Es llamativo como la solución por parte de economistas de cabecera como Marta Flich (y otros muchos) para la inflación que ha provocado la guerra de Putin (falso, la inflación ya estaba aquí de antes, esto solo la ha agravado), sea la de hablar de medidas de las que podemos denominar sociales, que suenan muy bien de cara a la galería. Son medidas, que lejos de servir para atajar la inflación (spoiler: ahora mismo no se puede), perjudican. Cualquier cenutrio que haya dado clases de economía en el Instituto lo sabe.
Pero aquí estamos, con los sindicatos amenazando con movilizaciones en Otoño contra la CEOE y toda la vaina, porque parece que si no pedimos cosas como aumentar el SMI para alcanzar la tan ansiada inflación bolivariana, no estaremos contentos.