Albert Boadella, sobre Puigdemont: 'Puigdemont, capullo' - cronica
Albert Boadella, sobre Puigdemont: "No tiene inteligencia suficiente para saber lo que hace"
El 'president' destituido y reclamado por el Tribunal Supremo, Carles Puigdemont, en Bruselas, con el lazo amarillo a favor de sus consejeros encarcelados. AFP
Tras las elecciones en las que Puigdemont logró convertirse en el líder claro del independentismo, pedimos al célebre dramaturgo que ya retrató a Pujol su perfil crítico sobre el fugado. Y lo hace, sin piedad
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«La gente del teatro admiramos a los personajes que son héroes y especialmente a los malignos. Macbeth es un personaje malo de verdad, por poner un ejemplo. Esos personajes nos merecen un respeto. Pero gente como
Puigdemont no merece ninguno. Para llegar a personaje de una obra de teatro se necesita un poco de perversidad. Pero
Puigdemont no es consciente ni de las proporciones de lo que ha desencadenado. Se autoengaña. Puigdemont,
por no ser, no es ni perverso».
Al habla
Albert Boadella, con esa risa tan libre y tan propia, desde su casa de Jafre, en Gerona. Recluido entre sus paredes, termina el cuaderno de dirección de su próxima obra,
El pintor, una ópera sobre Picasso que estrenará en febrero. Le robamos una hora. Es viernes por la tarde, el día después de las elecciones catalanas que han dado de nuevo mayoría absoluta a los secesionistas. Resultados inevitables, dice, y «muy positivos». ¿Cómo...?
Boadella (Barcelona, 1943) ríe otra vez. Aunque al actor, fundador de Els Joglars y
autor de la premonitoria trilogía satírica sobre Jordi Pujol -Operación Ubú, Ubú president y Ubú president o los últimos días de Pompeya, allá entre 1981 y 1999- habla en realidad con una seriedad que escuece. Cataluña, esa de la cual lo desterraron y que después él repudió, le parece ahora más que una farsa, una tragedia. Cataluña es «el peor de los problemas que ha tenido España desde Franco». «El peor y el más peligroso, también para Europa».
-¿Fue usted a votar?
-Sí, claro. (¿A quién?). A Ciudadanos. Aquí en esta casa donde me encuentro empezó aquello [la fundación de la plataforma Ciudadanos de Catalunya] en una comida con Arcadi [Espada].
-¿Y qué pasó?
-Me llamarán zumbado... (Ríe). Pero
los resultados son muy positivos, y voy a decirle por qué.
-Dígame.
-Cataluña tiene que descender a los infiernos, tocar fondo, cultural, social y económicamente, hasta llegar a un panorama de gran depresión. Es una de las pocas soluciones que pueden funcionar. Aquí hay una masa importante de ciudadanos metidos en una auténtica epidemia mental y sólo a partir de esa catarsis, de esa bajada a los infiernos, cuando lo sientan en sus propias carnes, se puede dar un renacimiento. Si el resultado hubiera sido distinto,
si se hubiera abierto la posibilidad de pactos pseudoconstitucionales, se habría impedido o retrasado esa catarsis. Por eso (ríe) son unos buenos resultados.
Al intelectual y al bufón le proponemos un juego. ¿Qué Cataluña le saldría hoy hecha libreto? Una Cataluña muy real, dice, afectada por una epidemia construida sobre las mentiras y el adoctrinamiento que diseñó Pujol. Una Cataluña en «delirio», degradada.
¿Y qué personajes dramáticos ve detrás de sus políticos?
El elenco empieza a desfilar.
«Mi única sorpresa ayer fue que todavía haya unos dementes», ríe provocador, divertido, «que votan a Puigdemont». «
Votar a un gobernante que ha promovido una fractura social absoluta, que se ha dedicado al incumplimiento sistemático de la ley... ¡Son realmente masoquistas! (...) Puigdemont es un tipo con un morro impresionante y que es capaz de lo que sea. Hoy dice esto y otro día, otra cosa. Un hombre que no le comunica a su vicepresidente que se piensa largar de España... ¡ya me dirá usted! Esta gente es de otra galaxia. Auténticos impostores en un caldo de cultivo fantástico».
-Fue destituido, se fugó y ha ganado a ERC desde Bruselas con la bufanda amarilla al cuello. Si Pujol era
Ubú president, ¿quién sería Puigdemont?
-(Se da un momento). Mmm...
President capullo. (Ríe).
-¿Por qué
capullo?
-Por la actuación que le hemos visto. ¡Descerebrada! Se ha lanzado a un suicidio colectivo.
