“comentarios del periodico Le SOIR hoy en belgica o un extracto..,A lo largo de su historia, ha prevalecido un sentido de doble identidad en Cataluña: una identidad catalana y española a la vez. El nacionalismo catalán siempre ha tratado de reducir los lazos de pertenencia a España a través de sofocantes campañas de manipulación, también utilizando la intimidación. En los últimos tiempos, las dos quejas falsas más citadas son el supuesto maltrato del idioma y la economía catalana. Ninguno de los cargos está confirmado por los hechos. España es uno de los países signatarios de la Carta Europea de las Lenguas Regionales y Minoritarias; La Constitución defiende y protege la lengua catalana. Nunca ha habido tantos catalanes como hoy. Por el momento, en la escuela pública de Cataluña, el catalán es la única lengua de escolarización. En lo que respecta a la economía, no es cierto que Cataluña esté haciendo una contribución anormal al sistema fiscal español o que sufra un déficit de infraestructura. A pesar de esto, la independencia catalana no ha dudado en utilizar lemas demagógicos en su campaña, como "España nos roba" o "España subsidiada vive gracias a la Cataluña productiva". Llegaron a mostrar carteles con niños harapientos, supuestamente procedentes del sur de España, diciendo que viven de los impuestos de la clase media en Cataluña.”
Seoman, en Bélgica pueden comprender mejor el problema porque existen, de verdad, dos comunidades radicalmente diferentes: Flandes y Valonia. Pero el tema es diferente al caso español.
Durante 200 años se ha intentado construir un sentimiento belga entre flamencos y valones, y en el siglo XIX, con la nueva independencia, se consiguió de alguna manera. Pero las últimas décadas han propiciado un distanciamiento económico a favor del norte que ha llegado a la política y después a la sociedad. Ahora mismo Flandes y Valonia viven de espaldas una de la otra. Hasta tal punto que cuando estoy en Ostende o Amberes muchas veces tengo que hablar en inglés en vez de francés para que me entiendan en el mejor de los casos, o para que no me miren mal en el peor.
Y, en medio, lo que nadie quiere perder: Bruselas, territorialmente dentro de Flandes, pero con un 80% de población francófona.