Creo que es un mal ejemplo, porque estoy seguro de que si la basura que se propugna desde los templos no se inmiscuyera en la vida real fuera de los mismos templos faltando el respeto de la sociedad, no serían necesarias esas protestas que como reacción a lo primero hacen lo mismo solo que al revés.
Por lo demás, yo pienso que en este tema la falta de educación está en el lado contrario: quien tenga tendencia a adorar cosas tan volubles y subjetivas como trapos de colores, melodías, muñecos de yeso o de paja o demás gilipolleces, debería ser educado en asumir que esos conceptos pueden ser cuestionados de muchas maneras con libertad.