El capullo no es consciente del daño que ha hecho. No tiene el grado de inteligencia y perversidad necesario para saber lo que hace. Como Artur Mas, es de la generación de los alienígenas: viven en un mundo distinto en lo moral. Para ellos no hay reglas morales. Hacen lo que les conviene en cada momento.
-Hombre, Pujol, moral, lo que es moral...
-Pujol tenía unas obsesiones que llevó a término. Él construye toda la estructura sobre la cual estamos ahora. Es un hombre con un resentimiento personal a España que mama desde joven, y lleva a término su venganza. No es cualquier cosa
Pujol... Al menos actúa por venganza. Puigdemont no tiene ese concepto de decencia, de mantener los principios, de la dignidad... Tiene los principios de los Hermanos Marx, ya sabe... Es la vulgaridad, el aprovechamiento en lo ideológico, en lo material... Esta pandilla, dicho con toda la precisión [segunda acepción de la RAE: grupo de personas que se asocian con fines delictivos o embaucadores], son gente sin ideología, y lo encubren con tópicos. (...) Puigdemont huye hacia delante, es un aprovechado. Sucede lo mismo con la alcaldesa de Barcelona.
-¿Qué personaje es
Ada Colau?
-La señora
Colau es del mismo género de aprovechados. Se habla de acoso y ella dice que la han intentado violar dos veces. Para que noten que no es de un sexo ni de otro, cuenta que tuvo relaciones con una mujer. (Ríe Boadella). Lo que convenga. Colau, en ese nivel de desaparición moral en el sentido político,
sí tiene un lado de personaje. Encarna perfectamente el populismo. Es lista. Sabe en cada momento dónde está y qué tiene que decir para que un conjunto importante de ciudadanos pardillos, que hay muchos, la voten. ¡Yo, si estuviera interesado en las cosas de Cataluña, haría un musical a la señora Colau!
-¿Y qué me dice de
Albiol?
-No es de los peores del PP que hemos tenido aquí.
A Albiol le ha tocado desgraciadamente defenderse ante los platos rotos tras la actitud totalmente equivocada que ha tenido el PP en Cataluña desde el pacto de Aznar con Pujol. No es un hombre dado a los matices, es muy directo, quizá excesivamente primario, pero no tenía nada que hacer.
-¿
Miquel Iceta?
-Un personaje de la picaresca, los teatros medievales, los entremeses... Un listillo, gracioso, que intenta sacar partido de sus inventos. (Ríe). Me parece un poco patético.
-¿Y
Oriol Junqueras?
-Jaja... Es un anacoreta.
Fray Junqueras es un místico y además
ahora tiene tiempo para pensar, para ir a misa... Eso está bien. A lo mejor es posible que tenga un punto de moral. Al menos cree en Dios. Los otros no creen ni en Cataluña ni en Dios ¡ni en nada! (Ríe).
-Nos queda la mujer de la victoria amarga.
-
Inés Arrimadas es de las mejores cosas que le han sucedido a Cataluña. Es de esa gente que ha venido desde otras partes de España por necesidad económica o por intereses profesionales y que ha hecho una integración perfecta, en el sentido de que ha entendido que esto era España. Tiene una mirada fuera de la xenofobia de Cataluña, porque el catalanismo siempre es de raíz xenofóbica.
Una mujer limpia.
Al escritor incómodo (para Franco, para la derecha católica, para la izquierda
cool, para el nacionalismo) lo dejamos con su libreto sobre otro mito español (¡cuidado!), Picasso, en su casa tantas veces atacada: le han tirado basura, le han cortado sus cipreses... Es un «fascista» de libro; cuántos han llegado después. Uno de los pocos que previó todo esto. Así que quizá falte una última pregunta para él. Si pudiera tirar de los hilos, como un titiritero, ¿qué terapia aplicaría al «virus»?
«La epidemia se extiende y la terapia cada vez debería ser más fuerte. Hace falta un
electroshock.
¿El artículo 155? Hemos tenido lo que yo llamo "el artículo 155 de la puntita, nada más", y así es imposible parar la epidemia. Aquí
habría de haber artículo 155 durante por lo menos un año, para bloquear toda la sarta de mentirasque irradian los medios de comunicación de la Generalitat y parar el adoctrinamiento de los maestros. Ha sido una terapia de escaparate».
En el horizonte está una reforma constitucional con más privilegios para Cataluña. «Esto es importante y lo tienen que entender el conjunto de los españoles: estos no quieren federalismos ni ningún otro invento. Lo que quieren es vengarse de España. Ejecutar una venganza, como sea. Pero pasará esto: los políticos españoles se bajarán los pantalones, por decirlo vulgarmente, para que los independentistas les escupan en la cara».