La Diada 2012, ¿un antes y un después?

Txema, si Madrid tiene tan claro que en ningún caso va a permitir la consulta es porque sabe de sobras que ganaría la independencia. Dos y dos son cuatro.
 
Más que nada no quieren permitir la consulta porque no es una consulta.

Según el de ERC que está ahora en La Sexta si sale un voto más a favor del Si, al día siguiente se proclama la República Catalana. Y no importan las leyes porque no se puede conseguir la independencia siguiendo las leyes...
 
Txema, si Madrid tiene tan claro que en ningún caso va a permitir la consulta es porque sabe de sobras que ganaría la independencia. Dos y dos son cuatro.

Ya en serio. ¿Y a caso no has pensado que si no se permite es por algo tan sencillo como la simple ley? Cambiemos las leyes primero si acaso. Y si. Visto el mapa de partidos. No veo una minoria por ningún lado. Pero hablo sin saber pues realmente desconozco el ambiente in situ.

De todas maneras prefiero no opinar demasiado. A no ser que me volvais a sacar infamias en forma de niños y libros infantiles politizados. ;)

Un abrazo!
 
Es que vuestra insistencia es inasequible al desaliento. Yo he oído a Junqueras en una radio hispana, ¿También ladraba?
 
Yo hasta he escuchado en la sexta a un líder independentista decir que España es Serbia... pero de buen rollo lo decía claro (sic)

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Adelante, adelante: ¿sin ideas y sin plan? | Opinión | EL PAÍS

Francesc Carreras

Adelante, adelante: ¿sin ideas y sin plan?

Para Convergència, la autonomía de Cataluña era la etapa de ‘paciencia’ que debía dar paso a la independencia y durante la cual sembró la semilla del soberanismo. Ahora, el radicalismo prostituirá hasta el término catalanismo.

FRANCESC DE CARRERAS 11 SEP 2014 - 00:00 CEST

¿Será el 11 de septiembre que se celebra hoy en Cataluña un ensayo premonitorio del escenario que se dibuja para el 9 de noviembre, día fijado para la consulta soberanista? No creo que nadie, ni siquiera aquellos que parecen estar en el secreto de lo que va a suceder —por ejemplo, Mas, Junqueras o Rajoy—, sean capaces de responder con la seguridad de acertar.

Este verano ha fallecido prematuramente una gran figura del mundo cultural, el editor Jaume Vallcorba. Un hombre bueno y cordial, un intelectual independiente, con un poso de conocimientos humanísticos difícilmente igualable. Para quienes le conocían su muerte ha constituido una dolorosa pérdida en el plano humano, para todos los demás ha sido una auténtica catástrofe cultural. Los aficionados a la literatura, al arte y a las humanidades saben valorar esta desgraciada pérdida del editor de Quaderns Crema y de Acantilado, un personaje quizás sustituible pero, en todo caso, como sucede con los grandes editores, absolutamente irrepetible.

Pues bien, Vallcorba, que era un pozo de erudición, al describir la situación de Cataluña durante las últimas décadas, solía recordar a sus amigos una frase que él atribuía a Pompeu Gener, un atrabiliario escritor y periodista catalán de fines del siglo XIX y principios del XX: “Endavant, endavant, sense idea i sense plan”. Esta era, según Vallcorba, la estrategia emprendida por el nacionalismo catalán, acentuada en la última década. ¿Tenía razón el editor? No estoy seguro. Aunque tampoco estoy seguro de lo contrario. Veamos.

El catalanismo político se encontró en 1978 y 1979 con un gran problema: sus reivindicaciones históricas más importantes se habían alcanzado. En efecto, primero se reconocía la singularidad de Cataluña como nacionalidad diferenciada. Segundo, se atribuían a la Generalitat amplísimas competencias sobre las más variadas materias y la transferencia de los correspondientes servicios fue muy rápida. Y tercero, la lengua catalana fue declarada oficial, junto con el castellano, y su conocimiento y uso se ha extendido enormemente pese a no ser lengua materna de la mayoría de catalanes.

