Respuesta: JOHN FORD
(
The Grapes of Warth, 1940)
Por ahora, de todas las que llevo vistas del gran Ford, ésta que tenemos aquí se ha convertido por derecho propio en mi favorita. Una auténtica joya y una obra maestra al mismo tiempo.
Ford adaptó a la gran pantalla en 1940 el libro del mismo nombre del escritor John Steinbeck, que salió publicado un año antes (todos sabían que aquel libro era una mina para el cine). Una plasmación real, convincente y sobre todo desgarradora de la situación de los agricultores y campesinos del fatídico Crack del 29 que se convirtió en una de las mayores catástrofes económicas de todos los tiempos.
La situación de aquellos tiempos, una situación que no prodigaba nada bueno y que volvía más pobres a los que ya lo eran y que destrozaba la vida de los que se habían quedado sin trabajo, sin cosechas y sin casas está tratada con un realismo convincente, con toda clase de situaciones (a cada cual más desgarradora: sólo hay que citar el primer momento donde Tom Joad llega a su casa y descubre allí a uno de los lugareños que ha decidido quedarse para plantar cara al gobierno y su feroz ataque de deshaucio. Su pequeña actuación es tan triste, destrozando a uno mismo ante tal situación).
La fotografía, con un blanco y negro seco, con esas tierras áridas, sin cosecha ni dueño, haciéndonos casi un tour por la desolada zona de aquellos tiempos y a la vez dándonos un paseo por la desgracia de los tiempos y de aquella época hace que la película se nos antoje un viaje a la desgracia humana que aún siéndonos ajena se torna real y creíble dado la situación que vivimos ahora. La historia se torna en una road movie muy melancólica, pasando todo tipo de visicitudes y desgracias, con el dinero contado (el momento donde el padre de la familia compra la cantidad justa de pan es demoledora) y con una (falsa) promesa de encontrar trabajo y un futuro para la familia.
Mientras tanto iremos pasando por un sinfín de momentos, circunstancias y escenas que son un auténtico festín para cualquier cinéfilo y que demuestra, aparte de que Ford consiguió una obra maestra, nos enseña como ante cualquier crisis, lo más fuerte que uno puede tener se ve desintegrado aún creyendo que uno puede ser todo lo fuerte que uno se cree ante las desavenencias (la muerte de un familiar, la desgracia de tener que huir, la pérdida de una casa / un trabajo / su ciudad, la fe, etc).
Pero si algo hace creíble la película, más allá de la dirección, la fotografía, la puesta en escena (brillante, no hay ni un sólo fragmento que este puesto porqué sí) es la colección de actores que pueblan la película. Un reparto reducido a la familia Toad donde todos forman un todo, donde cada uno aporta su grano de arena haciendo una montaña ferrea y perfecta. Henry Fonda como ese hombre a quien la suerte no logra sonreirle jamás por mucho que se empeñe (ahí radica su frase repetida una y otra vez ante su madre cuando le dice que intenta ser una buena persona pero no puede remediar rebelarse ante las injusticias) o Russell Simpson como el padre de la familia (su actuación rezuma calidad, empatía, cariño y sensiblería a partes iguales), sin olvidarme de John Carradine como Casey, el anteriormente pastor de la iglesia que ha perdido la fe y que se convierte en uno de los lideres de la huelga. Pero quien se lleva la palma, quien merece todos los loores y aplausos habidos y por haber es Jane Darwell como la madre. El pilar que sustenta esa familia, una mujer de carácter fuerte y cuya actuación transmite más que nadie. Sus palabras son un pozo de sabiduría y su reivindicación en el monólogo final es toda una declaración de principios cuando dice que los ricos pasarán pero el pueblo es el que existirá siempre.
Ford se deleita en mostrar como la familia lo es todo. Como todos forman un conjunto, como todos van al mismo lugar. En sí el resumen de la película, la historia de América, vista a través de las dificultades, sufrimientos y (supuestas) esperanzas de los ojos de la familia Toad. En sí Ford nos hace partícipes y nos convierte en testigos de una situación. Como sufrimos, nos descorazonamos y respiramos con ellos. Ford nos deja acompañarles en el interior de esa camioneta cargada de enseres, historias y vivencias (magistral ese momento donde Mamá Joad se deshace de sus mayores recuerdos en el fuego de la estufa, o como sufrimos ante la injusticia del engaño del cual son partícipes en el primer trabajo que encuentra o como nos alegramos, incluso respiramos medio aliviados, cuando encuentran cierta paz y tranquilidad en el campamento).
Obra maestra, maravillosa y atemporal.