son los habitantes de esa América, deshechos de los que, cuando no son necesarios, no se responsabiliza el sistema.

Yo creo que lo del "vicio inherente" se refiere más bien a esa parte impredecible y caprichosa de la naturaleza humana por la que nunca podrán funcionar las utopías (ni otras pesadillas de la razón). Defecto o maldición para unos (incluído el autor, por lo que parece); bendición (que nos diferencia de los animales y que hace la vida más interesante) para otros (entre los que me incluyo). La cita del final también va por ahí.

Toda la película sucede en la cabeza de Doc

Completamente de acuerdo. La trama no es más que un "viaje" alucinógeno y nostálgico a un pasado (Shasta) que sólo existe ya en sus recuerdos (sus apariciones son fantasmales... especialmente la del final, claro). A Doc sólo le resta vivir escondido en esa irrealidad, en esa nostalgia absurda de la que es incapaz de salir (el plano, al principio de la película, del callejón con el mar al fondo... que se vuelve a repetir al final).

Después te sobreviene todo el subtexto de la película, el mismo "Vicio propio" o "Vicio inherente" del título es una metáfora (medio explicada por Shasta)

Primer problema importante que le veo a la película: las sobrexplicaciones. Y esa que dices no es la peor... hay una especialmente lamentable en la que la voz en off revela el significado del mar (como si no estuviera suficientemente claro). Algo impropio de este director (es la primera vez que veo a un PTA así de titubeante e inseguro).

El segundo gran problema estriba en hacer una comedia sin gracia. Hay cosas verdaderamente sonrojantes (la reacción de Doc al observar la foto que le enseña la mujer del personaje de Wilson) y son muy pocos los momentos disparatados donde la cosa medio funciona (Bigfoot en el restaurante japonés). El humor de la película mejora mucho cuando se vuelve más sutil y menos evidente (más de sonrisa cómplice que de chorradas supuestamente descacharrantes) pero el plato ya se ha vuelto tan indigesto que no hay quien se lo coma.


En cuanto a lo bueno, coincido plenamente con Max:
Más interesante me parece el aire de romanticismo nostálgico que recorre al protagonista, sobre todo al comienzo, con la visita de su ex-novia. Y la rudeza de Bigfoot, el poli, con ese Brolin imponente. Y, por supuesto, el talento visual de PTA y la fotografía retro de Elswit, que definen un ejercicio de estilo digno de verse.
 
Última edición:
@carrion, a qué cita final te refieres?

Sobre lo de "vicio propio", creo que no andamos demasiado lejos, tú lo enfocas a la utopía, yo al capitalismo salvaje (porque en la película viene de Shasta cuando se ha ido del barco), pero en cualquier caso hace referencia a la naturaleza del ser humano que le hace no ser completamente predecible.

Efectivamente, la narración es innegablemente en primera persona, es posible que haya alguna alucinación, sobre todo la del final, alguna conclusión errónea, pero la trama, dentro de su surrealismo, tiene pies y cabeza de principio a fin.

La voz en off no es de Shasta sino de la amiga Sortilege (puse lo de Shasta porque creía recordar que era ella la que lo explicaba de viva voz, pero lo hace Sortilege a través de la voz en off). A mí me parece un aciertazo lo de la voz en off por varios motivos, y ojo que he leído declaraciones de PTA sobre que es alérgico a la voz en off (aunque después reflexiona admitiendo que sus pelis más admiradas la tienen), pero quiero decir que es una decisión absolutamente consciente y decidida, más teniendo en cuenta que no está en el libro. Por una parte, esa voz en off se hace eco de la hipersensibilidad del emporrado/resacoso/..., esa vocecita cuasi-esquizofrénica que siempre nos acompaña cuando estamos en ese estado, por otra no creo que sobreexplique nada del mensaje de la película, es decir, sí nos traslada emociones de Doc pero el objetivo es metafórico porque el mensaje no es la pérdida amorosa de Doc, sino la evocación completa de una época y una manera de vivir muy específicas que se está perdiendo allá en el 70 y que además casa con el sentir de una gran mayoría de personajes, paradójicamente, con su antítesis Bigfoot a la cabeza. Finalmente, esa voz en off es una deconstrucción más de un elemento formal absolutamente relevante y significativo del noir clásico al que referencia la película.

En lo de la comedia no me meto, cada cual tiene su propio sentido del humor y se reirá de cosas diferentes, lo que tengo claro es que la película pondera la tristeza y la melancolía por encima de la gracia fumeta.
 
carrion, a qué cita final te refieres?

