JOHN FORD

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Muy bien Duke. Ese es el autentico sentido de este personaje magnificamente interpretado por Wayne.
No debería extrañaros este tipo de personajes solitarios, rudos, asociales y casi salvajes y psicopatas como bien dice Duke. Proliferan en muchisimas peliculas del Oeste. Son personajes huraños y asociales, pero imprescindibles. Otros casos serían el que interpreta Easwood en Sin perdon, Richar Widmard en La ley del Talion, Randolf Scott en Estacion comanche y otros muchos.
Es ellos está la autentica esencia de estas magnificas peliculas
 
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Yo termino el miniciclo que le he dedicado estos días.

- El delator (The informer, 1935) :25stars

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No resulta una película aburrida, pero sí de lo más convencional, todo lo que sucede es lo esperado y a Ford ahora le exigo más. Su acercamiento al Ejercito de Liberación Irlandes es meramente anecdotico/casual.

Es cierto que McLaglen se lleva la película de calle, quizá sea el mejor papel de su carrera, de seguro es el mejor que yo le he visto con Ford. Es maravilloso ver el recital que muestra durante esa noche tan tormentosa, todo ese proceso de la despreocupación inicial, luego elucubrando como continuar y la culpa final. Pero una película cuyo único gran valor es su protagonista suele quedar casi siempre coja.
 
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A mi me gustó cuando la vi hará un tiempo pero reconozco que el personaje de Gypo se me antoja un tanto irregular. No lo hace mal el actor pero se excede un tanto en según qué momentos (no por la situación en sí sino por las formas empleadas por McLaglen). Por lo demás, me encantó la iluminación (muy opresiva en según qué momentos).

Aún y así no es de mis favoritos del director.
 
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(The Grapes of Warth, 1940)

Por ahora, de todas las que llevo vistas del gran Ford, ésta que tenemos aquí se ha convertido por derecho propio en mi favorita. Una auténtica joya y una obra maestra al mismo tiempo.

Ford adaptó a la gran pantalla en 1940 el libro del mismo nombre del escritor John Steinbeck, que salió publicado un año antes (todos sabían que aquel libro era una mina para el cine). Una plasmación real, convincente y sobre todo desgarradora de la situación de los agricultores y campesinos del fatídico Crack del 29 que se convirtió en una de las mayores catástrofes económicas de todos los tiempos.

La situación de aquellos tiempos, una situación que no prodigaba nada bueno y que volvía más pobres a los que ya lo eran y que destrozaba la vida de los que se habían quedado sin trabajo, sin cosechas y sin casas está tratada con un realismo convincente, con toda clase de situaciones (a cada cual más desgarradora: sólo hay que citar el primer momento donde Tom Joad llega a su casa y descubre allí a uno de los lugareños que ha decidido quedarse para plantar cara al gobierno y su feroz ataque de deshaucio. Su pequeña actuación es tan triste, destrozando a uno mismo ante tal situación).

La fotografía, con un blanco y negro seco, con esas tierras áridas, sin cosecha ni dueño, haciéndonos casi un tour por la desolada zona de aquellos tiempos y a la vez dándonos un paseo por la desgracia de los tiempos y de aquella época hace que la película se nos antoje un viaje a la desgracia humana que aún siéndonos ajena se torna real y creíble dado la situación que vivimos ahora. La historia se torna en una road movie muy melancólica, pasando todo tipo de visicitudes y desgracias, con el dinero contado (el momento donde el padre de la familia compra la cantidad justa de pan es demoledora) y con una (falsa) promesa de encontrar trabajo y un futuro para la familia.

Mientras tanto iremos pasando por un sinfín de momentos, circunstancias y escenas que son un auténtico festín para cualquier cinéfilo y que demuestra, aparte de que Ford consiguió una obra maestra, nos enseña como ante cualquier crisis, lo más fuerte que uno puede tener se ve desintegrado aún creyendo que uno puede ser todo lo fuerte que uno se cree ante las desavenencias (la muerte de un familiar, la desgracia de tener que huir, la pérdida de una casa / un trabajo / su ciudad, la fe, etc).

Pero si algo hace creíble la película, más allá de la dirección, la fotografía, la puesta en escena (brillante, no hay ni un sólo fragmento que este puesto porqué sí) es la colección de actores que pueblan la película. Un reparto reducido a la familia Toad donde todos forman un todo, donde cada uno aporta su grano de arena haciendo una montaña ferrea y perfecta. Henry Fonda como ese hombre a quien la suerte no logra sonreirle jamás por mucho que se empeñe (ahí radica su frase repetida una y otra vez ante su madre cuando le dice que intenta ser una buena persona pero no puede remediar rebelarse ante las injusticias) o Russell Simpson como el padre de la familia (su actuación rezuma calidad, empatía, cariño y sensiblería a partes iguales), sin olvidarme de John Carradine como Casey, el anteriormente pastor de la iglesia que ha perdido la fe y que se convierte en uno de los lideres de la huelga. Pero quien se lleva la palma, quien merece todos los loores y aplausos habidos y por haber es Jane Darwell como la madre. El pilar que sustenta esa familia, una mujer de carácter fuerte y cuya actuación transmite más que nadie. Sus palabras son un pozo de sabiduría y su reivindicación en el monólogo final es toda una declaración de principios cuando dice que los ricos pasarán pero el pueblo es el que existirá siempre.

