La metastasis financiera: camino a la perdicion

En 2008 la burbuja inmobiliaria me pilló con 16 años de hipoteca por delante, y me tuve que poner a leer sobre Euribor, tipo de interés, inflación, y hasta sabía quien era Trichet (el cabrón que nos subía el Euribor). Por fortuna era joven, idiota, y trabajaba mucho, no me faltó trabajo para afrontar la crisis y de hecho, la noté relativamente poco, y muy poco comparado con gente que yo conocía, del sector de la construcción.

En esta crisis que parece que se nos viene, estoy tentado, a veces sumamente tentado, de abandonar todo estudio de la teoría económica, y centrarme en un estudio en profundidad de la práctica: cómo, exactamente, se roba comida del súper sin que te pillen, ángulos muertos de las cámaras de seguridad, cómo se hace un buen enganche de luz, o agua potable para robársela al vecino, y ya que estamos, un curso rápido de cerrajero por si hay que okupar una vivienda...

Estoy súper tranquilo, y confiado de que todo va a salir bien. Por cierto, hoy, por primera vez desde que vivo aquí (desde 2003) ha pasado un camión con un megáfono, vendiendo melones y sacos de ajos. Un nicho de mercado nuevo, la vida se abre camino.
 
No digaís que la paca no sirve de Ministra de Economía? Vacaciones en la que te comen las moscas.

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Por la tarde voy a Decathlon a comprar polares. Eso sí que va a ser negocio y no las criptomonedas.
 
Está bajando el precio del petróleo. La explicación que he escuchado es que como los más agoreros dicen que la recesión es cosa hecha (los alemanes lo tienen imposible para suplir y o almacenar gas para este año si Rusia corta el grifo), estiman que será necesario menos petróleo. Algunas publicaciones juegan con el concepto de que Rusia podría permitirse también cortar sus suministros de petróleo y mandar al mundo a la edad de piedra, ahora bien, sería fácil de suplir en relativamente poco tiempo devolviendo a Irán y Venezuela al mundo.

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Es llamativo como la solución por parte de economistas de cabecera como Marta Flich (y otros muchos) para la inflación que ha provocado la guerra de Putin (falso, la inflación ya estaba aquí de antes, esto solo la ha agravado), sea la de hablar de medidas de las que podemos denominar sociales, que suenan muy bien de cara a la galería. Son medidas, que lejos de servir para atajar la inflación (spoiler: ahora mismo no se puede), perjudican. Cualquier cenutrio que haya dado clases de economía en el Instituto lo sabe.

Pero aquí estamos, con los sindicatos amenazando con movilizaciones en Otoño contra la CEOE y toda la vaina, porque parece que si no pedimos cosas como aumentar el SMI para alcanzar la tan ansiada inflación bolivariana, no estaremos contentos.
 
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