Es la famosa pintada de París en el 68 (creo que aparece en los créditos, no me acuerdo si al principio o al final). La de la arena de playa bajo los adoquines.

A mí me parece un aciertazo lo de la voz en off por varios motivos

A mí también me parece necesaria y justificada... pero no cuando la utiliza para explicar cosas evidentes (lo del mar o lo del título); es como si temiera que la gente se perdiera lo esencial; como si pensara que la trama (deliberadamente enrevesadada y caótica) puede hastiar hasta tal punto al espectador, que necesite guiarlo artificialmente hasta el verdadero meollo del asunto.
 
Última edición:
Joder, esta peli debe ser el anticristo del mainstream. La he visto esta noche en un pase donde apenas llegábamos a las 10 personas y a mitad de la película ya se había ido todo el mundo.

Procedo a mover los mensajes al hilo del cine extremo... :garrulo

PD: no me parece una peli fácil de valorar. Es bastante compleja, a ratos simpática, a ratos intrigante, a ratos divagadora... No me ha disgustado pero tampoco sé muy bien qué pensar sobre ella. Por ejemplo, The Master, dentro de su complejidad y de que me sobrepasó en su primer visionado, me fascinó y me dejó mucho más poso.
Quizá sea el momento de leer las opiniones de la forada para ver si concreto sensaciones sobre la película... :sudor
 
Revisada hoy, por primera vez con subtítulos, y me doy cuenta de que la trama es mucho más diáfana de lo que pensaba. La experiencia de la peli no deja de crecer, está de puta madre.
 
Esta crítica es de lo más interesante que he leído sobre la peli.

http://www.cineparaleer.com/critica/item/1681

La rara atracción de una película con múltiples vías de acceso

George Steiner describía en Lenguaje y silencio (1976) un fenómeno aplicado al ámbito literario que podemos perfectamente trasladar al cine. A finales del siglo XIX se produjo una crisis en la creación poética cuando algunos de sus cultivadores, como Arthur Rimbaud, Conde de Lautréamont y Stéphane Mallarmé, rompiendo la sintaxis tradicional, pretendían liberar al lenguaje de la secuencia causal para entregarse a códigos de significación privados donde los efectos y los sucesos se alineaban con una simultaneidad inconsecuente. Para el ensayista de origen francés, estos autores produjeron una poesía soberbia, pero no dudaba en afirmar que su empresa estaba llena de asechanzas, pues esas construcciones tan eminentemente subjetivas debían estar respaldadas por el genio creativo para que el lector se sintiera impelido a efectuar el esfuerzo necesario y se lanzara a experimentar una experiencia literaria ajena a sus coordenadas habituales. En caso de no ser así, en caso de que este modus operandi fuera adoptado por artistas menores o simples impostores, esas intrincadas articulaciones devendrían juegos retóricos e intenciones estériles abocadas a la oscuridad.

Traigo a colación el análisis de Steiner porque los últimos tres títulos del cineasta norteamericano Paul Thomas Anderson –Pozos de ambición (2007), The master (2012) y muy especialmente esta Puro vicio (2014)– nos conducen inexorablemente a la encrucijada de dilucidar, más allá de la estupefacción de sus primeros visionados, si estamos en verdad ante filmes que, a través de los circuitos de una inextricable madeja formal, nos conducen a experiencias realmente enriquecedoras o si, por el contrario, resultan solo una acumulación de impostados manierismos estilísticos. Es difícil predecir qué apreciaciones recibirá en el futuro esta tríada de obras o cómo estarán posicionadas en la Historia del Cine; pero lo que sí parece estar fuera de toda duda es que con ellas el realizador norteamericano ha pretendido aprehender los inquietantes rasgos identitatarios de Estados Unidos en tres épocas bien diferentes de su historia: los inicios del siglo XX –Pozos de ambición–, los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial –The Master– y la etapa del «Insomnio Americano» de la década de los setenta –Puro vicio–. Lo más relevante de estas tres lecturas no está solo en la lucidez y densidad que arrojan, sino también en las abruptas peculiaridades fílmicas con que están configuradas. En su monografía sobre el director de Boogie nights (1997), José Francisco Montero afirma que su filmografía –analizada hasta Pozos de ambición– se distingue, entre otras cosas, por “dar forma épica a historias intimistas”. Sin embargo, en lo que concierne a sus tres últimas producciones, Anderson ha dado un golpe de timón e invertido por completo la ecuación, porque lo que hallamos no son sino narraciones de rotundas aspiraciones alegóricas que, sin embargo, se hilvanan a través de tiempos muertos y digresiones intimistas, a través de una mirada oblicua que produce continuas fracturas en la sintaxis narrativa tradicional. Estas pueden, insistimos, ponernos en aprietos durante sus primeras aproximaciones; pero de las mismas surgen indicios que nos impulsan a conceder un margen de reposo a las imágenes, algo que, a decir verdad, resulta bastante problemático en un escenario como el actual, marcado por la urgencia y la inmediatez.