Por tanto, se había conseguido constitucionalizar la diferencia, el poder político y la singularidad cultural. Naturalmente, como es lo habitual en todas las Constituciones democráticas, no se reconocía la soberanía de los ciudadanos de una parte del territorio, en este caso del pueblo catalán, ya que ello es contradictorio con la autodeterminación de todo el pueblo, que esto es lo que, en definitiva, significa el acto constituyente que aprueba una Constitución. Se reconocía, sin embargo, el derecho a la autonomía, que era la aspiración histórica mayoritaria del catalanismo político.

Los nacionalistas crean fantasmales diferencias en lugar de cultivar las evidentes similitudes

Ante esta situación, los catalanistas debían plantearse el famoso interrogante: ¿qué hacer? A primera vista, parecía que había solo dos opciones: primera, darse por satisfecho y desarrollar las capacidades que le ofrecía la nueva situación; y, segunda, rechazarla y seguir planteando la reivindicación de la soberanía como objetivo irrenunciable.

ERC, en aquel momento un partido muy minoritario, así como parte del mundo literario y artístico en catalán, optaron claramente por esta segunda opción. La mayoría de los votantes de CiU y buena parte de sus dirigentes optaron por la primera. Miquel Roca Junyent y su malogrado Partido Reformista —una ocasión perdida— eran un buen ejemplo de ello. Pero no todo el mundo convergente aceptaba esta vía. Algunos, entre ellos Jordi Pujol, estaban pensando en una matizada tercera opción, que no implicaba renunciar al principio nacionalista de que “a toda nación le corresponde un Estado soberano” y era más inteligente, ya que podía recabar más apoyos que la puramente independentista de ERC.

Esta tercera opción consistía en lo siguiente: de momento se aceptaba la situación determinada por el marco constitucional y estatutario de 1978 y 1979, con un doble objetivo: primero, “nacionalizar” la sociedad catalana, es decir, diferenciarla lo más posible del resto de España; segundo, desde el punto de vista institucional, ir creando bajo el manto de la autonomía una especie de embrión de Estado catalán —lo que ahora se denomina, sin ocultarlo, unas “estructuras de Estado”—, que facilitara, en el momento más conveniente, el paso definitivo hacia la independencia.

Esta era la vía de la “construcción nacional”, la que realmente acabó triunfando y que refleja bien el eslogan convergente “hoy paciencia, mañana independencia”. En la etapa de la paciencia se llevaba a cabo la construcción nacional que debía dar paso a la independencia futura. Sin embargo, la mayoría de la sociedad no fue consciente de todo ello, a pesar de que instrumentalizaron convenientemente la lengua, la historia, la cultura y los medios de comunicación. La semilla del soberanismo estaba sembrada.

Con superactuado dramatismo se pretende que España lleva 300 años oprimiendo a Cataluña

En los últimos 15 años, todo este proceso se aceleró abruptamente. El Estado de las autonomías se había ido transformando en una forma de Estado federal en los años noventa mediante el pacto suscrito en 1992 entre el PSOE y el PP según el cual todas las comunidades autónomas asumirían las mismas competencias, a excepción de determinados hechos diferenciales establecidos en la Constitución: lengua, derechos históricos, derecho civil e insularidad. Eran diferencias justificadas en la cultura, la historia, el derecho y la geografía. Sin embargo, establecían la igualdad entre comunidades autónomas, el vilipendiado por los nacionalistas “café para todos” que no es otra cosa que una estructura federal del Estado. Pero ello no puede ser admitido por los nacionalistas, que ante todo se dedican a fomentar las fantasmales diferencias en lugar de cultivar las evidentes similitudes.

Habiendo acertado en los tiempos o no, esto hay que comprobarlo, a partir de 2010 la tercera vía estratégica que CiU ha estado propugnado —primero paciencia y luego independencia— ha llegado a su culminación: Convergència y Esquerra ya sostienen lo mismo, la independencia, con algún pequeño matiz. Se ha llegado al final de un camino.