Ford se deleita en mostrar como la familia lo es todo. Como todos forman un conjunto, como todos van al mismo lugar. En sí el resumen de la película, la historia de América, vista a través de las dificultades, sufrimientos y (supuestas) esperanzas de los ojos de la familia Toad. En sí Ford nos hace partícipes y nos convierte en testigos de una situación. Como sufrimos, nos descorazonamos y respiramos con ellos. Ford nos deja acompañarles en el interior de esa camioneta cargada de enseres, historias y vivencias (magistral ese momento donde Mamá Joad se deshace de sus mayores recuerdos en el fuego de la estufa, o como sufrimos ante la injusticia del engaño del cual son partícipes en el primer trabajo que encuentra o como nos alegramos, incluso respiramos medio aliviados, cuando encuentran cierta paz y tranquilidad en el campamento).

Obra maestra, maravillosa y atemporal.
 
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Es que es increíble que hayan pasado 70 años de la peli y siga siendo tan rabiosamente actual (por las formas, el fondo, lo que explica, etc) y que todo lo que contemple en ella me llegue por su valor cinematográfico es, como mínimo, de quitarse el sombrero y descubrirse ante la maestría irrefutable de un maestro. Y encima con esa narrativa, ese elenco...

Ya digo... mi favorita de Ford desde ya. :palmas Es que cuando una peli me llega me encanta exponerlo pero cuando una película me impacta (aparte de llegarme) ya es que no tengo límites ni palabras suficientes para expresarlo.

Esta peli no tiene fin. Es imposible que caduque, imposible.
 
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Pues imagina verla en pantalla grande... Una gran película. Cada vez que la veo me parece la mejor de Ford, aunque también me pasa con Ford Apache, ¡Qué Verde era mi Valle! o Centauros del Desierto, por decir algunas.
 
Respuesta: JOHN FORD

Verla en pantalla grande tendría que ser inimaginable. Uf.

Tengo pendiente Que verde era mi valle. Incitado este visionado precisamente por Las uvas de la ira. Por lo que he podido leer por ahí son un tanto similares al menos en cuanto a temática, ¿puede ser?

Ford apache me la apunto.

Os lo digo en serio. Nunca pensé que el cine de Ford llegase a gustarme tanto. Es que título que veo de él título que pasa a formar parte de las que aplaudo.
 
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¿Cuándo váis a dejar de llamar a Fort Apache como su director?:aprende
 
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John Fort.

Ford Apache no existe, si acaso Chevrolet Apache.

[THUMBNAIL]http://www.seriouswheels.com/pics-1950-1959/1958-Chevrolet-PU-Apache-yellow-sy.jpg[/THUMBNAIL]
 
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(The Grapes of Warth, 1940)


es una maravilla, en la línea de Our daily Bread, a mi me sigue sorprendiendo que llamen facha (criticando) a Ford, cuando uno ve cosas como ésta.

que vamos, me la suda, igual que me apasionan los directores sovieticos más demagogos y de trazo grueso.

y una de las mejores y más emotivas secuencias de la historia, aquella del "born on it, working it, dying on it.."
 
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A mi, lo que me deja picueto es lo que me dijisteis: que ensalzase tantísimo los valores tradicionales de la familia unida (junto con todo lo que conlleva) y que en la vida real fuese todo lo contrario.
 
Respuesta: JOHN FORD

Las uvas de la ira y Qué verde era mi valle son mis dos películas favoritas de Ford. Hay que tener tanto talento para hacer dos películas tan reivindicativas sin que se conviertan en panfletarias, que están en lo más alto del "cine social" para un servidor. Como siempre, la cuestión está en no tomar por tonto al espectador (o, al menos, que éste no se dé cuenta de que lo toman por tal). Dos monumentos.
 
Respuesta: JOHN FORD

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(How green was my valley, 1941)


Película que podría pasar perfectamente como díptico con Las uvas de la ira. Basándose en la novela de Richard Llewellyn, Ford vuelve a plasmar una historia emotiva, donde familia, trabajo y religión van cogidas de la mano para narrar, esta vez, la vida de los Morgan, una familia de mineros, orgullosos de serlo, y que las circunstancias de los tiempos (bajada de salarios, sindicatos, huelgas, trabajo precario) hará que se tambaleen los cimientos de esa estructura familiar, donde cada pilar está arraigado en la educación, respeto y las maneras de otros tiempos.