Dicho esto, y entrando ya en liza con la obra que nos ocupa, Anderson sitúa Puro vicio unos cuantos peldaños más arriba, en cuanto a complejidad formal y dramática, que Pozos de ambición y The Master, dotadas, pese a sus muchísimos circunloquios expresivos, de cierta uniformidad estilística. Basada en la novela de Thomas Pynchon, está sustentada en una enmarañada trama de cine negro de costosísimo seguimiento que, evocada por un misterioso narrador que actúa ocasionalmente de confidente y hasta de catalizador del personaje principal, confiere al relato un extraño poder de penetración psicológica por lejanos que parecen ser los recuerdos que convoca. La voz narrativa está, pues, envuelta por las brumas del paso del tiempo y por una autoconsciente inestabilidad en sus juicios e impresiones, los cuales, lógicamente, determinan nuestra percepción de los hechos. Una ligereza que, a mi entender, no es en realidad tal porque la investigación que emprende Larry “Doc” Sportello acaba adquiriendo a su conclusión la categoría de gesta, de jugada de precisión. Y de algo más. Pero las formas de la película circulan por territorios opuestos, pues, al fin y al cabo, Sportello es un detective privado marginal, un adicto a la hierba, un gañán que se pasa el día averiguando cuál es el lado adhesivo del papel con el que liar su último porro. Un pariente cercano del alcohólico Freddie Quell, protagonista de The Master, quien, recordemos, quizá por esa su incorregible condición autodestructiva, era finalmente incapaz de involucrarse en el tinglado económico de la pseudorreligión creada por su maestro y amigo Lancaster Dodd, gesto que encerraba una enérgica toma de postura del film con respecto a la mercantilización de las creencias y supercherías que tanto afloran en los periodos de crisis, en los periodos de especial vulnerabilidad.

Una toma de postura similar adivinamos en la obstinación de Sportello por enfrentarse a los intereses de unos poderes políticos obsesionados con la infiltración comunista en la sociedad norteamericana mientras se valen de la droga como el pilar de un próspero negocio de integración vertical, cuyos tentáculos –cómo no– se extienden a favorecidos empresarios del sector privado. Estos inquietantes cimientos se remontan a la superficie de la película en forma de unas imágenes que, en estado de trance y abruptas elipsis, caminan por la cuerda floja de la ensoñación, el esperpento, el surrealismo y el humor negro; a merced de una estrafalaria fauna de personajes que hay que entender como la mercancía averiada –el «puro vicio», tomando la acepción legal del término– de la factoría de la que proceden.

Sportello es uno de ellos: un detective privado sucio, desaliñado y fumeta que pertenece el escalafón más bajo de la pirámide social. Se lo recuerda constantemente Christian “Big Foot” Bjornsen, el teniente de la policía de California, su némesis en el film, un individuo obsesionado con el estrellato televisivo –los medios lo llaman el «agente del renacimiento»–, famoso por la vulneración de los derechos civiles en el ejercicio de su profesión, si bien profesa a Sportello una admiración secreta –la concluyente escena en la que parece querer arrebatarle su «alimento vital» no puede ser más elocuente. De la colisión de tan antagónicos personajes y de sus respectivos universos va creciendo una corriente de emoción cada vez más intensa hacia un protagonista en cuyo rol de perdedor radica precisamente el triunfo moral que se le atribuye. Los múltiples registros de la película pueden hacerla pasar desapercibida, pero su comportamiento –y con este, el relato– está inyectado de pasión, de pasión hacia Shasta, la mujer que ha movilizado sus energías llegando hasta el final del caso con el único propósito de recuperarla. Por eso el film, pese a su carcasa de intrascendencia y sus muchas inflexiones formales, acabe impregnándose de ese sabor a victoria moral por irrelevante y vana que esta resulte a efectos prácticos.

