Es lo de siempre: por culpa de cuatro imbéciles se cargan un movimiento.
Ayer mismo, un millar de personas fueron a protestar pacíficamente a la prisión de Lleida, donde está recluido el rapero. Una vez desconvocada la concentración, unos cuantos gilipollas la emprendieron con el mobiliario urbano. Mi hijo vio a unos energúmenos destrozando una parada de autobús. Se acercó y era un grupo de latinos. Obviamente no dijo nada, porque igual se lleva un navajazo. Por otra parte, también hay que señalar el ínfimo nivel de profesionalidad de buena parte de las fuerzas de seguridad, que en lugar de mantener el orden, parece que les vaya el jolgorio. Lamentable.
Y como siempre ocurre, al dia siguiente los medios utilizan a la purria que quema contenedores para criminalizar a todo el movimiento.
Lo de siempre, vamos.