Lo que más destaca en la película es esa fotografía llamativa, donde se erige por sí misma la industria y su estructura dentro del pueblo, en lo alto de la colina, con sus humeantes chimeneas y la suciedad abrupta de un trabajo poco remunerado y esfuerzo sobrehumano por sacar adelante la economía de una familia/de un pueblo/de un tiempo. Con personajes memorables (sobre todo el del niño protagonista, un Roddy Mcdowall espléndido, dotando a su interpretación la fragilidad de un crío y la madurez a marchas forzadas o la del padre, Donald Crisp, siendo un estandarte y un ejemplo de templanza, dotes interpretativas y maravillosa empatía hacia el espectador, un auténtico personaje Ford) y momentos realmente buenos (cuando los hijos, uno a uno, se enfrentan, en la mesa, a la autoridad del padre o cuando el Sr. Griffith se enfrenta a los decanos, diciéndole en sus caras lo hipócritas que pueden llegar a ser ante las habladurías de viejas chismosas).

Ford recurre a su comedia cómplice para reblandecer los momentos más duros (el hombre del pueblo que toma represalias con el profesor a base de mandobles o momentos donde la madre emplea su autoridad en la casa) pero también recurre a momentos muy melodramáticos que tanto gustan a Hollywood (ese profesor golpeando sádicamente a Huw o cada uno de los momentos donde la bocina suena indicando que algo terrible acaba de suceder). No me extraña que la película se granjease el premio a la mejor película ante otros títulos potencialmente vencedores.

Quizás un escalón por debajo de "Las uvas de la ira" (este valle, aún pareciéndome un buenísimo título hay momentos que realmente no me conmueven o no me aportan gran cosa: el romance no consumado entre la hermana y el sr. Griffith, la pelea en el colegio me resulta un tanto fuera de tono más por las formas que por la pelea en sí o el personaje de la madre, que queda muy lejos de la perfección actoral y emocional de mamá Joad) pero que aún y así es cine que destila maestría por los cuatro costados (la búsqueda del padre en la mina, donde la opresión del lugar está muy logrado, el emotivo intento de hacer caminar a Huw - donde la fotografía, la BSO y la puesta en escena es brillante, la llegada de éste a la escuela siendo objeto de burla tanto por el profesor como por los compañeros o el momento sublime donde uno de los decanos avergüenza a una mujer ante todo el público presente entre otros momentos brillante).

Una gran historia, emotiva (aún con cierto maniqueismo en según qué escenas), con una puesta en escena repleta de emociones bien resueltas y donde Ford dibuja como él sólo sabe la posición familiar, con los roles típicos de cada uno de sus integrantes, el cine social junto con sus pormenores y sus realidades punzantes junto con una narrativa en base a una voz en off ajustada y que aún cayendo en el romanticismo nostálgico no desmerece ni empaña el metraje. Por todo ello, “Que verde era mi valle” (me) demuestra, una vez más, porqué Ford es uno de los mejores directores del séptimo arte.
 
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Menudo big movies te estas pegando ultimamente, dear atreyub. Las uvas de la ira y que verde era mi valle, pedazo de pelis, you know.
 
Respuesta: JOHN FORD

La verdad es que sí, compadre. Me estoy viendo cada clásico que quita el sentío. Claro que con Ford es casi premio asegurado por lo que voy viendo.
 
Respuesta: JOHN FORD

Quizás un escalón por debajo de "Las uvas de la ira"

Las escaleras del Empire State más bien.

Yo ésta la recuerdo muy a medio gas, con buenos momentos y un Donald Crisp entrañable, pero por debajo de lo que podría haber sido. Ojo, no digo que en general no esté bien.
 
Respuesta: JOHN FORD

Yo ésta la recuerdo muy a medio gas, con buenos momentos y un Donald Crisp entrañable, pero por debajo de lo que podría haber sido. Ojo, no digo que en general no esté bien.

Todo lo contrario, Ford va con el gas a 150%. Obra maestra absoluta.
 
Respuesta: JOHN FORD

Coincido con Atreyub que la escena del colegio me pareció un tanto descolocada en el conjunto de la película.

Por cierto, mi escena favorita (quizás de todo Ford) es aquella en la que la madre dice que sus hijos no se han ido a ningún sitio, que siguen todos en aquella casa. Totémica. Esa cara y esa frase encierran todo el amor de una mujer y una madre hecha a encajar los golpes, que se traga sus lágrimas para plantar cara a la vida perra que le ha tocado vivir. En cierta medida, me recuerda a algunas mujeres manchegas que he tenido la fortuna de conocer.
 
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