¿En qué se ha fundido el dinero Gallardón?
Que el Ayuntamiento de Madrid no tiene ni un euro para poder gastarse no es nuevo. Lleva casi dos años haciendo malabarismos con los presupuestos para poder llegar a fin de año y desde hace seis meses tomando medidas radicales y desesperadas para ver ahora ya cómo puede llegar a final de mes.
Pero, ¿qué ha hecho Alberto Ruiz-Gallardón, alcalde de la ciudad, para multiplicar por cinco el nivel de deuda con el que contaba el Consistorio en época de su antecesor, José María Álvarez del Manzano?
El equipo de Gobierno dirá que los euros se han 'fundido' en inversión y en el cambio radical de la ciudad con el que soñaron cuando llegaron a la Plaza de la Villa: sobre todo la reforma de la M-30, recuperación de varias zonas de la ciudad, instalaciones olímpicas nuevas... pero la oposición se ha desgañitado hablando de dispendio, grandes faustos, autobombos y descontrol presupuestario.
Sea como fuera, el Ayuntamiento paga con nueve meses de retraso a sus grandes proveedores y con cinco meses a los pequeños y no puede prometer que estos plazos no se vayan a ampliar. Sobre todo después de que José Luis Rodríguez Zapatero le haya dicho que "no" a poder refinanciar su deuda. Es decir, a endeudarse más.
Si el Ayuntamiento fuera un hogar, diríamos que es cierto que el alcalde rehabilitó parte de la vivienda que habita pero que de paso también se fundió millones de euros en decoración...
1. Mala negociación en la Ley de Capitalidad
En febrero de 2006, el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, quería sí o sí una ley que distinguiera a Madrid como capital de España, le diera más autogobierno y lo destacara por encima del resto de municipios. Las prisas por tener esa norma o la falta de visión de una necesidad futura, llevó al alcalde a firmar lo primero que el Ministerio de Hacienda le ofreció: una Ley de Capitalidad vacía de financiación especial por sus peculiaridades como capital. Es decir, una distinción que no vale para nada ahora que las vacas vienen famélicas.
IU cuestionó entonces la firma del acuerdo entre el Gobierno socialista y el regidor porque no valía prácticamente para nada y dejaba al Ayuntamiento de Madrid en manos de la futura reforma de financiación local que no ha llegado nunca.
Quizá si hubiera conseguido otro acuerdo ahora tendría participación en, por ejemplo, el IRPF o en el IVA que genera la ciudad de Madrid, tal y como reclama el alcalde por ser la capital el mayor motor económico del país. Pero claro eso es ya ciencia ficción o, más bien, economía-ficción.
2. Sobrecoste M-30
La reforma de la vía fue, durante cuatro años, lo más discutido en el Ayuntamiento de Madrid y la culpable de que se acuñara el término de 'ingeniería financiera' cuando se hacía referencia a su presupuesto y a los pagos. Primero se dijo que costaría unos 1.700 millones de euros (esta cantidad sobrevivió únicamente unos meses). Luego subió a 3.500 millones (según escribió el Ayuntamiento en un informe para la Comisión Europea) y acabó en más de 6.000 millones de euros (sin contar los intereses que tiene que pagar el Ayuntamiento durante los 30 años de 'hipoteca'), según se desprende de las declaraciones de Juan Bravo en 2008 que aseguró que la deuda del Ayuntamiento (de unos 6.100 millones en esos momentos), sería 0 sin la M-30. Es decir, tres o cuatro veces más de lo planeado.
Pero saber el coste real de la infraestructura resulta casi imposible para un ciudadano medio, gracias a los trucos financieros y jurídicos que han rodeado a la obra. Primero se le llamó Calle 30 para saltarse la normativa que le obligaba a pasar por largos procesos de vigilancia medioambiental. Después, se fraccionaron los proyectos como si fueran independientes para que no computaran igual en la deuda, y luego se terminó incluyendo un socio privado que aportó capital (igual a liquidez) a cambio de hacerse cargo con el mantenimiento de la vía durante 30 años y un 20% de los futuros beneficios.