Sin duda una propuesta tan ambiciosa como Puro vicio es blanco fácil para toda clase de polémicas y controversias, pues, escrutando tan en detalle el film, ¿cómo discernir entre pretensiones creativas, por honorables que resulten, y efectos y/o significados realmente materializados en la pantalla? Hasta la codificación más subjetiva y opaca termina por esclarecerse cuando existe empeño analítico. Ni siquiera la resistencia al paso del tiempo –como suele rezar la cinefilia más rancia– es, en estos casos, un criterio fiable, pues cada época impone una sensibilidad especial que tiende a rescatar del pasado ciertas películas y a dejar a otras en el ostracismo. Dicho esto, y lanzadas ciertas prevenciones –necesarias porque, como decía Ángel Fernández-Santos, ante ciertos títulos podemos entrar pensando en una fiesta y salir con cara de funeral–, sí que me parece que este último largometraje de Paul Thomas Anderson desprende esa rara atracción que ejercen algunas obras con múltiples vías de acceso, con inequívocos destellos que nos emplazan a sumergirnos en sus entrañas con la misma pasión del personaje principal, a sabiendas de que, a su término, la experiencia habrá merecido la pena.
 
Crítica de Pornosawa.

Es muy buena, con hallazgos visuales enormes, y un gran final de trilogía. Está claro que PTA construye dialécticas: Pozos de Ambición enfrenta religión y dinero, The Master cordura y locura, y Vice el stablishment contra la contracultura.
Al igual que Zodiac, la reconstrucción del tiempo es muy buena, y aún con algún actor desubicado (Owen Wilson o Reese Whiterspoon), todo respira al mundo hippie de inicios de los 70. Me gustaría desmitificar no tanto la confusión del film, que vendrá de la novela de Pynchon, sino la innovación dramática: en el fondo es un Noir clásico pasado por un viaje de LSD. Y al ser una película perceptiva como The Master, construida en torno a Sportello, la difiicultad es conocer qué es paranoia y qué es real. Todas las tramas, que siempre tienen a Doc como conejillo de indias del stablishment, importan poco: el verdadero nudo del film es cómo el establishment y la contracultura son parte del mismo sueño americano.
El pacto del final, con la heroína, demuestra que una se necesita a otra, y la loquísima aparición de Bigfoot con perilla fumando marihuana es la consecuencia final.
Película más deudora de Hawks y Huston de lo que parece superficialmente, es en el fondo un neonoir camuflado de thriller hippie. Aquí lo que importa es Phoenix drogado, la femme fatale Shasta (con apariciones muy deudoras del cine clásico, muy brillante aquí PTA), y cómo es un juguete bogartiano de intereses poderosos. Esta densidad dramática tiene algunas pifias, como la etérea drama de la secta (que bebe muchísimo de las loquísimas historias de los Beach Boys en los 70, que eran amiguetes de Manson), o la Whiterspoon como inentendible mujer florero. Eso sí, la trama del dentista es muy buena, supongo que será de Pynchon, porque fueron precisamente los odontólogos los que extendieron el consumo de ácido lisérgico porque tenían acceso al mercado de anestésicos, y eran parte de la gente chic en la California de los 70.
Se puede llegar a ver la película como El Halcón Maltés en versión LSD. E incluso, Madrid Days de Garci a la que le han puesto STP en el carajillo.
 
es brillante Porno.

por cierto, esa crítica es una respuesta a una pregunta mia del Ask.fm ( podéis preguntarme a mi tambien , si quereis )
 
Interesante como entre todos vamos apuntando a las mismas direcciones desde diversos ángulos... He ampliado mi crítica y la he colgado en mi blog con unos cuantos adornos por si a alguien le interesa... No pensaba dedicarlo a la opinión cinéfila, pero hay películas que por importancia cultural o por disparar en múltiples direcciones mucho más allá del cine lo merecen, así que les dedicaré espacio si puedo...
 
Me parece muy interesante su punto de vista sobre la dialéctica entre el stablishment y la contracultura, porque yo la interpreté como la derrota de la contracultura ante el stablishment y Bigfoot representaba el ala derecha clásica de América y, curiosamente, se veía desbordado también por lo establecido, pero con lo que comenta Porno de ese pacto no escrito y de necesidad mutua entre contracultura y stablishment representado en la película en esa entrega final de la heroína, es precisamente Bigfoot el que queda enmedio, desubicado sin pertenecer a ninguno de los 2, como demuestra esa última escena en la que fuma y come maría, como desesperado para ser como Sportello.
 
Respecto a The Master, más que una dialéctica entre locura y cordura lo sería entre lo apolíneo y lo dionisíaco, que no tiene porqué tener una relación directa con las otras 2. Y repite el tema de la religión, aunque tratándolo con bastante más cariño que en Pozos. En The Master se llega, incluso, a entender su existencia como ayuda espiritual.

En cuanto pueda voy con el blog de Groucho.
 
Arriba Pie