Por tanto, volviendo a la frase de Pompeu Gener que repetía Vallcorba, la de “¡adelante, adelante, sin idea y sin plan!”, no puede decirse que fuera exacta, pues había una idea y había un plan. Lo que no sé con seguridad es si este plan ha acertado en los tiempos, si este es el momento de dar el gran paso que se ha estado preparando con tanto cuidado. El “endavant, endavant” afecta al resto de la frase porque, efectivamente, produce un apresuramiento irreflexivo, da preferencia a lo urgente y no a lo importante. Por ahí es por donde flaquea todo, donde tiene razón Vallcorba. Ciertamente, es más meditado que el golpe del 6 de octubre de 1934, aunque esto no resulta difícil. Pero da la sensación de que se han precipitado los acontecimientos, aprovechando una situación económica de debilidad y forzando, con un superactuado dramatismo, que España oprime a Cataluña desde hace 300 años para que coincida con la fecha mágica de 1714. ¿La mayoría de catalanes cree tales barbaridades? Pienso sinceramente que no.

Lo que sucede es que nadie, o casi nadie, defiende en público aquella primera vía de catalanismo realista, inteligente y sensata que fue satisfecha con la Constitución y el Estatut, que ha dado 30 años de gran prosperidad y en la que podemos coincidir una gran mayoría de catalanes sin entrar en ninguna agria disputa con el resto de españoles ni entre nosotros mismos. El radicalismo nacionalista acabará prostituyendo, incluso, el término catalanismo. Algunos que nos declarábamos catalanistas, pero no nacionalistas, que nos sentimos satisfechos con la Constitución y el Estatuto de 1979, ahora se nos hace difícil utilizar esta denominación de catalanista, no sea que se nos confunda. A esto hemos llegado, a esto nos han llevado.

Francesc de Carreras es profesor de Derecho Constitucional y autor del libro Paciencia e independencia, publicado recientemente.
 
Pelos de punta...

En mi tramo no cabía ni un alma, estaba petado, no se cuantos seriamos al final, esta mañana hablaban de 550.000.

Para el que tenga dudas, le habría bastado pasarse por ahí para despejarlas.

No sé, espero y creo que si, si será el 9N del 2014 o cuando se celebren elecciones, quizás en el 2015, pero esto es imparable. Y nos importa un bledo lo que diga el Sr. Rajoy, el Sr. de PSOE o Rita la Cantaora.
 
La Delegación del Gobierno rebaja a entre 470.000 y 520.000 las personas que han asistido a la V de la ANC. La Guardia Urbana de Barcelona habla de 1,8 millones.Redacción de Cataluña18:51

Para mi, incluso ese irrisorio 1,8 millones es claramente INSUFICIEnTE frente a la clara mayoria silenciosa.

FRA-CA-SO

Ale, hasta el año que viene
 
Ahora vuelvo de la V. Sin palabras, piel de gallina. Éramos muchos. Familias enteras. Supongo que según algunos de aquí seré un mal padre, pero nos hemos llevado al peque. Se respiraba buen rollo, ilusión, esperanza. Esto no hay quien lo pare.
 
500.000???

El Lunes por la noche los de TeleMadrid decia que habian 300.000 inscritos, cuando ya habían 470.000...

Vamos! Pero si habian mas inscritos! Y los menores de 16 años no se contabilizaban!!!

Pueden poner todas las vendas que quieras, pero esconder la cabeza en un agujero como los avestruces, suele servir solo para que empiecen a comerte por los pies.
 
Si, estáis eufóricos. También habrá gente que diga: mire usted, no soy objeto de nadie. Use a su puta madre para promocionar su puto negocio.

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Si, estáis eufóricos. También habrá gente que diga: mire usted, no soy objeto de nadie. Use a su puta madre para promocionar su puto negocio.

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Seaker,

No me creo que no lo entiendas. Porque esta aportación es la de alguien que no lo entiende y sigue el juego de los que quieren tergiversar las cosas.

La manifestación de hoy es promovida por la sociedad civil, que está empujando a los políticos, sus representantes, a hacer algo que deseamos. Y estos, estan reaccionando. Pero no al reves.
 
Eso te crees tú. Pero aunque sea ese ente maligno que denominas sociedad civil... No cambia mi mensaje. Hacemos una v y después hacemos el pino. Unos van y otros dirán que harán lo que quiera que se haga en una diada, no hacerle bulto a nadie. Además si yo fuera catalán me preocuparía compartir objetivos con según que listos.

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