3. Alquileres de sede y el Palacio de Cibeles
Según el portavoz de los socialistas, David Lucas, el Ayuntamiento de Madrid paga al año 52 millones de euros en alquileres de sedes y oficinas cuando tiene numerosas sedes en propiedad infrautilizadas. La política de cambiar las Concejalías a edificios modernos y tecnológicamente mejor equipados empezó nada más pisar Gallardón la Casa de la Villa.
De hecho, él ha sido el primero que ha querido mudarse a otro edificio más acorde con el empaque de la capitalidad, desechando un inmueble que ha sido la casa de los madrileños desde el siglo XVII y que pretendía rehabilitar antes de caer en la depresión económica.
Uno de los traslados más polémicos fue la sede de Servicios Sociales que se llevó 3,3 millones de euros para sufragar el alquiler de la sede un edificio en la calle de Ortega y Gasset. Pero no fue la única, 10 millones costó la sede de la Concejalía de Hacienda de la calle de Alcalá y 3,2 millones se destinaron a pagar la habilitación de la sede de la Concejalía de Economía en Gran Vía.
Y todo ello, "cuando se han invertido 440 millones en la reforma del Palacio de Cibeles o cuando los espacios de la Plaza de la Villa están infrautilizados", aseguró el portavoz de los socialistas madrileños. "Estos espacios podrían dar cabida a muchas de las dependencias municipales que en la actualidad siguen en edificios en alquiler", añadió Lucas.
4. Madrid 2012/2016
Las cuentas olímpicas del Ayuntamiento de Madrid en las dos aventuras seguidas –luchó por los Juegos de 2012 y por los de 2016- son un misterio. Estando todos los partidos presentes en la fundación, el dinero que aportó cada administración, empresas privadas o públicas, se pierde en subterfugios que no aclaran cuánto de verdad se gastó el Consistorio en cada opción fallida.
Pero no sólo se ha gastado en viajes, representación, invitaciones, actos, publicidad, marketing... es que el Gobierno de Alberto Ruiz-Gallardón se ha desviado un 45% en el coste de la Caja Mágica, pasando de 112 millones de euros a 176 millones durante su construcción. Y ahora, hasta el Real Madrid se cuestiona seguir jugando en la instalación.
Si hablamos de otra de las infraestructuras que formaron parte del Madrid olímpico, el Centro Acuático que se está construyendo junto a la Peineta, empezó costando en octubre de 2003 108 millones y se presentó con la promesa de estar terminado en tres años. Sólo un año después, en octubre de 2004, ya costaba 136 millones y casi ni se había removido la tierra. Cuando Madrid 2012 mudó en 2016, el Comité Olímpico Internacional pidió una modificación del proyecto que obligó a seguir en obras hasta 2010 y a incrementar otros 21 millones el presupuesto (un 35% más de sobrecoste). Y sigue...
Otra muestra: el responsable de la candidatura de 2012 antes de la llegada de Gallardón, el entonces concejal de Urbanismo, Ignacio del Río, ya se gastó en su momento 1,8 millones de euros en comprar un chalé en Aravaca y otro millón más en acondicionarlo, para convertirlo en una sede olímpica que estuvo activa sólo unos meses.
5. Oficinas y Fundaciones: Internacionalización, Centro o de Movilidad
Aunque las grandes obras se han tragado millones y millones de euros, los pequeños detalles también han destapado gastos de los que escuecen. Por ejemplo, una partida en 2004 de más de 12.000 euros para convocar un Concurso de Proyectos del Logotipo de la Oficina de Centro que se ha utilizado únicamente en el membrete de folios.
La propia Oficina de Centro ha sido un fiasco político y presupuestario que ha ido moviéndose de concejalía en concejalía con presupuestos de varios millones de euros que no han dado ningún fruto, al menos visible. De ella salieron otros 12.000 euros para pagar un diagnóstico sociodemográfico de cinco distritos o 28.000 euros para realizar una votación por Internet a los vecinos del distrito Centro en la que sólo participaron 882 personas.
Y se creó una fundación para la internacionalización de la ciudad, llamada Madrid Global, y que se eliminó este año cuando el presupuesto ha apretado de más, y otra sobre Movilidad de la que ni se sabe ni se espera... Todas dotadas de un presupuesto y de personal de confianza.
Estos son cinco ejemplos. Hay más.