No estoy nada de acuerdo con la reseña de Harkness. Por momentos parece que esté hablando de El caballero verde.
Yo creo que Excalibur es un espectáculo audiovisual de primer orden, con secuencias antológicas que forman parte ya de la historia del cine. Esas piezas musicales de Wagner y Orff nunca han encontrado mejor acomodo que en esta soberbia colección de imágenes pergeñada por Boorman. Forman un todo perfectamente ensamblado y coherente junto a la fantástica banda sonora original de Trevor Jones.
La lucha entre lo material y lo espiritual no creo que tenga nada de new age. Lo que hace la película es plasmar la esencia cristiana del mito artúrico a través de sus elementos paganos. La descomposición moral de la corte de Arturo (podrida por el orgullo, la soberbia, las mentiras, las envidias, la lujuria, el adulterio, el incesto...) es consecuencia directa de aupar a unos héroes que al final sólo resultan serlo para lo mundano... y por eso acaban fracasando. Porque el triunfo de la verdadera caballería es el triunfo de la espiritualidad... no se trata de las ganas de lucha, los deseos de aventura y dominio, el cortejo, los torneos y juegos gimnásticos, banquetes, pociones y mezquindades sino del perfeccionamiento del espíritu. En este sentido trabajan las armaduras, que son un elemento simbólico acojonante y uno de los grandes hallazgos de la película en cuanto a metáforas visuales. Se trata simplemente de ataduras terrenales que nos alejan de Dios. Por ejemplo: Uther es incapaz de desprenderse de la suya al acostarse con Igrayne (es un simple rehén de su deseo lujurioso, carnal y animal... no hay amor); Lancelot lucha contra su armadura (en pelotas) pero queda herido fatalmente en el proceso... Finalmente es sólo Perceval el que, en una secuencia acojonante (arrastrado por la turbia corriente de un río al que le arrojan otros), se desprende de esa pesada carga, de esas intrascendentes y onerosas placas de metal (y de todo lo que simbolizan) para (poder flotar y) alcanzar el ideal cristiano (El Grial).
Tampoco estoy de acuerdo en lo de que sean varias películas en una. Desde el título ya se nos aclara que lo que se nos va a narrar es el periplo de la espada (y lo que representa). El inicio de la película es Excalibur saliendo del agua y el final es Excalibur volviendo a ella.
El tono cómico esporádico me parece un gran acierto porque pone de relieve el cambio de mentalidad de cada época concreta dentro de la historia. Suele aparecer en períodos apolíneos y amodorrados, de ligereza y frivolidad (una inocencia que supone bajar la guardia con resultados desastrosos. Camelot se convierte, así, en un circo decadente). Es como el aspecto de las armaduras, un termómetro de lo que ocurre: luminosas y brillantes u opacas y ennegrecidas, dependiendo de los acontecimientos. En los tiempos oscuros de Uther, por ejemplo, no hay lugar para el humor.
El aspecto teatral e irreal de los interiores creo que es algo buscado de manera deliberada. A mí la fotografía me parece, en general, verdaderamente única a la par que excepcional. Thomson estuvo nominado a varios premios gordos por ella, y la verdad es que creó escuela a la hora de recrear visualmente historias de corte fantástico, tanto en cine como en televisión (me acuerdo, por ejemplo, de la serie Robin of Sherwood, también de los ochenta).
Lo de los cortes bruscos de sonido no creo que sea tan exagerado. Recuerdo sólo cierta brusquedad en las dos apariciones de O Fortuna, pero en ambas hay un fade out; tal vez un tanto brusco para los estándares actuales, pero lo hay. En mi opinión nada grave.
Yo creo que Helen Mirren está fantástica a todos los niveles, y no me chirría nada su vestuario. Tampoco el de Mordred; armadura de oro para alguien que sólo valora lo material y lo terrenal (desprecia el amor de su padre, y desprecia a su madre cuando pierde su belleza y juventud).
Finalmente yo no creo que tenga ínfulas... El tono solemne está plenamente justificado. Simplemente es lo que demandaba la adaptación de un mito de estas características. El resultado es fantástico, incluyendo momentos poéticos poderosísimos y de una belleza excepcional. Ahora mismo se me ocurren:
- La salida de los caballeros de Camelot en busca del Grial, con ese Perceval a galope y melena tendida... y la elipsis de diez años mediante un par de (fantásticos) planos.
- Arturo en duermevela hablando con Merlin en esa especie de Stonehenge antes de la batalla final.
- Uryens armando caballero a Arturo en plena batalla.
- Arturo rompe la espada al comportarse de forma soberbia e iracunda; pero la recupera al mostrarse humilde, contrito y arrepentido.
- Toda la parte en que Merlin convoca al dragón, Uther cabalga y se transforma sobre su aliento y finalmente eros/thanatos.
- Perceval cruzándose con el cadáver de uno de sus compañeros atado a un caballo que avanza en dirección contraria (bellísimo movimiento de cámara que además remarca algo crucial) mientras la música abre un abismo ante él (y nosotros).